AQUÍ JEAN SI GAFAS, PARA COMÉRSELO....
Esta semana cambió mi vida. ¿Cómo puede ser que un hecho determinado cambie el curso de una vida entera?. Licaón dijo en el instituto que tenía un virus estomacal contagioso, así nos libraríamos de la visitas. Mis amigas me enviaban wasaps de ánimo para superar mi supuesta enfermedad.
Jean venía todas las tardes, salía del instituto, comía en su casa y se venía a la nuestra a hacer los deberes con mi hermano y conmigo, revisaba mis heridas y me ayudaba a mitigar mi dolor administrándo algunos calmantes. Su ayuda había sido crucial para mi recuperación, al final de la semana ya podía levantarme de la cama y realizar algunas tareas sencillas. Podía verle como un futuro veterinario, era muy cuidadoso y tremendamente responsable con su trabajo. Tenía un futuro prometedor.
El sábado Jean se presentó por la mañana, tenía planes para nosotros, traía una cesta de picnic y una férrea determinación de llevarme con él. Como supuso, se encontró con la negativa de mi padre y de mi hermano. Creían que era demasiado pronto para salir de casa, pero Jean les convenció. Bueno...quizá yo hice uso de mi don para ayudarle un poquito.
Juntos, nos fuimos en su furgoneta. Teníamos que hablar, estar juntos. Aclarar sentimientos.
Durante la semana, vi claramente mi futuro. Cada vez que me tocaba para curarme la piel se me erizaba, sus caricias me enloquecían, era muy extraño. Hacía un mes casi no sabía que existía y ahora, no podría respirar sin él. Mi madre me había advertido y hablado del vínculo, pero no pensé que sería de esta manera, era una especie de locura, de amor irracional ¡ Bendita locura, nunca había sido tan feliz!.
Fuimos todo el camino charlando, riendo, Jean además de inteligente era realmente divertido. Habíamos llegado.
Los dos bajamos de la furgoneta en silencio, nos dimos la mano y nos adentramos en el lugar sagrado. Yo conocía el lugar, Jean era la primera vez que lo veía. Se quedó asombrado...era el lugar con el que había soñado. Bajamos para acercarnos a la laguna, extendimos una manta y nos sentamos a observar el lugar. Era realmente hermoso. Yo sentía una conexión especial con el lugar, Jean sentía lo mismo, ninguno de los dos sabía qué era lo que nos unía al lugar, pero estábamos seguros de que ese sitio estaba relacionado con nuestras vidas.
Comimos, nos bañamos, nadamos...nos besábamos. Nuestros cuerpos eran como dos partes de un mismo todo, nos comprendíamos sin hablar, sabíamos lo que a el otro le hacía falta en todo momento. ¡La conexión era brutal! Hablamos del futuro, de nuestro futuro. Le conté mis miedos, mis dudas...no sabía qué haría en mi vida, cómo me ganaría la vida.
Jean se levantó y tiró de mí. ¡Vamos, quiero mostrarte algo!.
Por más que insistí durante el camino, no quiso desvelar a dónde me llevaba. A estas alturas, sabía que mi fantástico don no funcionaba con él. ¿El motivo? Ni idea, pero eso me cabreaba.
¿A quién no le gustaría tener el don de que tu novio hiciese todo lo que le pidieses? Porque eso era lo que éramos: novios.
Llegamos a la ciudad, conocía ese lugar, yo había estado aquí.
Jean entró por la puerta del hospital veterinario en el que trabajaban sus padres. Yo me puse nerviosa, me iba a presentar a su familia.
Les había contado que salía con una chica y que estaba locamente enamorado, ellos se morían por conocerme. Jean nunca había hablado de ninguna chica ni había tenido novia antes.
Cuando entramos vimos a sus padres sentados en el despacho tomando un café. Su madre se ocupaba de la organización, atender el teléfono, dar citas...Aunque ella era también veterinaria, prefería que fuese Jean el que ayudase a su padre con las operaciones y los casos más difíciles.
Se habían conocido en la facultad y se habían enamorado el primer año, ya nunca más se separaron. Viéndolos ahí sentados uno frente al otro se podía sentir esa complicidad que desprenden algunas parejas.
Nos dieron la bienvenida, estaban encantados, tomamos un café con ellos, la mañana había sido tranquila, sólo tenían una cita para dentro de media hora. Hablamos de todo y de nada. Eran realmente encantadores. El tiempo pasó volando hasta que el timbre de la puerta alertó a todo el mundo.
Tom, que era el nombre del padre de Jean, puso su bata verde. Su madre, Marta, se dirigía a abrir la puerta al nuevo cliente y Jean y yo seguíamos atentamente el curso de las cosas.
Una señora mayor entró a la clínica, llevaba una gatera, la pobre venía muy disgustada. Esa misma mañana su "Mimo", que así se llamaba el gato, había vomitado varias veces. El animal estaba sin fuerzas, parecía muerto. Pero al abrir la gatera saltó fuera de la misma y arañó con una rabia desmedida a Tom. Todos nos sorprendimos del cambio de actitud del gato. El dichoso gatito se escondió debajo de una de las camillas, y por más que Tom lo llamaba, le enseñaba juguetes...¡nada, el gato no obedecía!
Aún no sé porqué me acerqué despacio, no sé que me hizo intervenir. Pero cuando me di cuenta, estaba agachada, debajo de la camilla y cogiendo al gatito que se había quedado tranquilo nada más que nos miramos a los ojos. Mentalmente le hablaba, le decía que íbamos a curarle, que no le haríamos daño, que muy pronto estaría de nuevo con su dueña...Todos estaban sorprendidos, creían que tenía un don para los animales...¡¡¡si supieran¡¡¡¡
Tom me dejó estar presente a la hora de examinar al animal y pude ver que tanto padre como hijo eran dos grandes profesionales preocupados por hacer el menor daño posible a sus clientes, los trataban con cariño y respeto. Adoraban su profesión y juntos hacían un tándem perfectamente organizado.
Salí de allí contenta, estaba encantada, ya sabía lo que quería ser: Veterinaria. Sabía que mi don no funcionaba con los animales pero los relajaba, los calmaba ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Estaba realmente feliz, Jean me llevó a mi casa. Fuimos haciendo planes juntos todo el camino, los dos estábamos realmente emocionados. Los padres de Jean, me ofrecieron trabajar con ellos el fin de semana, que era cuando solían tener más clientes, eso me ayudaría a ganar experiencia y algo de dinero. Aunque no necesitaba el dinero, ellos insistieron en que debíamos de hacer las cosas legalmente, me harían un contrato por horas como ayudante de veterinario. ¡POR DIOS, no podía ser más feliz!
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AURORA EN LA OSCURIDAD#GAwards
WerewolfPRIMER PREMIO EN LOS GHOSTY AWARDS. Aurora y Licaón son los hijos de Marla y Jam, los protagonistas de Oscuridad. Aurora esconde un secreto, ser la primera mujer licántropo. Su vida cambia por completo cuando conoce a Jean. Ella nunca creyó posibl...