T R E C E

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T R E C E

—Reto número tres: Bailar Hip-Hop en un club de la ciudad y ganar en la ya dicha competencia —lee Rachel en voz alta de su cuaderno.

—¿Bailar? —cuestiono incrédula, levantando una ceja. No, yo no lo haré ni loca. No sé hacerlo. Rachel asiente con una reluciente y brillante sonrisa, la cual atrae a todos los hombres. ¡JÁH! Yo hablando sobre el sexo masculino. Irónico, ¿no? —. Oh... Yo no sé hacerlo —admito encogiéndome de hombros.

—¡Descuida, Tay! Es fácil, sólo imita los movimientos que observas desde una pantalla colorida que estará frente a ti y a tu rival —me explica, pero yo no puedo entenderlo del todo. Me siento una completa inútil.

Nos adentramos al pequeño auto de Julie e, instantáneamente, todas nos abrochamos el cinturón. Al llegar al club más cercano a nosotras, observamos al guardia impidiendo la entrada del sitio a cualquier menor de edad. A nosotras nos falta sólo un año, a Julie dos.

Todas nos preguntamos qué rayos iríamos a hacer. Pero Rachel es la primera en ocurrírsele una idea.

—Quizá pueda conquistar a algún muchacho mayor que nosotras y así él pueda distraerle al guardia —dice con una sonrisa maliciosa, al igual que su plan.

¿De verdad esto funcionará? Lo sé, algo muy difícil de planificar o de predecir. Pero podríamos intentarlo, quizá.

Julie y yo asentimos y ella ya había escogido a su inocente presa. Nosotras observamos su escena desde lejos, pudiendo perfectamente ver cómo Rachel mueve sus pestañas una y otra vez o, cómo toma un mechón de pelo y lo enreda entre sus dedos, haciendo que el chico caiga ante ella como lo ingenuo que es.

Luego de que terminen de hablar, Rachel se dirige hacia nosotras, que estamos paradas como unas estúpidas mirando cada escena de coqueteos que se nos presentaba ante nuestros pobres ojos.

Rachel, al posicionarse junto a nosotras, se cruza de brazos observando a su presa hablar con el guardia. El muchacho lleva al guardia hasta un pabellón oscuro que se encuentra a mitad de la cuadra del club. Rachel le guiña el ojo a su ingenua presa en forma de agradecimiento y las tres nos adentramos al club sin ser descubiertas.

—Bien, aquel es el juego —dice Rachel señalando a una esquina a dos chicas intentando ganarse a la otra con movimientos extraños y rápidos, imposible que yo pueda hacerlos.

Pongo los ojos en blanco y la miro a Julie, su rostro está igual que él mío, pero aún más pálido.

—Yo comenzaré —nos avisa Rachel, encaminándose hacia el montón de personas que se encuentran observando a las dos chicas bailando.

Nosotras dos nos posicionamos frente al diminuto escenario que se encuentra para poder desplazarse y bailar a lo ridículo. La competencia de mi amiga se trata de una chica alta, delgada y de tez pálida, su cabello es de un negro azulado y perfectamente lacio y suave.

Observo cada paso rápido que mi amiga y su competencia realizan. Debo admitir que Rachel baila excelentemente bien, hasta podría decir que es profesional en esto. Aunque, no quiero imaginármela famosa dentro de unos años; sería extremadamente raro.

Al terminar el baile, rápidamente la pantalla salta de un rosa chillón a un violeta opaco, indicando que mi amiga es la campeona.

—¡Has estado genial! —exclama Julie colgándose de los hombros de Rachel. Yo la felicito como la buena amiga que soy...

¿Qué? ¿Alguien quiere oponerse a aquellas dichas palabras?

Un chico de melena castaña oscura y tez bronceada sube al mini escenario con un micrófono en su mano izquierda. Éste lo enciende y se lo acerca a su boca para poder decir algunas breves palabras.

Ella es el chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora