CAPITULO 13: HISTORIAS QUE SE ENTRELAZAN.

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Shinoa estaba nerviosa. Su situación sentimental recién descubierta se sentía como una exhibición; se sentía completamente indefensa; como si estuviera desnuda en toalla y en cualquier momento alguien amenazara con quitarle esa toalla. Por esa razón prefería quitársela antes de que se la quitaran.

Esperaba a que Yuichiro hiciera su aparición en el café que ella y sus amigos solían frecuentar cuando las clases y sus horarios se los permitían, lo que era bastante raro.

En ese momento se encontraba sola, con la mirada perdida hacia afuera de la gran ventana dirigida al lado contrario de la calle en donde otros comercios estaban. Esperaba tranquila con el frappe de caramelo que había pedido antes frente a su lugar mientras lanzaba discretas miraditas por la ventana y se dedicaba a hacer origami con las servilletas del lugar.

《Mit-chan no debe tardar en salir》

Después de ver a la rubia acompañada por el chico que llevaba dos maletines de esa mañana sus nervios le crispaban las puntas de su bonito cabello. Y aunque fuera difícil admitirlo,  no podía controlar la punzada de celos al recordar la escena.

―No salen― Se quejo arrugando el cisne de servilleta que paso a ser una bola, sin despegar su vista de la librería que estaba frente a la calle.

Mitsuba y ese chico rubio con el que siempre hablaba habían quedado para reunirse más tarde, lo que la dejaba con tiempo libre para pasarla con Yuu. No era el mejor intercambio, en realidad, Shinoa podría vender el cuerpo del azabache al amigo de Mitsuba sin pensárselo dos veces con tal de tenerla a ella sin necesidad de compartirla.

La pasaban juntas la mayoría del tiempo pero últimamente eso no era suficiente.

―¡Shinoa!―La voz fuerte de Yuu le hizo dar un respingo y mientras el azabache se acercaba, logro divisar a los dos rubios charlar saliendo de la librería de frente y caminar hasta dar la vuelta en la esquina de la calle para después desaparecer. 

El precioso momento que había estado esperando arruinado.

Suspiro y se desvió hacia el ojiverde, muy tentada a lanzar su bola/ex cisne de servilleta en la cabeza.

―Yuu-san, primera vez que no llegas tarde a algo.

―¿Qué quieres, enana?― El comentario irrito un poco al chico, aunque su indignación duró a penas unos segundos pues al sentarse frente a Shinoa, sus ojos verdes volvían a rebosar ese brillo infantil y rebelde de siempre.

―Vamos, no me trates así. ¡Casi fuimos parientes! ―Yuichiro se distrajo dándole vueltas a una pajilla para café.

―¿Qué dices? ¿Te tomaste algo?

―No realmente. ¿No recuerdas cuando mi hermana y tu hermano estuvieron saliendo? ― Ante la mención el rostro de Yuu volvió a cambiar. Esta vez su irritación pasó la linea de antes.

Shinoa no lo admitiría en voz alta, pero no podía ignorar esa molestia interna que le causaba que cuando mencionaba a Mahiru con Yuu; el chico no se esforzaba por ocultar su desacuerdo con la relación que habían tenido Mahiru y Guren algunos años atrás. 

Shinoa quería a su hermana. La pelimorada mayor no era como antes.  Con el paso del tiempo su personalidad cambió, su manera de pensar cambió y su personalidad tuvo toques de madurez como cualquier persona en desarrollo y búsqueda de identidad. Mahiru no era la misma chica dulce que parecía en la preparatoria; ahora trabajaba como jueza en tribunales, usando su martillito para decir "culpable" o "inocente."

Sabía sacar las cosas a su provecho. Su trabajo le había forjado ese lado de arpía. Era seria y le gustaban las cosas directas, sin vueltas infinitas. 

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