9.

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La mañana lucía fría y triste como el corazón de Miguel. La lluvia había cesado, minutos antes de que el pelinegro salga de su casa y se dirija a la escuela, y el cielo parecía estar más nublado de lo usual. Alejandro caminaba con una sonrisa acompañado de su mejor amigo, el cual tenía la cabeza gacha y contenía las lágrimas al estar cada vez más cerca del colegio.

—Y bien, ¿qué demonios te pasa?—Alex frena, y toma de los hombros a Miguel.

El ojinegro niega.

—C-Creo que me ha dado un resfriado..—levanta su cabeza, y su amigo observa sus ojos llorosos y su nariz roja. Había estado llorando toda la noche, que podía sentir como el aire le hacía falta en su organismo.—¿Ves? Parezco Rodolfo el reno con la nariz así de roja, me veo patético.

—Te ves tierno, Mangel—pasa un brazo por los hombros del nombrado, y siguen caminando.—Nunca me dijiste que fue lo que pasó cuando tú y Ruben salieron de mi casa, mamá se asustó al verte en la cocina de la nada—.

—No es nada, me invitó a su casa pero no quise ir.—Alejandro sonríe al escuchar eso—Así que antes de que me obligara a entrar, corrí hacia algún parque cercano y pasé la noche allí, y-y es por eso que tengo gripe.

—Parece una historia sacada de un fic de Wattpad—Miguel muerde su labio, aguantando las lágrimas que insistían con salir—Hablando de Wattpad, ayer antes de dormir leí un historia de un chico nerd que se enamoró de su profesora y que ambos vivieron felices por siempre, ¿patético no?—el ojinegro asiente, y entran por la puerta principal—Imagínate que la señorita Rosse esté saliendo con Paul, sería gracioso..—una pequeña sonrisa se escapa de los labios de Mangel.

Se separan, ya que sus casilleros estaban lejos. Alex camina hacia el pasillo de la izquierda, y el ojinegro se queda frente a la compuerta de metal con ganas de correr y regresar a casa. Se sentía tan cansado, no había probado su desayuno y sentía como su estómago pedía comida. No sabe cuándo comenzó a llorar, y como su pecho subía y bajaba con rapidez.

—Pensé que no vendrías, me tenías asustado—Miguel solloza aún más fuerte al escuchar su voz, y lo empuja con fuerza lejos de él.

—¡No vuelvas a poner un dedo en mí!—exclama horrorizado. Abre su locker, saca los cuadernos necesarios en menos de un segundo, y cerrando el casillero camina buscando a Alejandro.

—¿Pasó algo, kitten?—Ruben enrolla sus brazos en la cintura del pelinegro.

Miguel quería que la tierra lo tragase. Todas las miradas estaban en él, ya que se podía ver las lágrimas cayendo por sus mejillas y como temblaba de miedo.

—R-Ruben, por favor..—murmura con miedo, y siente uno de los dedos del nombrado bajar por su columna, y esa simple acción hizo que las lágrimas no dejen de caer y cada recuerdo de la noche anterior aparezca en su mente.

Pero una muchacha alto de cabello rubio y ojos verdes, empuja al castaño con fuerza y se coloca frente a Miguel, el cual se sorprendió al ver a alguien meterse en una de sus peleas. Normalmente los alumnos no lo harían, uno porque le tienen miedo a Ruben, dos Ruben no deja que nadie se interponga en él y Miguel, y nadie le gusta entrometerse en las peleas personales.

—¿Está bien?—la chica, cuyo nombre desconocía, le pregunta a Miguel.

—N-No lo creo—murmura, sintiendo las lágrimas secarse en su pómulo y en ese mismo instante, un Alex preocupado frena detrás de Miguel.

—¿Q-Qué demoni..—voltea al ojinegro—¿M-Mangel? ¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando? ¿Qué te hizo, Ruben?—pregunta preocupado.

Él niega entre sollozos, y dice:

—Sólo una simple pelea. 

Y esa sería la primera de muchas. 



Hickeys|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora