6.

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—Juró que iré a partirle el rostro ahora mismo, Miguel—Alex suspira acariciando los cabellos negros de su mejor amigo, y mira a Mattius tratando de que diga algo.

—No me mires así, me siento mal—el ojiazul murmura, y suspira—No pensé que todo se saldría de las manos, lo lamento Miguel—el nombrado levanta la cabeza, y deja ver sus ojos algo rojos por haber llorado tanto.

—La culpa es mía por haberte metido en esto, y crear la broma—seca con su puño una lágrima, y mira a Alex con una sonrisa—No te preocupes, no era tan bueno en la cama—los tres ríen, y luego de un silencio deciden pararse del suelo del baño.

Mattius arregla su cabello, y mira a Miguel por el reflejo el espejo. Él sabía que su hermano, Mark, había metido a Ruben en una apuesta, pero no creyó que el ojiverde la haya aceptado, se sentía mal por el pelinegro que tenía la necesidad de hacer algo para ayudarlo.

—Matt, tienes algo aquí..—Miguel se acerca al nombrado, y trata de quitar una pluma en el cabello enredado del ojiazul, pero uno de sus dedos termina enrollándose en uno de sus rulos.

Alex ríe, y con cuidado lo ayuda a desenredarse. Mattius se sonroja, y Miguel moja su rostro tratando de deshacerse de los rastros de lágrimas, odiaba llorar y aún peor si es por una persona que valoró más una estúpida apuesta que el sentimiento mutuo.

—¿Qué les parece si hoy vienen a mi casa, vemos una maratón de Star Wars y engordamos con todas las chucherías y palomitas, que dicen?—Alejandro propone, y camina hacia la salida del baño, y detrás de él los dos restantes.

—Sería divertido, además me alejaría de casa por un momento—Mattius responde buscando su mochila que había dejado en la entrada de los baños.

—¿Pasa algo en casa, Matt? Sabes que puedes contar con nosotros, nos hemos conocido en toda esta semana y sabes que tienes nuestra confianza—esta vez habla Miguel preocupado.

Odiaba que la gente pase por lo que el pasó en su niñez. Se podría decir que solía tener un padre alcohólico, y una madre estresada por estar a cargo de todo. Años después, su progenitora se cansó y los abandonó a ambos, fue aquel día en donde su padre se dio cuenta de todo sus errores y llegó a sacar adelante a su familia, y Miguel lo admiraba por aquello.

—Yo..uhm, mamá y papá están pensando en enviar a Mark a un reclusorio, ya saben está metido en las drogas y esas cosas, así que para saltarme todos esos gritos siempre escucho música en mi cuarto o salgo de casa, no es la gran cosa—alza los hombros, pero podías ver la tristeza en sus ojos azules.

—Ahora que no tengo a nadie tratando de marcar territorio en mi cuerpo, puedo asegurarles que si tienen problemas vengan a mi casa y pasaremos la mejor noche de nuestras vidas—Miguel alza las cejas con diversión, y Alejandro golpea su brazo.

—No tenía planeado perder mi virginidad a esta edad, pero vamos.. tienes pinta de ser bueno en la cama—le guiña un ojo a su mejor amigo, y Mattius se echa a reír a carcajadas.

—Cállate, Bravo.—una sonrisa aparece en sus labios, y agrega—Será mejor que eso se lo digas a Frank, allí viene..

Alejandro se voltea con rapidez, y mira el suelo nervioso. Todos sabían que Alejandro estaba 'enamorado' de Frank, pero este era muy tonto como para darse cuenta.

—Hey, Alex—en sus manos traía una mochila—Encontré al novio de tu amigo con esto, vi que estaba rebuscando algo pero supongo que le pertenece.. a él—señala al ruloso, el cual toma la maleta de un tirón tratando de ver porqué Ruben husmeaba su mochila.

—Frank, no somos novios—Miguel interrumpe, y Alex rueda los ojos.

—Oh, lo sient..

—No te disculpes, era un patán.

Ríen.

—Ehm, Alex.

—¿Sí?

—M-Me estaba preguntado si querías ir este viernes a tomar un helado o.. al lugar que tú quieres, ya sabes ¿cómo una cita?—murmura, y agrega—Es como una cita.

Alejandro sonríe, y asiente.

—Me encantaría.

Frank le da un pequeño abrazo, y camina hacia su grupo de amigos. Pero, Ruben iba caminando hacia ellos tres y él único que pudo darse cuenta es Matt.

—¿Dónde está tu maldito hermano?—el ojiverde lo sostiene del cuello, y el ruloso trata de zafarse de su agarre.

Miguel toma de los hombros a Ruben, y de un tirón lo jala hacia un lado.

—¿Dónde está tu hermano?—vuelve a preguntar molesto.

—N-No lo sé, no lo he visto en la mañana.

Y con eso Ruben se va.

Y lo peor para Miguel fue que el castaño no se dignó a mirarlo en ningún segundo. 

Hickeys|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora