V E I N T E

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V E I N T E

Desde que Rachel me ha contado acerca de mi supuesto "enamoramiento por Elliot", he intentado ignorarlos a él y a ella. Si llegaba a encontrarlos a ambos durante horas escolares o en la calle, simplemente les daba la espalda o huía rápidamente de allí a pasos largos y rápidos. Aún seguía en shock. Es la primera vez que me sucede esto y la verdad es que no sé qué rayos hacer.

Bueno, no es la primera vez. Pero ha pasado tiempo ya desde aquel horrible y fatídico desliz.

—¡Vamos, Tay! ¡Sal de la habitación! No puedes permanecer allí recostada en tu cama por una eternidad... —Me grita Jason desde el otro lado de la habitación.

Lo cierto es que él no sabe lo que realmente me ocurre, únicamente Rachel. Y lastimosamente es a ella a quien vivo ignorándola. Y a Elliot... Pero él ya es un caso perdido. Yo sólo digo, ¿no? Aunque admita —eso no quiere decir que lo esté confirmando, es sólo una mera suposición— que Elliot quizá me guste, eso no cambia en nada; debido a que él nunca se fijaría en una chica común, corriente —no nos olvidemos de problemática— como yo. Él tiene esperando a una larga fila de mujeres demasiado hermosas, y después estaría yo —la tonta e ingenua que cree que su amor podría ser correspondido, pero son sólo puras ilusiones que pronto serían destrozadas—.

—¡Déjame, Jason!

Grito, colocándome la almohada sobre mi cabeza de manera irritada.

—Pero estoy preocupado, has estado aquí encerrada parte del viernes, todo él sábado y ¿también quieres hacer lo mismo hoy domingo? —cuestiona estupefacto.

Lentamente, me voy incorporando de la cama. Me coloco mis vans negras y mi gorro preferido. Finalmente, me decido por salir de mi cuarto, encontrándome a un extraño y preocupado Jason sentado contra la pared en el angosto pasillo de nuestra casa; el cual separa todas nuestras habitaciones.

—¿Mejor?

Pregunto con aire de superioridad, como si nada me importase. Él intenta curvar una sonrisa forzada, y eso le es en vano.

—Mejor —afirma aún con la dichosa sonrisa.

Decido por mí misma que no sería una mala idea ir a tomar un helado a la plaza que se encuentra bastante cerca de mi casa; pero no sin antes haberle avisado a Jason. Mis pasos van siendo cada vez más firmes y decididos, con dirección a la heladería anteriormente mencionada. Al vendedor le regalo una sonrisa, tras darme mi helado en pote de sabor a chocolate. Me siento en una banca, la cual da hacia la plaza repleta de sauces.

Pero, de repente, siento una mano posicionarse sobre mi hombro. Me estremezco, siento un espeluznante escalofrío recorrer mi columna vertebral, desembocando en mi hambriento y gustoso estómago.

—¿Taylor? Oh, claro que eres tú. Es una remota coincidencia poder encontrarte aquí, ¿no crees? —curiosea una chica posicionada junto a mí, quien parece ser que me conoce.

Se trata de una mujer alta, delgada, de tez demasiado pálida —hasta podría parecerse a un vampiro— y de una melena larga, oscura y suave como las pompis de un bebé —quizá eso haya sonado extraño, pero qué va—.

Al rato, me percato de quién se trata.

—Beth, Beth Hoover. ¿Cierto? —cuestiono, aunque sé perfectamente quién es ella. La mujer que le rompió el corazón a Jason, mi hermano y quien hace poco la encontré en el bar en el cual Rachel le ha ganado en la competencia de baile.

—Claro, me recuerdas... —murmura algo bajo, aunque puedo oírle perfectamente bien—. Aunque no sé si recuerdas que hace poco nos vimos y.... tú sabes, no fue un lindo reencuentro que digamos...

Ella es el chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora