Ignorando el dolor

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El dolor atenazaba a Lucy, quien se acercó a la pared de cristal de la sala y admiró los rascacielos a su alrededor, la soledad y la oscuridad la ahogaban cada día con más fuerza. Se sentía presa de sí misma, estaba perdiendo la esperanza que le quedaba en este maldito infierno donde Wyatt jamás la dejaría escapar.

En ese momento recordó la pícara sonrisa de Jake y sintió las lágrimas quemar en sus ojos, estos se inundaron de lágrimas sin derramar.

¿Dónde estás, mi dulce amor? Pensó Lucy con amargura y dolor.

Ya no quedaban esperanzas de ser rescatada de la muerte lenta que le tenía preparada Wyatt, su depredador. De solo pensar que él la olvidará, a Lucy se le rompía el corazón, porque muy dentro de ella, jamás podría renunciar a él y a su amor.

Los hermosos recuerdos que atesoró con Jake, la mantenían viva, igual que la inestable llama de su esperanza, en sus sueños aparecía para rescatarla, pero cuando despertaba, la realidad era otra. Hay veces donde renunciar a quienes se ama, es lo mejor para mantenerlos vivos, aunque a cambio de ello entregas la vida y la libertad.

—Arabella —escuchó la voz de Wyatt, aunque era una voz "amable" supo que lo que llevaba esperando por semanas, estaba llegando.

Se mantuvo firme y reprimió su miedo.

—¿Qué? —siseó Lucy y se volteó a mirarlo.

—No me hables en ese tono —se acercó con pasos amenazantes y la abofeteó.

Su piel ardió con la bofetada, pero no se llevó la mano para calmar el ardor. Se irguió lo más que pudo.

—Déjame ir, Wyatt —exigió Lucy con rabia y odio, mantuvo las lágrimas de dolor a raya.

—Jamás, querida —se rió en su cara, mientras se detenía justo frente a ella—. ¿Cuándo lo entenderás?

Tocó la mejilla de ella con la misma mano con que la golpeó. —Jamás, querido monstruo —apretó los dientes y lo asesinó con la mirada—. No mereces mi sumisión, no mereces nada mí, maldito bastardo.

No vio venir el golpe que le dio en el estómago, el aire fue expulsado de su cuerpo, se dobló y cayó de espaldas al suelo.

—¿Otro insulto, bella? —él la miró con lujuria brillando en esos ojos de demonio.

—Eres... —intento recuperar la respiración—, el mismísimo... diablo.

Wyatt soltó una carcajada. —Que divertido, querida, todos piensan que soy un guapo ángel que vino a la tierra para ser tu caballero de brillante armadura.

—Más bien mi verdugo —se intentó parar, pero él la agarró por el cabello y la hizo mirarlo.

—Siempre, hermosa, nunca hay placer sin dolor —antes de que ella pudiera replicar, la comenzó a arrastrar hacía la habitación.

—No —gritó Lucy e intentó agarrarse a algo, pero él la halaba con más fuerza—. ¡Ayuda!

Lo golpeó con sus manos, intentó morderlo pero era inútil. Escuchó la puerta abrirse, la lanzó adentro de la habitación. La caída la hizo golpearse la cabeza, por unos segundos su visión se tornó negra. Escuchó pasos, luego la volvió a agarrar por el cabello, cuando su visión se aclaró vio al hombre que acabó con su bebé y ahora iba a acabar con ella.

—¡Wyatt, no! —gritó mientras forcejeaba, pero él la llevó a la cama y la tiró.

—Eres mía —gritó de vuelta—. He esperado demasiado por ti, querida. Ahora eres mía ante todos nuestros conocidos y pronto lo serás ante la ley.

El trato de Jake y LucyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora