Cuando abrí los ojos el domingo, el cielo parecía mucho más luminoso.
Al decir que en la mañana todo sería más claro, jamás me imaginé que se volvería literal.
Pero era demasiado para mi gusto y muchísimo más de lo que yo esperaba.
Quité las sábanas de mi cuerpo pesadamente. Usualmente los domingos todos dormíamos hasta las ocho y media, y considerábamos levantarnos como a las diez a quedarnos viendo la alacena pensando en qué hacer de desayunar que no nos hiciera movernos tanto. El domingo Dios descansó, y, por ende, nosotros también debíamos hacerlo, o así era como me gustaba verlo a mí.
Pero ese domingo específicamente, a mamá se le habían quitado las ganas de descansar, y alrededor de las siete de la mañana estaba revolviendo algo en la cocina. Me despertó, y extrañamente cuando abrí los ojos no deseé estar muerta. Parecía que todas las sensaciones que rondaban por mi sistema como cuervos sobre un cadáver, se había disipado.
—Era solo cansancio —me dije a mí misma cuando enfundaba mis pies en las pantuflas felpudas que debía lavar, y me levantaba directo hacia el baño.
Mi reflejo no se veía tan mal como esperaba. Un tanto ojerosa y demacrada, pero nada que no se pudiese disimular. Sin embargo, sentía un malestar en el cuerpo, como una picazón que sientes cuando un gato pasa rozando tus piernas con tu cola, o cuando el cabello te cae en la frente y se te mete a los ojos. Un malestar que se convertía en una risa nerviosa cuando lo sentía, que me hacía cosquillas en el vientre y me hacía soltar un alarido, un gorjeo escandaloso que quería reprimir, pero no podía. Terminé muerta de la risa, bufando con la cara enterrada en el lavabo y sujetándome el estómago.
Eran mariposas.
Pero no lograba entender por qué estaban allí.
¿Era acaso el agridulce recuerdo de lo acontecido? No podía descifrar el código secreto en el que mi cerebro me estaba hablando.
No esperé un llamado o una invitación de parte de mi madre, y algo aturdida, me asomé muy despacio en la cocina, esperando verla sola haciéndose un té para luego volver a meterse a la cama junto a papá y mantener un dulce duermevela por unos minutos.
Pero en su lugar la encontré pavoneándose suavemente frente a la estufa con una mano en el mango del sartén y la otra en su vientre. Los delicados dedos morenos separados, y dando toquecitos sobre la tela del pijama de franela azul. Estaba descalza, tenía las uñas de los pies pintadas de azul eléctrico y estaba en puntitas. El cabello se le rizaba hacia todas partes, idéntico al mío, pero más corto, y tenía una liga atrapada en su melena que de seguro no sentía ni notaba.
Encontré la imagen vigorizante y reprimí una sonrisa sincera. Mamá era la viva imagen de alegría.
Pero yo todavía estaba muy enojada con ella.
Traté de escabullirme de nuevo hacia mi habitación, pero antes de que pudiese dar un paso ella se dio cuenta de que la espiaba vilmente y se llevó una mano al pecho.
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Sinner | Boris Pavlikovsky
FanfictionBasado en la película/libro "The Goldfinch" (2019) "You machiavellian, natural villain" Hope es una muchacha criada en el núcleo de una familia religiosa, de buenos modales, buenas costumbres y adorada por todos. Boris es un adolescente rebelde, c...