Parte 8

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Rosa mira reflexiva un viejo libro, sentada en su sillón frente a la ventana. Hay tantas preguntas que le gustaría resolver...

Sus recuerdos viajan lejos, a un tiempo que ya no ha de volver. ¿Por qué la vida es tan injusta? ¿Por qué le tocó a ella sufrir tanto? ¿Por qué el destino parece odiarla? Perdió a su amado y a su marido en menos de un año. Se quedó sola con un niño pequeño y un negocio que sacar adelante. Poco a poco se fue consumiendo en su tristeza encerrándose en un luto eterno. Y ahora llega ese extraño a remover el pasado.

Sus manos acarician el lomo del libro, la cubierta y, después la primera página. Ese fue el último regalo de Eric le hizo antes de su desaparición. Una recopilación de los mejores poemas de amor escritos hasta aquel momento, dedicado por él personalmente. En su opinión, el mejor poema de todo el libro.

¿Por qué alguien se interesaría por él después de tantos años? ¿Por qué iría a molestar a una vieja cansada y remover sus recuerdos? Debería dejarla sumirse en su nostalgia y no volver a perturbarla.

Sus dedos se pasean por las amarillentas páginas. ¿Cuántas veces ha acariciado la suavidad de aquel papel desgastado y áspero?

La mujer suspira y una lágrima solitaria se resbala por su mejilla hasta caer sobre el libro. ¿Qué derecho tiene ese tal Cristian para remover su pasado?

Rosa toma una decisión.

Pase lo que pase, ese hombre no logrará alterarla.

***

Cristian da vueltas por su despacho pensativo.

Ha vuelo a entrevistarse con Rosa esa misma mañana, pero ella no estaba dispuesta a hablar.

-Lo siento, Cristian. Es cierto que tuve una relación sentimental con un pirata. Sin embargo, no he vuelto a tener relación con ellos desde que Eric desapareció. Supongo que lo que busca es un tesoro pirata. ¿Puedo preguntarle por qué cree que yo puedo saber dónde lo escondió? Además, de saberlo, jamás se lo diría a un cazatesoros al que no conozco de nada. Si le he concedido esta entrevista es solo por educación. Pero no quiero volver a saber nada de usted. No le concederé una tercera entrevista.

Necesita un plan. Está seguro de que esa mujer sabe más de lo que quiere hacerle entender. Le parece imposible que Eric no le contase sus secretos a su amante. Es cierto que ella tiene razón, los piratas no comparten cierta información con cualquiera. Sin embargo, es sabido que él estaba ahorrando para fugarse juntos, o eso dicen las habladurías. Por tanto, debe tener una fortuna escondida en algún lugar. No se cree que ella no sepa de su existencia.

Por otro lado, tampoco ha podido extraer más información de sus indagaciones en la ciudad. Visto que, de momento, está atascado, tal vez sería bueno desaparecer. Mientras piensa un plan se alejará de la costa. El barco pirata permanece escondido fuera del alcance de las autoridades que lo creen rondando por alta mar, pero cerca de la ciudad. Sin embargo, él es un personaje público, puede ser reconocido en cualquier momento y ya se ha expuesto demasiado. Es mejor que crean que se han ido en busca de otros puertos donde atracar antes de que alguien pueda asociarle con el barco. Es bueno con los disfraces, pero uno no puede ocultarse eternamente. Quedarse demasiado tiempo es correr riesgos. Se marcharán con el amanecer y volverán cuando haya tramado un plan para hacer hablar a Rosa. Porque eso lo tiene claro. La siguiente vez que la vea ella debe confesarle todo lo que sabe, quiera, o no quiera hacerlo.

La Rosa BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora