El Hijo del Dragón

110 16 3
                                    

Argentina, Hospital Psiquiátrico de Rio Negro, 3 de febrero del 2010

00:00 hrs.

Una tormenta se había desatado aquella tarde, el cielo amenazaba con derrumbarse sobre sus cabezas mientras el impetuoso viento se estrellaba sin clemencia en las montañas. El camino que se extendía a lo largo del desierto de la localidad de Rio Negro no era muy concurrido, la mayoría de los locales prefería evitarlo debido a una serie de leyendas que los nativos habían alimentado durante años.

El auto que se abría paso entre la polvareda y la intensa lluvia se tambaleaba violentamente cada que el viento se estrellaba sin clemencia, la localidad de piedras negras era un semi desierto con no más de 100 habitantes, justo a las afueras del pueblucho, precisamente a unos doscientos kilómetros, donde la vieja carretera abandonada terminaba, se encontraba uno de los Hospitales Mentales más antiguos de Argentina, el lugar era un viejo complejo del siglo XIX que había sido habilitado con un aula moderna al costado de las viejas instalaciones que ahora solo fungían como oficinas.

Les habían retirado las bolsas de la cabeza cuando aterrizaron en el aeropuerto, sin embargo el agente Bravo había visto en la mente del capitán el camino exacto que conducía a su base secreta. En esos momentos, el chico miraba por la ventana como los rayos caían a la distancia iluminando por unos cuantos segundos el cielo nocturno con su poderío, habían decidido viajar de noche para evitar las preguntas de los empleados de "La Institución" que era el nombre que le daban al Equipo de Protección Latinoamericano, por esa razón habían sobrevolado a toda velocidad en un jet caza sin autorización, sabían que les quedaba poco tiempo por lo tanto necesitaban actuar antes de que el resto de la organización los descubriese.

-El hospital fue comprado por La Institución hace quince años- dijo German cuando la enorme mole apareció frente a ellos bordeada por la luz de la luna- originalmente funcionó como prisión de máxima seguridad, en su tiempo albergó a más de trecientos prisioneros para experimentación, hoy solo tiene un habitante.

-Puedo escuchar cientos de voces German- dijo Alejandro molesto- si vas a mentirnos por lo menos asegúrate de que los otros no piensen tan alto.

-Hay más de cien empleados que aun trabajan en investigaciones científicas—respondió el de cabello largo – pero solo un residente, todos los demás pueden marcharse cuando lo deseen, aunque nunca lo hacen.

-Por qué no nos cubriste los ojos para que no supiésemos llegar a este lugar- recriminó Alex.

-Puesto que piensan convencer al único paciente de marcharse del lugar- espetó German- opino que la ubicación de este lugar ya no tendrá relevancia. Ahora, necesitan obedecerme, el encargado de este lugar es un poco extraño, y no queremos ofenderlo o nos delatará.

Cuando el auto atravesó la oxidada verja estacionándose frente al viejo complejo Alejandro sintió un escalofrió, el edificio, completamente cuadrado tenía todas las luces encendidas y a pesar del esfuerzo que habían hecho por alegrar el lugar con plantas y adornos, la fachada parecía muerta y tétrica.

-SIRI, puertas- ordenó German amablemente a la puerta mientras se acercaban bajo unos enormes paraguas.

"Enseguida Capitan" dijo una voz de mujer.

-¿SIRI?- dijo Samuel, que había permanecido prácticamente mudo todo el trayecto.

-Apple patrocina casi toda nuestra tecnología, parece que el CEO de verdad cree en nuestra causa- fue la respuesta de German.

La puerta de seguridad se abrió, dejándolos entrar a una vieja recepción ensombrecida, un par de luces estaban encendidas, proyectando sombras alargadas sobre las sucias paredes y los viejos muebles de madera, el lugar parecía completamente abandonado.

El Escuadrón (Vegexby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora