Llevan todo el día siguiendo aquel grupo de galeones desde que saliesen del puerto aquella mañana. Es probable que sepan que les siguen, pero al ser un grupo de diez barcos, probablemente se sientan seguros ante un posible ataque.
Hace poco que ha anochecido. Es una noche sin luna, ideal para sorprender a unos confiados navíos cargados de oro, joyas, y otros objetos valiosos. Solo hay que escoger al objetivo correcto y, los demás barcos no podrán hacer nada para ayudarles.
El barco escogido es el último del grupo, el más cercano a ellos.
La mayoría de la tripulación duerme. Es mejor acercarse con sigilo. Las barcas llamarán menos la atención de las otras embarcaciones.
Los piratas se abalanzan sobre el barco aprovechando la oscuridad de la noche. Las barcas de remos atraviesan las negras aguas rodeando la embarcación como si de fantasmas se tratase. Nadie los ve hasta que es demasiado tarde.
Apenas hay un par de vigías en el barco y, el timonel. Confiados de que el número de navíos que forman la pequeña flota es suficiente para protegerles, no están preparados para defenderse de un ataque.
La técnica tradicional no habría sido más eficaz.
En esas situaciones, el no ser detectado es la clave del éxito.
En la oscuridad, como sigilosos depredadores caminando por la selva, los piratas suben al galeón, desmontándolo antes siquiera de que su tripulación se dé cuenta de lo que sucede.
La alarma es dada entre los barcos.
Uno de ellos está ardiendo y, en otro ha aparecido una nota tirada en la cubierta.
Todo apunta a un ataque pirata, pero, ¿quién puede ser tan valiente, o tan loco, de atacar a un barco rodeado de nueve más, en medio de la noche?
***
Peter se encuentra en su despacho leyendo una misiva urgente firmada por el capitán de uno de sus barcos. La carta ha llegado a primera hora de la mañana. En ella se explica que uno de sus navíos ha sido atacado por piratas.
Al parecer les han sorprendido en medio de la noche. No ha habido supervivientes y, el barco ha ardido sin remedio.
Una autentica crueldad. Atacar un navío mientras su tripulación duerme y matarlos a sangre fría. Solo hay alguien capaz de algo así y, la nota adjunta a la carta lo confirma.
¿Debe entregársela a su madre? Va dirigida a ella. Sin embargo, no quiere preocuparla. Es una amenaza de Cristian Nis, capitán de "La Estrella de Fuego". En ella también se menciona al resto de su familia.
Al parecer el pirata cree que Rosa sabe algo que a él le interesa, pero ella no quiere contárselo.
¿Qué podría conocer su madre que interesase a alguien como Cristian? ¿Debía preguntárselo o es mejor no decir nada? ¿Tendrá alguna relación con ese extraño que visitó la casa un par de veces durante el tiempo que los piratas estuvieron por la zona?
Si quiere contestar a sus dudas deberá darle la nota a Rosa. Pero es una mujer mayor, eso le supondrá un gran disgusto. Es su deber de hijo proteger a su madre. Por eso, finalmente, decide guardar la nota en un cajón del escritorio. Nadie debe enterarse de eso. De momento no.
***
-Ya me enteré de la noticia –comenta Guillermo mientras pasean por la playa-. Es algo terrible.
El muchacho parece realmente apenado por lo sucedido y Ana intenta tranquilizarle quitándole hierro al asunto. Aunque en el fondo sabe que es algo muy serio. Ha muerto gente.
Guillermo ha venido a buscar a Ana a media mañana, al parecer con la intención de distraerla de la mala noticia recibida.
Ambos caminan por la orilla seguidos de cerca por escoltas. Ella camina por el lado del agua y él por dentro de la playa.
-Mi madre me ha dicho que la boda se celebrará en el palacio –comenta Guillermo cambiando de tema.
-¿A sí? Es la primera noticia que tengo.
-Sí. ¿Tu madre no te ha dicho nada? Según me dijo celebraremos la ceremonia en el ayuntamiento y el baile en el palacio. Hay que tener contento al alcalde.
-¿Y cuándo lo han decidido? -pregunta Ana, intentando ocultar que está molesta. Por un lado, le irrita que les excluyan de la organización de la ceremonia y, por otro, no tener nada mejor de lo que hablar con quién algún día será su marido.
-Ayer, al parecer.
La muchacha le mira con cara de disgusto. Su madre no le ha dicho nada. Cristina al menos sí se lo ha comunicado a su hijo.
-No me mires así Ana, yo no tengo la culpa –dice mientras la toma de la mano en un intento de parecer estar de su lado. Se paran un momento y, él clava sus ojos azules en los de ella- Conmigo tampoco cuentan, te entiendo perfectamente. Es muestra boda, es injusto no poder decidir.
-Cierto –reconoce ella. A continuación, le suelta la mano y cambia de tema-. Siempre he tenido curiosidad por saber cómo pasas el tiempo en el palacio -comenta la joven reanudando el paseo.
-Ya sabes, haciendo cosas de chicos –responde él sin entusiasmo.
-Deben ser cosas muy aburridas por como lo pintas.
Ella sonríe intentando parecer divertida por el comentario, y él no puede evitar devolverle la sonrisa por un instante.
-Emm..., si-reconoce no muy convencido- ¿Y tú en que te entretienes? -le devuelve la pregunta en un intento por continuar la conversación.
-Pues paso los días con mi abuela -responde ella encogiéndose de hombros.
-¿Y eso es divertido?
-Yo lo describiría más bien como enriquecedor.
-Ciertamente Rosa parece una mujer sabia.
-Lo es. Aprendo muchas cosas de ella.
-A mí me gustaría que mis abuelos viviesen cerca. Así podría aprender también de ellos.
-Supongo que podrías venir a ver a mi abuela alguna vez.
-No hace falta Ana. Lo que ella pueda enseñarte solo es útil para ti.
La muchacha le mira pensativa un segundo, pero opta por no añadir nada más.
El resto del paseo lo pasan en silencio, no tienen mucho más que decirse. No saben de qué hablar.
Finalmente se despiden cuando el silencio se vuelve demasiado incómodo. ¿Realmente será así el resto de su vida? Ana respira aliviada cuando le pierde de vista. Le espera un futuro muy aburrido cuando se case con él. Si la relación de su abuela y Dan era igual, no resulta raro que ella tuviese un amante. ¿Sería el marido de su abuela como Guillermo? Por lo poco que sabe de él no lo cree, pero si sabe que su relación se debía limitar a lo cotidiano de la convivencia y poco más. Al menos él si respetaba a Rosa.
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La Rosa Blanca
Fiksi RemajaAna y Nicolás son más parecidos de lo que ellos creen. A ambos les une un mismo sueño: poder ser ellos mismos y elejir su propio destino. Acompañales en sus aventuras en esta historia de piratas y secretos familiares, tesoros enterrados y amores se...