Esa noche Lucy decidió vestirse y salir a tomar unos tragos, necesitaba con urgencia alcohol en su cuerpo. Algo que adormeciera el dolor, el pasado y la hiciera dejar de pensar, sí, eso era lo que ella necesitaba. Su ropa consistía en unos Jeans ajustados arremangados en la pantorrilla, una camiseta sin mangas de Marilyn Monroe, su chaqueta negra de cuero y completó el conjunto con unas botas de cuero hasta los tobillos negras estilo vintage.
Se peinó el cabello y lo dejó suelto. Se maquilló de forma misteriosa, sin parecer exagerada. Se puso sus aretes favoritos y estuvo lista, tomó su pequeño bolso de lado de cuero y salió de su apartamento, no tardó más de unos minutos en llegar a su auto y dirigirse a Fire Rising. La mente de Lucy daba vueltas, ella salió del auto con paso decidido. Algunos borrachos gritaron obscenidades pero ellas las ignoró, miró al gorila del bar y este le sonrió en señal de reconocimiento.
—Claus —saludó al pasar a su lado.
Se dirigió directamente a la barra sin mirar a ningún lado. Se sentó en un taburete desocupado y llamó con el dedo al guapo bar tender.
—Hola guapo, dame algo fuerte —pidió Lucy, esté la miro sorprendido.
—Enseguida, preciosa —le dijo, mientras se iba para servírselo. Se lo puso delante—. Fuerte, como pediste.
—Gracias, guapo —le guiñó un ojo y llevó el trago a sus labios, dio un sorbo. Sintió el alcohol por donde pasaba.
—De nada, si necesitas algo más, hazme una seña —ofreció coqueto él bar tender.
—Claro —aceptó Lucy y volvió a tomar otro trago.
Sí, eso comenzaba a adormecer su cuerpo. Más vale que fuera rápido, pensó Lucy melancólica. Se dio la vuelta para ver la gente bailar, vació el trago de un golpe en su garganta y se dirigió a la pista. Ya en la pista, cerró los ojos y comenzó a bailar, eso bastaría para hacerla olvidar todo lo de ese día y era afortunada, toda su vida.
Un hombre rodeo su cintura. —Lucy —esa voz, sin dudas era Cory.
Ella se dio la vuelta. —Hola Cory —siguió bailando. Él la miraba con deseo.
— ¿Qué haces sola? —preguntó mirando alrededor.
—Bailar, beber —explicó encogiéndose de hombros.
— ¿Para? —quiso saber Cory.
—Olvidar —esa simple palabra, era lo que ella más deseaba.
— ¿Olvidar? Creo que puedo ayudarte con eso —comentó Cory enarcando una ceja.
— ¿Sí? ¿Cómo? —Ella lo miró directamente a los ojos.
—Tengo unas pastillas que te hacen olvidarlo todo por unas horas —respondió y sonrió—. ¿Te interesarían?
—No tomaré ninguna droga contigo —gruñó ella. Él se rio.
Le susurró al oído. —Entonces no lo hagas, llévatela y tómala cuando estés en tu apartamento. Después me dices si te ayudó.
Lucy se lo pensó. —Está bien —aceptó la oferta. Cory se sacó del bolsillo un envase pequeño de pastillas, sacó una y se la dio.
—Al día siguiente parecerá que tuviste una resaca, nada más, tómala con algún líquido que no sea alcohol —recomendó él.
—Okay, gracias Cory —ella se acercó más y depositó un beso en la mejilla de él.
Cory sonrió con picardía. —Que excelente forma de agradecer —la atrajo hacía su cuerpo—. Muy dulce, pero porque no me das un beso en toda regla —y con esas palabras juntó sus labios con los de Lucy, profundizando en un beso salvaje y agresivo.
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El trato de Jake y Lucy
RomansaAunque lo increíble los acompaña, también lo hace la oscuridad. La música los une, el odio los repele pero su trato y atracción los acerca. El pasado jamás se queda donde lo dejas, siempre te seguirá... hasta el final.