Años después, Gerard no hubiera esperado estar observando a su hermano casarse con una chica.No es que la idea estuviera completamente fuera de los límites de lo aceptable, pero era algo inesperado. Toda su vida había observado cómo Mikey perseguía a los chicos y terminaba con su corazón roto. Era un círculo vicioso. Una y otra vez; llegó a pensar que siempre estaría así, viviendo una existencia mayoritariamente miserable. Por ello, verlo allí, con la figura engalanada en un traje y los ojos llenos de aprecio mientras Kristin daba elegantes pasos de blanco marfil al son del piano, lo hacía sentir feliz como nunca antes.
Antes de ir con su prometida, se acercó a Gerard con pasos lentos, haciendo que el momento pareciera eterno. Cuando se abrazaron, no hacían falta las palabras: los dos hermanos por fin había encontrado sus caminos. Y estaban sobrios al hacerlo, todo un logro
El mayor tenía un sentimiento que recorría su pecho y le daba más aire a sus pulmones, que lo volvía ligero como una pluma, consciente y libre de amargura. Nunca se había imaginado en una situación de tal índole.
—Estoy orgulloso, Michael —Susurró cuando lo soltó.
—Yo también lo estoy de ti —Dijo, brillante como nunca antes y empalagoso como una película yankee. Relucían estrellas en sus ojos.
Sin decir nada más ni intentar alargar el momento (todo parecía ya demasiado lento, eterno y perfecto para arruinar) el menor procedió a acercarse a su esposa y comenzar la ceremonia. Las palabras "por fin" llenaban sus mentes, de forma natural y tranquilizante.
Mikey, finalmente, se sentía bien.
***—Extraño —Comentó el hombre junto a Gerard; aunque era un poco más corpulento tenía la misma fragilidad y alegría en sus ojos. Era esa clase sentimientos que se podían percibir a simple vista; concreto, innegable y genuino.
—¿Qué es extraño? —Preguntó Gerard, moviendo sus pies al ritmo de la agitada marcha nupcial que se reproducía en su mente, y despreocupadamente tomando una copa de champagne. El líquido bailaba dorado y brillante entre sus manos.
Pensó que su bebida combinaba a la perfección con el arreglo del lugar. Se trataba de una boda al aire libre, así que el verde de los árboles se mezclaba con la suave gracia de los demás colores, entrelazándose como si se tratara de una vieja amistad encontrándose después de mucho tiempo. O así lo sentía Gerard en su cabeza, donde todo eran tonalidades y trazos, líneas pigmentadas contorsionándose sobre blancos lienzos.
—Es extraño que tú no estás llorando y Frank sí —Contestó Ray, dandole un suave codazo— quizás todo ese tinte está afectando tus funciones cognitivas.
—¿Frank? ¿llorando? —Inquirió, bajando la voz y acercándosele.
—Y ya lo creo. No lloraba tanto desde esa vez que te quedaste sin memoria y—
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Prozac y avellanas -Frerard-
FanfictionGerard probablemente era el único chico feliz de haber sufrido una casi sobredosis. Y Frank era también, probablemente, el único al que se le ocurriría flirtear en medio de una farmacia con un chico moribundo.