Taylor Smith es sinónimo de problemas. Aunque muchas veces también se la asocia con un chico. Siempre tuvo un carácter fuerte, por lo que si te metes con ella debes tener cuidado. Sin embargo, todo cambia en cuanto asiste a aquella fiesta de cumplea...
Soy consciente de que he cambiado algo luego de que me he dado cuenta de que de Elliot es de quien estoy enamorada. Pero no sabía que este cambio tan drástico iba a terminar siendo muy notable. Así como están leyendo, sí como leen, Rachel va a hacerme un cambio de look. Si quiero que Elliot se fije más en mí, debo comenzar yo el juego. Y esto será lo primero de mi lista.
Okay... Sé que deben estar pensando que soy una zorra por querer cambiar por Elliot mientras que estoy teniendo algo extraño con James Wilson. No obstante, aún no es oficial. Ayer salimos y todo, pero no siento lo mismo que por Elliot. Cuando Russel está junto a mí, siento en mi estómago dinosaurios —no mariposas, di-no-sau-rios— queriendo salirse de él.
—Quédate quieta, Tay.
Un gemido de dolor se escapa de mi garganta al momento en que Rachel tira de mi melena.
—¿Crees que así Elliot se fijará en mí? —Sobre mi rostro, un notable ceño se frunce.
Ella lleva su dedo índice y lo posiciona justo por la mitad de mis dos cejas fruncidas.
—No hagas eso, tu cara parece que tiene arrugas. —Ruedo los ojos y carcajeo—. Acerca de lo otro... no lo sé. Es Elliot, es impredecible.
—Y, también, es tu primo. Debes conocerlo mejor que yo.
Cierta obviedad en la afirmación que digo se nota en mi tono.
—Sí, pero no sus movimientos. ¡Diablos, Tay! ¡Ni que fuéramos hermanos!
Agita ambos brazos por sus costados. Yo me inclino de espaldas un poco hacia atrás debido al horrible dolor que mi amiga rubia causa en las hebras de mi cabello.
—Eres hermosa siendo tú, Tay. No cambies sólo por un chico—. Mira el reloj que se encuentra en su diminuta muñeca—. Y sé que he dicho que puedes hacerte un cambio de look, pero dentro de lo que a ti te gusta. No quiero que aparentes igual a mí. Quiero tan sólo arreglarte. Pero si no quieres...
—No, no. Sí quiero.
Afirmo decidida a tan sólo poder ser notable ante sus difíciles ojos.
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Sé que quizá ayer recibí un golpe de susto en cuanto Russel se acercó hacia James y a mí. Sin embargo, el motivo les sorprenderá: quería encontrarme porque el director necesitaba hablar conmigo. Pero hoy es domingo y hasta el día de mañana no podré hablar.
Un golpe en la puerta de mi habitación hace que salte en mi puesto debido al susto que provoca en mi sistema.
—Adelante.
La puerta se abre dejando entrar y verse a un Elliot aburrido y perdido.
—Sólo... —Juguetea con sus manos, mientras que sus ojos están clavados en el frío suelo de madera oscura— ¿Por qué estás vestida así... tan arreglada?
