Parte 19

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Edward va al encuentro de Cristian en cuento lo ve llegar.

-Nicolás tiene sus propios planes. Hoy le he viso reunirse con un par de chicos del pueblo –Le confiesa yendo directo al grano.

-¿Uno de esos chicos no sería una muchacha de pelo oscuro y ojos marrones?

-Eh... sí. ¿Cómo lo has sabido? -pregunta el joven sorprendido.

-Es Ana, la nieta de Rosa. Su propia abuela me lo acaba de contar.

-¿Nicolás se está viendo con la nieta de Rosa?

-Eso parece. Aprovechémoslo. Él será, sin que lo sepa, la trampa perfecta para esa chica. Rosa no puede ser tan fría como quiere aparentar. Por salvar a su nieta, hablará.

-¿Cuándo lo haremos? -preguntó Edward.

-La próxima vez que se vean, estaremos esperando –le informa Cristian frotándose las manos impacientes.

***

- ¿Y este lugar? -pregunta Nicolás al entrar en la cueva subterránea.

-Lo descubrimos hace unos días por casualidad –confiesa Ana.

La escasa luz de las velas no deja ver mucho más allá de la orilla. Pero en el centro de la oscura laguna se distingue la silueta de un barco medio hundido.

-Estuvimos allí hace un par de días. Da miedo –revela ella fingiendo un escalofrío.

-La verdad, hay algo que me intriga. Si la entrada secreta en la pared es la única, ¿Cómo ha llegado eso hasta ahí?

Daniel y Ana intercambian una rápida mirada. Desconocen la respuesta por completo. Sin embargo, el muchacho enseguida se atreve a exponer una teoría.

-Mi padre me aseguró alguna vez que hace muchos años el mar entraba bajo el acantilado. Pero un buen día la playa subterránea desapareció. Parece ser que hubo una terrible tormenta que provocó un derrumbamiento de parte del acantilado. Tal vez el barco llegase hasta allí antes de que sucediese.

-Me gustaría verlo de cerca –confiesa Nicolás.

-Ve si quieres, no te lo impedimos. Por mi parte no pienso volver allí -sentencia Ana.

-Si vamos los tres no pasará nada, ¿Qué es lo más peligroso que puede haber? ¿Un fantasma? -le intenta convencer Nicolás que se muere de curiosidad.

-Apenas hay luz, no se puede ver nada –murmura la joven intentando buscar una excusa razonable.

--Confía en mí –le intenta tranquilizar Nicolás tendiéndole la mano-, no va pasar nada.

Ella parece dudar. No tiene demasiadas ganas de volver allí. Pero los dos muchachos la están mirando con cara de súplica y, pensándolo bien, quedarse sola en la orilla no es una muy buena idea tampoco. Finalmente, acepta su mano dejándose arrastrar a la barca que espera unos metros más allá.

Unos minutos más tarde se encuentran ya junto al navío. La luz de las velas revela las viejas letras semi borradas en su casco.

-No puede ser –exclama Nicolás - Si creo haber interpretado bien lo que los restos de pintura sugieren, este es el barco que mi padre lleva años buscando.

-¿Sugieres que es "La Rosa Blanca"? -pregunta Ana fingiendo sorpresa.

-¿Qué otro barco podría ser?

-Cualquiera. Hay un puerto bastante importante en el pueblo, no tiene por qué ser un barco pirata –le recuerda ella.

-No te preocupes Ana, no voy a revelar este sitio a nadie. Te lo prometí antes de entrar, ¿Recuerdas?

La Rosa BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora