Miguel observa como su madre sale del cuarto. Alfie está parado, con las manos en el bolsillo de su chaqueta y esperando a que el pelinegro hable. Miguel se sentía nervioso, ¿qué pasaría si lo que dijo Jason era verdad? ¿Qué haría? Pero mientras trata de buscar las palabras adecuadas para decirle a Alfie, este ya se encontraba hablando.
—Supongo que Jason te dijo, ¿no? —Miguel se sorprende de escuchar aquello, pero no lo demuestra. Asiente levemente, y juntas sus manos, tratando de no parecer muy nervioso ante la mirada penetrante de Alfie. —Ese bastardo, no puedo creer que haya abierto su bocota. —Alfie murmura para sí mismo.
— ¿Por qué? —pregunta el ojinegro, enderezándose en la cama, aún con el fólder de manila en su regazo.
—Ruben y yo hemos sido como hermanos durante muchos años. —Alfie toma asiento en la silla blanca que estaba al lado de la camilla. Miguel lo observa, curioso. —Y hemos tenido demasiadas peleas, pero nuestra amistad, aunque cueste creerlo, nunca se rompió.
— ¿Y eso les hace ser leales? —pregunta Miguel, sosteniendo el fólder con fuerza. Tenía miedo de que Alfie se lo quitara, como dijo Jason, él podía estar haciendo cualquier cosa detrás de sus espaldas por sacar a su mejor amigo de la cárcel.
—No sólo eso, Miguel. —Alfie suspira, pasa sus manos por su castaño cabello, y Miguel suelta un suspiro. Alfie era guapo, demasiado, pero esto era más importante. —Nuestros padres, ambos pertenecían a una secta.
Miguel se queda estático. ¿Había escuchado bien? ¿Una secta? Ahora entendía el comportamiento de Ruben, quizá todo se deba porque su padre nunca fue un buen ejemplo. Y ahora que lo recuerda, quizá el ojiverde se lo haya comentado alguna vez.
— ¿Diabólica? —Alfie ríe. Su risa hace eco en la habitación, y con cada carcajada Miguel se siente cada vez más pequeño.
—No, ¡dios! —Alfie coloca sus manos en sus muslos, y sus dedos se mueven de lado a lado, estaba ansioso y Miguel también. —No sé cómo explicarlo, era una secta rara. Demasiado rara. Sólo iban hombres casados y que su primogénito sea un varón. Nunca me explicaron de que trataba, pero supe por Ruben que tenía que ver con sangre.
— ¿Vampiros?
—Ni se acerca, Miguel.
—¿C-Cómo eso les hace ser unidos?
—Los hijos iban cada domingo a una casa, supongo que, del jefe de la secta, y hacían fiestas. Nos encerraban en un cuarto, y los padres festejaban por su cuenta.
—No me está gustando esto, Alfie. —murmura Miguel, pero siente una mano cálida sobre la suya, y sus mejillas cobran color.
—Está bien si no quieres escuchar el resto de la historia. —dice el castaño, mirando fijamente los ojos de Miguel. Tan brillantes, no entendía a Ruben, pero Miguel se merecía el cielo entero.
—No, no.... sigue.
Alfie sonríe.
—Nos encerraban en el cuarto para saber quién era el... "Alfa" entre todos. —Miguel frunce el ceño. ¿Alfa? —Ruben terminó siendo el líder entre nosotros, él era el controlador, el más fuerte, el más guapo. Todos se morían por él.
— ¿Tú eres un Alfa, Alfie? —Miguel pregunta, aún con la mano del nombrado sobre la suya.
—Todos, allí, éramos alfas, pero por alguna extraña razón Ruben sobresalía más.
— Uhm, ¿qué es un Alfa?
—Es como un líder al que todos deben seguir. Pero como todos éramos Alfas, a veces nos peleábamos en muchas cosas. Es por eso que nos hicieron hacer un pacto.
— ¿Un pacto?
—Sí, cada uno debía pinchar su dedo y la sangre colocarla sobre la frente de Ruben. En esa forma todos estábamos haciendo un pacto, que pasase lo que pasase, siempre lo salvaríamos del riesgo, y lo seguiríamos como nuestro Alfa leal.
—Y es por eso.
—Sí, es por eso que debo sacarlo de la cárcel, yo hice el pacto, Miguel. —Alfie suspira, algo cansado de la situación. Pero era verdad lo que decía, parecía sacado todo de un cuento diabólico, pero había lógica.
—Y si ustedes son Alfas, y-yo...—Miguel se sonroja hasta la nariz, y muerde su labio. —¿Q-Qué sería yo, Alfie?
Alfie acaricia su rostro. Ambos mirándose, pero Miguel sentía que su mirada era fuerte, pero no tanto como la de Ruben. La mirada de Ruben hacía que tus piernas flaquearan, y que, por alguna extraña razón, hacías lo que te ordenaba.
—Un lindo omega.
—¿Omega? —Alfie relame sus labios. —¿Y qué es eso?
—Tú solo sigues al Alfa, sigues cada una de sus órdenes.
— ¿Cómo cuál? —Miguel puede sentir la respiración de Alfie en su rostro, podía sentir sus ojos delineando sus labios.
—Bésame.
Y por naturaleza, Miguel no lo dudó. Se sintió bien, como sus labios se moldeaban y como la lengua de Alfie jugaba con la suya. Era un beso húmedo, pero Miguel estaba queriendo más que eso. Necesitaba de un beso más fuerte, de algo que lo deje sin respiración y por más. Necesitaba algo que haga sentir inferior, necesitaba sus brazos alrededor de su cintura y esos ojos que con tan sólo mirarlos te perdían en ellos.
Necesitaba a su Alfa, Miguel necesitaba a Ruben más que nunca.
[¿Cuánto ha pasado? ¿Un año? ¿Meses? Lamento tanto haber habando esta novela, pero a veces todos necesitamos un descanso del mundo. En verdad espero seguir actualizando mis demás libros, pero no prometo nada. Gracias por todo el apoyo, lamento haberles defraudado. Quizá hayan notado un cambio en mi forma de escribir, he tratado de polir aquello, tratar de escribir mejor a cómo lo hacía antes. Disculpas, y gracias.]
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Hickeys|| Rubelangel
FanfictionCuando algo es tuyo, nunca dejas que alguien lo tome sin tu permiso. Y eso Ruben lo tiene más que claro.