D I E C I S I E T E

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D I E C I S I E T E

Pensando, pensando y pensando. Eso es lo que no puedo evitar hacer respecto al campamento que podría llegar a ir este fin de semana. Sólo tengo este día para meditar tranquilamente porque hoy por la noche iríamos a salir para llegar bien mañana temprano.

Mi cama se está convirtiendo en un hábito usual para mí, no dejo de utilizarla únicamente para dormir, claro está, y para pasar horas y horas pensando en cosas que no puedo decidir en el momento en cuanto me lo proponen.

—Toc, toc. —Oigo que tocan la puerta de mi habitación.

Tras oír el ruido, esa persona se adentra a mi cuarto. Su hocico se encuentra detrás de la puerta y su cuerpo parado inquietamente sobre el umbral.

—Has estado demasiado tiempo recostada en tu cama. ¿Ocurre algo? —curiosea Jason de manera preocupada.

Su pregunta provoca un completo revuelo en mi cuerpo. Pues la mejor pregunta aquí sería qué no me ocurre. Desde que he ido a la fiesta de Alisson y he conocido a Elliot, mi vida ha adquirido un cambio de 180°.

—Supongo que sólo estoy cansada, Jason —respondo, pero sé perfectamente que de ninguna manera se ha tragado mi estúpida mentira.

Su ceño se frunce de forma inconsciente y lentamente va adentrándose a la habitación con el fin de acomodarse en mi confortante cama y apoyar sus manos sobre mis muslos para consolarme.

—Tay... —dice mi nombre en un leve suspiro—. Si algo te sucede, no dudes en contarme —finaliza, de modo que se levanta y se dirige seriamente hacia la puerta para poder irse de mi habitación.

Pero —por más que parezca increíble— no se inmuta en irse ni nada por el estilo. Permanece ahí parado en el umbral de mi puerta, intentando hablar y buscando las palabras indicadas.

—Estoy para ti. No lo olvides —agrega, finalizando con un suspiro y quitando su mano sobre la pared.

Yo me limito a asentir y, a la vez, niego con la cabeza para que no se preocupe. Si de verdad me sucede algo —pues aún no lo sé, necesito apoyo moral por parte de mi mejor amiga—, claramente, no hablaré con él por el mero hecho de que es mi hermano varón y me es demasiado incómodo hablarle acerca de mis absurdos amoríos o algo así.

De pronto, mi celular comienza a vibrar. En la pantalla se puede ver claramente el nombre de Rachel. No me extraña...

—Hola Rachel. ¿A qué viene tu llamado? —curioseo, colocando mi celular sobre mi oreja para poder oírla.

—Necesito que me confirmes si hoy irás o no, necesito tu decisión —alega con voz ronca, seguro debe haber dormido una pequeña siesta.

—Hmm... Hmm... Aún, realmente no tengo una respuesta definitiva. ¿No puedes esperar hasta la noche? —titubeo de manera desconfiada y nerviosa.

—Okay... —suspira derrotada—. Pero no más de eso. Mira que saldremos por la madrugada —finaliza y cuelga de manera inmediata.

Bien... ¿Quedarme o irme? Todo un dilema. Esto es una complicada decisión. Si me quedo, no malgastaré mi fin de semana peleándome con Elliot. Pero, por otro lado, si voy, Rachel se pondrá contenta y no estará sola sin mi más apreciado consuelo. Okay, bien. Creo que exagero un poco con lo del consuelo...

«¡¿Un poco?!»

Okay... Sinceramente, he exagerado demasiado, pero esa soy yo, una loca fanática por lo dramático. Sí, mi perfecta descripción. Aunque omitiendo la parte de lo gruñona, odiosa, resentida... Bueno, mejor ni sigo.

Ella es el chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora