Capitulo IX

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"And as we ran from the cops, we laughed so hard it would sting."
-Disenchanted

***
—Ya no hay más leche —Gerard revisaba el interior de los cartones vacíos que había en el refrigerador. Maldito Mikey y su obsesión con el calcio, con tener huesos fuertes y esas cosas.

—¿Tenemos que ir a la tienda otra vez? —El enano puso una mueca que lo hizo soltar una baja risita. El dibujante sentó en la mesa, enfrentándolo con una genuina sonrisa de sus dientes chuequitos.— Las cosas nunca salen bien cuando salimos.

—Sí —Contestó, y en verdad lo creía. Jugaba despreocupadamente con las manos de Frank, delineando con las yemas de los dedos las letras tatuadas en su piel. Le fascinaban tanto, Dios mío— Por eso que nunca salgo acá, es agradable y nada nunca pasa.

—Viviendo al máximo — Frank estaba levemente preocupado porque a pesar de que pareciera una broma, sabía que realmente nunca salía de su casa.— Gee Adrenalina Way.

—Alegras mi negro corazón —Fue su respuesta, mientas una sonrisa burlona aparecía en los labios de Iero, haciendo que el enfoque del chico se desviara de la conversación.

Todo era la culpa de Frank. Todo por tener un rostro tan placentero a la vista. Era su culpa y de nadie más que el dibujante no pudiera evitar perderse en como se movían sus labios. Leyó como sus labios bailaban para formar las palabras "Mierda Gee." Tan boni—uh. ¿Le estaba diciendo algo? ¿Había estado hablando todo ese tiempo?

—¿Qué decías? —El guitarrista rodó los ojos, separó sus manos de las del otro ocasionando que este haga una mueca de dolor, como si estuviera herido. Adorable.

—Vamos de una vez a la puta tienda —Dijo el castaño saliendo rápidamente de la cocina, pero sin olvidar de llevar puesto un abrigo de Gerard que había sacado de su closet. Olía a una agradable mezcla de café y cigarrillos.

—El hambre te transforma, Frankie.

—Siempre fui un amargado —Repuso, los ojos avellana del chico se iluminaban a medida que seguía a Gerard. Se sentía tan cercano al él, a pesar del poco tiempo que se conocían.
***

—Ni pienses que vamos a volver a tomar esas cosas coreanas porque te voy a pegar directo en la cara —Gerard buscaba frenéticamente la leche entre los lácteos, mientras Frank elegía galletas para completar su desayuno. Finalmente se decidió por unas de vainilla que tenían chispas de chocolate.

—¿Te gustan de estas?

El pelirrojo podía acostumbrarse a vivir así. Teniendo pequeñas discusiones sobre el desayuno en el supermercado, despertando junto al pequeño cuerpo del enano, riendo de sus chistes estúpidos.

—Me encantan —Contestó, llevando la leche al carrito después de revisar que era de la marca correcta. Era muy exigente en cuanto se trataba de leche.

Estaba dirigiéndose hacia la caja cuando el sonido de algo rompiéndose contra el piso distrajo su atención. Al darse la vuelta, Frank estaba mirando inerte a un punto en la tienda, mientras el piso estaba lleno de las curuvicas de lo que antes eran sus galletas.

—Que gil —Susurró, solo para ser detenido por las manos del más bajo en sobre sus labios. ¿Estaba pasando otra vez? ¿¡Por segunda vez?! Que lo callara una vez era algo, pero dos veces era un abuso un compl—

Prozac y avellanas -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora