Capítulo X

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"And I'm just a teenage dirtbag, baby"
***

—Gee —Las mejillas de Frank estaban levemente sonrojadas al momento en que Gerard se dio la vuelta, como si estuviera avergonzado de algo.

—¿Frankie? —Preguntó, enfocando en él su atención.

Habían llegado de la tienda hace ya tiempo, pero Frank todavía no se sentaba a desayunar junto a él. Y Gerard no dejaba de pensar en que debía haber comprado esos yogurths si eso hacía que el enano se sentara de una vez por todas.

—Voy a decirlo una vez —Exclamó, poniendo sus manos detrás de su cuerpo y apoyando su peso en la cocina, intentando parecer casual.— Y prométeme que vas a hacer lo que te diga. Sin cuestionar.

Gee enarcó una ceja.

¿Era lo que él creía que iba a pasar? No habían hablado de el casi-beso que su muy heterosexual yo estaba dispuesto a darle al chico y en realidad, no tenía muchas ganas de tocar el tema. Mikey tiene razón pensó, horrorizándose a sí mismo, todo este tiempo siendo un emo gay y ahora me doy cuenta. Que asco, soy igual que Pete. Mira. Quizás no soy totalmente gay. Sólo es con Frank. Es culpa de Frank, culpa de Frank ser tan perfecto en todo lo que hace y de tene—

—¿Me estás escuchando? —La voz del castaño interrumpió el diálogo interno que estaba manteniendo.

—¿Si, am—FRANK? —Abrió los ojos como platos al darse cuenta de lo que casi había dicho. Tenía que controlar sus nuevos instintos de emo gay.

—Eh, quería que me ayudaras en algo, para, para poder ir contigo

—¿Qué pasa?

—No alcanzo el cereal —Dijo finalmente, con una pequeña sonrisa, y mirando al piso.

Gerard soltó una carcajada de alivio, mirando de reojo como la vergüenza coloraba a su castaño amigo.

—Ven —Dijo, y agarrándolo del torso, lo subió hasta alcanzar el estante. No podía dejar de pensar en lo adorable que se veía— Agarra los de chocolate por fi.

—¿Los del elefante, verdad?

—No estoy seguro de cómo reaccionar —La voz de Pete se escuchó desde la puerta, donde encontraba recostado, con las manos en los bolsillos.

Asustado, el pelirrojo soltó a Frank con un fuerte estrépito, dejándolo caer al piso y derramando su desayuno (por segunda vez en el día)

—PERDÓN —Gritó al instante, agachándose para fijarse de que no estuviera herido. Apachurró sus mejillas antes de hablarle— ¿estás bien? ¿te pasó algo?

—Creo, —Pete sonaba incómodo— creo que me voy a ir, tengo que, digo dejé a mi gato y al lavarropas encendido, es peligroso qu—

—Tu gato no está encendido. Y te quedas acá —Cortó, ya nervioso. Los ojos avellana de Frank se achinaron en una sonrisa, mientras apartaba la mano de su rostro, con cuidado de que Wentz estuviera distraído.

—Estoy bien —Susurró, asegurándose de que sólo el chico frente a él lo escuchara.— ME DUELE, AY, MI ESPALDA

—Frank, lo siento tanto tanto —El bajista se agachó hasta quedar a su misma altura. Abandonó su tono divertido para convertirse en preocupación— Lo puedo compensar, uh, te puedo pagar en, ¿masajes? ¿te gustan los masajes?

—No, odio los masajes. Y más si son tuyos —Mentira, adoraba los masajes y no tendría problema alguno en recibir uno gratis.

—En realidad, bueno —Dijo el moreno. Gerard estaba conteniendo la risa, la actuación era algo natural en el pequeño— tengo algo perfecto para mejorar esta situación

Prozac y avellanas -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora