2.

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—No me mires así—murmura Miguel, y se deja caer en el verde césped junto a su mochila y libro.

—¿Entonces, cómo quieres que te mire?—Ruben se sienta a su lado, y pasa uno de sus brazos por los del pelinegro.

—No lo sé, pero no así.. me incomodas y.. me pones nervioso, s-sólo un poco—observa esos ojos verdes, y esconde su cuello en el hombro del mayor.

—Me gusta ponerte nervioso, me gusta saber que soy el único que puede ponerte de esa forma—murmura en el oído de Miguel, y muerde su lóbulo despacio.

El ojinegro cierra los ojos al sentir el tacto de los fríos labios de su novio, y frunce los suyos tratando de ahogar algún gemido que los demás estudiantes podrían llegar a escuchar. Toma el rostro de Ruben y lo gira, haciendo que su boca se despegue de su oído.

—Aquí no, sólo espera hasta estar en un lugar privado.—ordena Miguel con un tono mayoritario, y Ruben ríe.

—El que manda aquí soy yo, gatito—pasa sus dedos por el pecho del menor y, con una sonrisa coqueta, agrega—Si quiero que te pongas de cuatro para mí lo harás, porque yo te lo pido.—las mejillas de Miguel se tornaron rojas hasta tal punto que quemaban, y no sólo por las palabras sucias de su novio, sino también por el apodo.

—R-Ruben, sólo relájate ¿vale? No todo en la vida es follar, y follar.—mira sus labios, y luego observa sus ojos con paciencia, no le gustaba mucho que el mayor sea tan pervertido, a él le gusta ir lento en una relación, sentir el amor y luego pensar en las relaciones. ¿Acaso tener sexo es tan importante?—Sólo comprende que soy de esas personas que les gustar dar pasos lentos, y tú eres todos lo opuesto a mí Ruben.

—Lo sé, pero hay algo en ti que hace que todo ese lado salvaje salga de mi cuerpo a flote. Poder estar dentro tuyo y hacerte gritar de placer me tiene cachondo de tan sólo imaginarlo, poder besar tu cuello con libertad alguna y saciarme de tus gemidos mientras pides por más placer—toma con posesividad la mano del moreno, y deja un casto beso en sus dedos.—Me tienes loco, Miguel. Me tienes jodidamente a tus pies.. o mejor dicho, rodillas—guiña un ojo, y el menor rueda los ojos antes el 'cumplido' no tan agradable.

La campana suena, haciendo que ambos se levanta del césped y luego de minutos caminaran hacia la salida de la preparatoria.

Miguel no entendía por qué la necesidad de tener tanto apuro en tener sexo. Es tan raro, es decir, cuando este conoció a Ruben en aquella fiesta... se veía tan inocente, tan puro y de tan sólo verlo ahora, es raro. ¡Y sólo han pasado unos cuantos meses! Pero, el ojinegro no sabe todo lo que le hace causar al ojiverde, cada movimiento que hace lo vuelve loco y no, literalmente no.

Caminan tomados de las manos, sintiendo algunas miradas de los profesores o alumnos que transcurrían por los pasillos casi vacíos; salen luego de haber cruzado la entrada del instituto y Ruben toma las llaves del su auto rojo.

—¿Clases de música o a tu adorada casa, primor?—abre la puerta de copiloto y hace una reverencia, Miguel ríe.

—Clases de música—y con eso ambos se adentran al automóvil.

Ruben enciende la radio, y la música crea un ambiente neutral entre ambos. Ruben contaba chistes realmente estúpidos, y Miguel se reía por la forma en la que los ojos de su novio brillaban cada vez que contaba alguno o como sus hoyuelos se formaban cuando ahogaba una carcajada.

Simplemente aceptaría al Ruben 'pervertido' , y aunque se quejase..

No perdería nada. 

Hickeys|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora