Una cascara vacía

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El dolor que sentía Lucy era atrapante y ahogante, no sabía cómo escapar de ello o como acabar con él, aunque el vacío que sentía era aún peor. Sabía que la depresión estaba llegando para consumirla, no sabía cuánto tiempo había pasado con exactitud.

Dos semanas quizás, había perdido la cuenta porque Wyatt le daba pastillas para dormir trituradas con la comida, pasaba más tiempo dormida que despierta y cuando lo estaba, deseaba poder estar en el reino de los sueños, al menos allí podía llevar su vida soñada. Lloró de rabia y dolor, sabía que el día de fingir delante de su familia estaba por llegar, las veces que Wyatt venía era para darle "noticias" y nuevas advertencias, la peor llegó hace poco.

Recordó la conversación:

Estaba recién despierta y estaba aún atontada por la droga que le daba Wyatt cuando él entró con una gran sonrisa en su rostro, parecía un ángel. Nadie podría adivinar que era el mismísimo diablo caminando por ahí, o al menos lo que podría ser el diablo.

Ella antes pensaba que era guapo, angelical, inteligente, bueno y dulce... que tonta fue. No vio la maldad detrás de sus ojos o la burla en sus sonrisas, o que era un demonio que le iba a destrozar la vida hasta convertirla en nada más que cenizas. Se limitó a verlo acercarse a ella, se sentó a su lado y le acarició la mejilla, al tiempo que peinaba su cabello hacia atrás para verla a los ojos.

—Hola Bella —le dio una perfecta sonrisa, la cual derretiría las bragas de cualquier mujer, pero con ella ya no funcionaba, sabía la maldad que ella escondía.

Lo miré con odio, solo inclinó la cabeza divertido. —Tengo una excelente noticia, no podrás creerla y te harás tan feliz como a mí, nena —le dio un golpecito en la nariz con el dedo índice.

Eso la hizo apretar la mandíbula, intentó sentarse, pero su cuerpo no expulsaba del todo la droga por lo que se cayó de nuevo, se sintió indefensa y asustada, en ese estado él podría hacerle lo que quisiera y no lograría hacer nada.

—Tranquila, no hay necesidad que te esfuerces, Arabella —levantó una ceja y la miró con sus ojos azul hielo, aquellos que solo desprendían maldad y frialdad.

—Habla —espetó Lucy, lo único que funcionaba era su voz.

Wyatt sonrió más ampliamente. —Seremos tíos, Bella —anunció, ella se quedó petrificada—. Elizabeth va a tener un bebé de Lucas.

— ¿Un bebé? —musitó con los labios temblorosos y los ojos se le llenaron de lágrimas al descubrir la alegría de Wyatt, él tenía alguien más con quien amenazarla y hacerla hacer lo que él quisiera.

—Sí, preciosa, serás tía —frunció los labios—, aunque eso depende de ti —sonrió con frialdad.

— ¿Qué quieres a cambio de dejar a Lizzie tener su bebé y de que no le pase nada después de que nazca? —Lucy cerró los ojos, sabiendo que Wyatt le pediría algo que la destrozaría por completo.

—Es muy fácil, Bella —se inclinó hasta estar muy cerca de ella—. Irás a la audición de Broadway, donde aparecerá el chico ese con el que estabas y le dirás que estás conmigo sino haces que se aleje, haré que mis hombres lo maten —le advirtió.

Lucy tragó saliva y abrió los ojos—: Esta bien, Wyatt —se rindió, no tenía otra alternativa. No dejaría que lastimen a Lizzie o a Jake por su culpa, haría todo lo que estuviera a su alcance para proteger a sus seres queridos.

Volvió al presente y lloró con más fuerza, en unas horas iría a Broadway a su audición. 

 

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El trato de Jake y LucyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora