Encuentro

156 20 6
                                    

Algún lugar a las afueras de New Hampshire, 21 de enero del 2010

14:30 hrs.

Habían pasado varios minutos desde que el Jet privado de Alejandro había despegado de la plataforma 34 en el Departamento de Contención, no había tenido que hacer ningún esfuerzo en trasladar a Samuel aun cuando este se negaba a cooperar del todo y gritaba incesantemente obscenidades a su captor que caminaba frente a él como si no escuchase absolutamente nada, de tal forma que viendo lo poco efectivo de sus gritos, el chico que se encontraba completamente atrapado en los poderes del agente Bravo, decidió guardar silencio y dejarse llevar dócilmente a donde fuera que el más pequeño fuese a llevarle.

Las indicaciones que había recibido de parte del agente antes de despegar habían sido bastante claras: "parpadeaba sin autorización y DAI sería el menor de sus problemas". Había tardado bastante en hacerse a la idea, pero justo cuando cedió ante la amenaza, pudo sentir que su cuerpo era liberado completamente, permitiéndole moverse a libertad, cosa que no había hecho desde hacía bastante tiempo.

Se dedicó a sentir cada uno de sus dedos, moviéndolos uno por uno y observándolos como si no pudiese creer que estuviesen ahí, se puso de pie lentamente, sintiendo como sus piernas adormecidas amenazaban con no sostenerle, se estiró con mesura pasando sus brazos por detrás de la nuca e hizo unas cuantas sentadillas, un hormigueo recorrió sus extremidades y lentamente una media sonrisa surco sus labios permaneciendo ahí por varios minutos.

Dirigió la mirada lentamente hacia el agente Bravo, quien lo observaba detenidamente, disfrutando el espectáculo que el chico ofrecía, al poder moverse libremente después de tanto tiempo. No necesitaba adentrarse en la mente del chico para saber que estaba contento, eufórico de hecho.

-¿Un Martini?- le dijo Alejandro mientras un par de copas con una aceituna en el fondo flotaban elegantemente hacia ellos.

El más grande tomó torpemente la copa entre sus dedos mientras le daba un pequeño sorbo sin prestarle mucha atención al agente, todo aquello le parecía bastante absurdo, no solo el hecho de que sus fuerzas no funcionaran ante los extraordinarios poderes de Alejandro, sino el motivo por el que la Agencia deseaba verle, todos los cargos estaban dictados y no había nada que el pudiese recordar que ameritara otra imputación. Un pesado silencio se apoderó una vez más del ambiente, mientras el agente Bravo observaba con detenimiento cada uno de los movimientos de aquel joven que se presentaba tan imponente ante sus ojos.

En comparación, el aspecto de Samuel de Luque era totalmente opuesto al de Alejandro, su cuerpo voluminoso y marcado por el ejercicio era demasiado grande y su estatura casi doblaba la de Alex, como si en cualquier momento pudiese ser aplastado por el más grande como un insecto pequeño. Sus rostros también marcaban una gran diferencia, los ojos de Samuel eran cálidos y profundos, con una carismática sonrisa que parecía poder derretir la Antártida, el agente Bravo por otro lado, sostenía un rostro frio y calculador, los brillantes cristales que eran sus ojos, parecían estar vacíos, como si cualquier vestigio de emoción hubiesen sido tragados hace mucho tiempo, dos esferas insondables colocadas en un rostro completamente inescrutable.

-Debe ser duro pasar tanto tiempo sin poder mover un musculo- dijo el más bajito rompiendo el silencio que comenzaba a volverse incómodo.

-¿Por qué me han mandado llamar?- dijo Samuel como si no hubiese escuchado el comentario.

-Se te informará tu situación al llegar a las instalaciones- respondió fríamente Alejandro dando un sorbo a su bebida.

-Supuse que no lo sabías

-¿Ahora tú también eres telépata?- le dijo el más pequeño con sorna, mientras el otro sonreía hipócritamente.

-Has cambiado- respondió el más grande un poco acongojado- ¿Dónde quedó el chico que temía lastimarme en aquella pelea?

El Escuadrón (Vegexby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora