For No One

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28 de Junio de 1969

Era un Lunes por la tarde, me encontraba en la cafetería de los estudios bebiendo un poco de té.
Miraba las noticias del diario sin interés. Hasta que encontré un encabezado, trataba de Paul y una chica de nombre Linda Eatsman.
Aquella noticia hablaba del hijo que ambos esperaban desde hace meses.
No podía creerlo, de nueva cuenta me había engañado, pero esta vez había sido demasiado.
Salí a toda prisa de los estudios y me situé frente a la acera de éstos a esperar que pasase un taxi, o aún peor, que a McCartney se le ocurriera aparecer.
Las lágrimas habían surcado mis mejillas por completo.
Caminée sin rumbo, con un poco de lluvia empapando mi cuerpo. Unos instantens después me encontré con Paul y me miró preocupado.

-¿Estas bien? -preguntó.

-¿Cómo rayos te atreves a preguntar?

-No entiendo.

-¡Estas esperando un hijo y pensabas continuar conmigo! -grité con todas mis fuerzas.

-Yo no tenía planeado tener un hijo con Linda.

-Pero ahora lo tienes y no puedes dejarlo solo.

-Déjame explicarte. -Me tomó por los hombros

-No, Sólo llevame a casa, por favor. -Subí a su auto sin ánimos

-Esta bien. -Condujo unas cuantas millas, pero nos encontramos atrapados en un tráfico que no avanzaba debido a la lluvia.

-Vamos Samadhi, tienes que escucharme.

-No es necesario me lo has dicho todo con tus acciones.

-Te prometo que la dejaré. -Comenzó a jugar con mi cabello

-Sabes muy bien que no puedes dejarla

-Mi amor. -besó mi cuello

-No me toques. -Lo aparté.

- Te amo mucho, más de lo que la puedo amar a ella

-¿Seguramente también se lo dijiste a Jane? -Mis lágrimas corrían como las gotas de lluvia en la ventanilla.

-Jane fue sólo una diversión. - yo sabía que no era verdad, pues estuvieron a punto de casarse

-Una diversión a la cual tenías planeado pedirle matrimonio

-Pero vamos, no puedes negar que te hice muy feliz. -Sonreí al recordar todas esas mentiras lindas que el me dijo

-Lo sé, pero todo era una mentira.

-No del todo. - una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios

Terminamos de recordar, y yo llegué a la conclusión de que era inútil seguir con eso.

-Paul, no es necesario seguir con esto. En una semana me iré a la universidad y no volveremos a vernos.

-Pero te amo. -Me miró a los ojos.

-Amarás más a tu pequeña, ella te hará muy feliz. No quiero arruinarle la vida a una niña.

-Tienes razón. -Sonrió.

-Seamos amigos, ¿de acuerdo? -Le sonreí debil.

-De acuerdo.

-Cuídate, Paul. -Besé su mejilla y salí del auto sin mirar atrás, y sin importar que aún faltaban unas calles para llegar a mi casa.

En realidad aún me sentía triste.
Cuando llegué a casa me quedé bajo la lluvia y sobre el césped, llorando y lamentando una vez más todo, lo amaba y ahora tenía que abandonarlo.
Mi madre me encontró en el césped y conversamos de eso.

-Cariño. -Me abrazó.

-Mamá... -Rodeé su cuello con mis manos y dejé que las lágrimas acumuladas durante casi tres años salieran como en una tormenta. Al fin me estaba liberando de todo ese peso que me causaba mantener mi relación con Paul McCartney.

-¿Qué pasa?

-Mi novio tendrá un hijo. -Lloré sobre su hombro.

-¿Cuántos años tiene?

-Veintisiete

-No te reprochare, tú no tienes la culpa

-Mamá... -De nuevo me acurruqué sobre su regazo

-Mi amor, las decepciones amorosas son parte de crecer y hacerse adultos.

-Me duele, demasiado.

-Habrán más ocasiones. -Besó mi frente.

-No lo se.

-Ve a tomar una ducha y después toma una siesta. Eso te ayudará.

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