9. EL ENCUENTRO

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Llegaron a casa, el ambiente en el coche era tenso, nadie pronunció ni una sola palabra. Licaón tenía una cara que daba miedo verle, Aurora sabía que cuando estaba así era mejor no hablarle, ni respirar cerca de él ¿Quizás estaba enfadado con ella por usar el encanto? ¿Se habría enterado?.

Nada más aparcar el coche delante del porche de la casa, Sara saltó como un conejo y en dos segundos ya nos estaba saludando con la mano en mitad del camino, estaba claro que no tenía ganas de que nadie la acompañase como la otra noche.

Miré a mi hermano, él tenía la misma cara de pasmo que yo, pero reaccionó antes. Y le gritó: _¿Pero donde coños te crees que vas sola?

 Sara se paró, se dio media vuelta y le gritó igual de enfadada que estaba él: _¿Crees que voy a soportar tu mal humor? Quiero estar tranquila, no tengo porque soportar tu mala leche¡¡¡ déjame en paz¡¡¡_ siguió caminando adentrándose en el bosque.

Nos miramos en silencio, Licaón soltó una especie de gruñido de impotencia y se fue detrás de ella. Realmente ¿Qué estaba pasando entre estos dos? ¿Quién era esa chica y dónde estaba mi sumisa amiga?

Entré en casa, estaba realmente agotada, mañana le preguntaría a mi hermano que había ocurrido entre ellos.

Me desvestí, necesitaba darme una ducha para poder relajarme. Estaba segura de que en vez de café descafeinado me lo habían dado normal...a mi la cafeína me afecta un montón, me pone realmente nerviosa. Me estaba acordando del padre y de la madre de la camarera cuando un impulso me hizo quitarme el camisón.

 No podía dejar de mirar hacia la luna, era luna llena, de noche y yo estaba en mi habitación, desnuda delante de la ventana. Sentí algo extraño, poder..me sentí poderosa, no me avergonzaba mi desnudez, algo invisible tiraba de mí, a mi mente regresaban con fuerza las imágenes de aquel sueño, me veía bañándome en la cascada, besando a ese desconocido, oía en mi cabeza una voz tenue que repetía una y otra vez: _Ven amor, te estoy esperando.

Salí por la ventana como mujer, pero cuando llegué al suelo ya era la loba de pelo blanco que soy. Sabía a dónde me dirigía, cada vez sentía esa fuerza extraña más fuerte, impulsandome a ir más rápido y a ser más imprudente. En ese momento desobedecí una de las normas de mi padre: no salgas a los caminos, camina siempre dentro del bosque, él te protegerá.

Pero estaba impaciente por llegar cuanto antes, así que decidí ahorrarme un par de kilómetros y atajar por la carretera. Iba muy rápido y justo al salir de la oscuridad del bosque, fue poner las patas en el asfalto y una luz brillante como el sol me deslumbró. Ya era demasiado tarde para esconderme, sentí un dolor terrible en el costado y cómo el impulso del golpe me lanzaba por los aires un par de metros, la caída fue dolorosa, mi cabeza golpeó el duro asfalto. 

Estaba aturdida, dolorida, preocupada. Lo último que oí fue lo siguiente: _ OHHH joder, joder, que mierda¡¡¡ 

Noté que me elevaba del suelo delicadamente y me metía en su coche. Ya no sentí más dolor, me sumí en la oscuridad.

 Ya no sentí más dolor, me sumí en la oscuridad

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AURORA EN LA OSCURIDAD#GAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora