Capítulo XXIX

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Nota: El soundtrack de este capítulo es básicamente el álbum Three Cheers. Terminé escuchándolo porque de alguna manera todo encajaba.
***

Ya fuera del hospital. 20:00 horas.

Frank cerró los ojos lentamente. Todos los sentimientos que tenía atascados en el pecho lo hacían sentir pesado y lento, haciendo que moverse le fuera increíblemente difícil. Quería ir a su casa y dormir, como mínimo, medio año.

—Come algo —Volvió a insistir Ryan, acercando una hamburguesa rebosante de queso hacia el tatuado— te vas a enfermar muy mal si sigues así

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—Come algo —Volvió a insistir Ryan, acercando una hamburguesa rebosante de queso hacia el tatuado— te vas a enfermar muy mal si sigues así. Y yo no voy a estar para llevarte el desayunito a la cama, no señor. Soy enfermero, pero no la sirvienta de nadie.

—No tengo hambre —Susurró el aludido, no queriendo mirar al chico directamente. Se limitó a dar unas cuantas caladas al cigarrillo que tenía entre los dedos; sus ojos café estaban más oscuros que de costumbre, como si hubieran sido drenados de color— además, esa chatarra me va a dar cáncer con todos los químicos que tiene y—

—No juegues con el cáncer —Cortó Ross, ladeando su sonrisa levemente. Las palabras le salían ásperas pero de alguna forma, no tenía una imagen amenazante.

—Ya sé, es de mal gusto. Blah, blah, blah.

—Y si algo te va a dar cáncer —Añadió, batiendo sus largas pestañas cuál película— van a ser esos cigarrillos. Frank, te vas a arruinar, no bromeo.

—Quizás quiero arruinarme —Contestó, poniendo sus dos codos en la mesa de ébano y acercándose al rostro del chico. Su tono de voz bajó, dándole un matiz más misterioso— ¿No se te ocurrió que estoy eligiendo esto?

—¿A qué te refieres?

—Es simple —Masculló Iero, tirándole humo por el rostro. Ryan tosió— quiero enfermarme. Obtener figurativamente todo lo que es Gerard: tomar su maldito veneno, sus pastillas y enfermarme. A él no le importará romper las esperanzas de un corazón que no recuerda.

—Eres un maldito idiota —Lo calló Ross, estirando su mano hacia él. De un fluido movimiento, le sacó el cigarrillo y sin pensarlo dos veces, lo tiró al sucio suelo.

—¿¡Qué mierda te pasa?! —Exclamó, enojado. Su rostro estaba lleno de rabia, como si el chico lo hubiera insultado gravemente.

—¿Qué mierda te pasa a vos?

Frank parpadeó varias veces y miró directamente a las irises del otro. Sintió una puntada en su pecho, sintiendo prácticamente que su amigo lo había golpeado físicamente.

—Voy a recordar a Gerard, quieras o no —Exhaló, poniendo una mano en su cuello, preocupado. Su bonito rostro reflejaba sus pensamientos cuál libro abierto— con alcohol, o sin él. Con nicotina o sin ella. Todo me hace acordar a él, es ridículo... si tengo que ahogarme en mierda para superar esto, lo haré. No es nada nuevo para mí, el dar todo por alguien y que esa persona desaparezca.

Prozac y avellanas -Frerard-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora