―CAPITULO 6: LUZ QUE HIERE.

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A pesar de que el golpe fue estridente, ningún adulto llegó para ayudarlo.

Su mochila celeste estaba en el suelo, sus cuadernos y sus colores esparcidos en el suelo y Yoichi no podía hacer nada para regresarlos al interior.

Era zarandeado una y otra vez entre un grupo de cuatro niños altos. Las cuatro pares de manos lo empujaban de un extremo del grupo al otro lado, riéndose de él.

―¡¿No nos estamos divirtiendo, Yoichi?!

―¡Ahí te va!

―¡Eh! ¡Eh! ¡¿No comes nada?! ¡Eres un debilucho!

Mareado, sin las fuerzas necesarias para empujar a alguien y salir corriendo, los pies de Yoichi se enredaron entre ellos y sus rodillas cedieron. Al instante se hizo ovillo en el suelo, se escondió y se protegió cubriéndose por si a aquellos niños se les ocurría que jugar futbol con él como balón era más divertido que empujarlo.

《No voy a llorar, no voy... no voy a llorar, no quiero llorar》

Su propio cabello le cubría parte de su rostro, lo llevaba más largo que años atrás y se le formaban ligeras ondulaciones. A su hermana le gustaba mucho su cabello. Le gustaba peinarlo y hacerle raros peinados que los divertían a ambos.
Yoichi era tan sencillo, tan simple de leer y todos podían darse cuenta de el ángel que llevaba el en su interior. Haciendo feliz a los demás y tomando las cosas negativas para dejarlas en el olvido sin hacer algo por cambiarlas.

Como en ese momento.

《Me iré a casa en cualquier momento, ya casi me voy a casa... No falta mucho para que se aburran y se vayan》

―¡Hey, imbécil!

Una quinta voz se alzó.

A diferencia de las otras, ésta voz era amenazante  y parecía estar furiosa. Yoichi la reconoció al instante. Y mágicamente, cuando alzó la vista se encontró con solo una persona. Una persona que cambiaba radicalmente la forma de ver del ojioliva. Su día pareció iluminarse.

―¡Que aguafiestas, Kimizuki!― Gritó el más alto provocando risas entre sus compañeros, pero ninguno se detuvo ni se regresó, los cuatro se fueron corriendo del lugar.

― No seas patético, Yoichi. ¿Siempre tengo que estar cuidándote?―  Yoichi no lo escuchó como alguna burla por parte del pelirosa.  Se veía enfadado pero no parecía estarlo con él. En ese momento, las lagrimas que estuvo reteniendo comenzaron a desbordarse al ver al otro chico y una vez que empezaron a salir, no pudo detenerlas ni mucho menos contenerse.

― ¡Kimi!― Sollozó completamente sensible echando sus brazos alrededor del cuello de Kimizuki. El gesto le puso los nervios de punta, Yoichi nunca se daba cuenta de lo que provocaba en él. 

Más bien, Yoichi nunca se daba cuenta de lo que provocaba en las personas.

Posiblemente uno de los chicos que antes lo molestaban sentía atracción por Yoichi, y él no se daba cuenta.

Igual que le pasaba a él.

Para Kimizuki le era difícil pensar con claridad estando con el castaño, sobre todo porque a Yoichi le encantaba el contacto físico.

Durante los últimos meses había pasado noches sin poder dormir por culpa del chico que tenía entre sus brazos. Repasaba una y otra vez todo lo que él le hacía sentir y se hacía miles de preguntas sobre cada detalle. La principal: ¿Por qué no me siento así por una niña?

《¿Por qué no me atraen? ¿Por qué ningún otro chico? ¿Por qué solo él? ¿Se dará cuenta de lo que hace? ¿Cómo se sentirá él? ¿Le gustará alguna niña? ¿Y si le gusta la castaña que se sienta delante de él? Siempre le pide su sacapuntas.》

► Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora