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Nunca digas adiós... porque es una palabra triste, y los corazones que se aman nunca deben despedirse


¿Las pesadillas se daban al cerrar los ojos? ¿o al abrirlos?

Se había ido. Mika se sentía asfixiado. Le hacía falta la persona que consideraba su oxígeno. Estaba solo, de nuevo. Y la única amiga que tenía era Mitsuba.

Le llegó una carta ese día de invierno, la nieve cubría los columpios y el césped muerto del parque.

Las casas del vecindario estaban vacías, solas. Una vez, en una tarea de historia recordó haber leído sobre la explosión nuclear en un lugar llamado Chernobyl, y su curiosidad mientras esperaba a Yuu en una de sus clases de tenis, lo llevó a buscar fotografías sobre la interesante noticia.

Casas destruidas. Juguetes sin vida, incompletos. Árboles secos. Un cielo gris... A Mika el vecindario le recordaba ese lugar.

No existía alma más que la del niño que se columpiaba de adelante hacia atrás.

Los copos de nieve caían contrastando con la oscuridad del lugar.

Algunas casas crujían como si existiera personas en su interior caminando, pero Mika sabía que se trataba de las tablas de madera viejas, gastadas y secas las que provocaban sonidos. No estaba asustado, el frío era tan fuerte que parecía que los músculos de su rostro se congelaban. Sin dejarle hacer expresión alguna.

Pateó una montaña de nieve y arrancó algunos trozos de césped seco al bajar del columpio.

¿Cuándo había llegado el invierno? Si a penas ayer era otoño. Y antier era verano. Hace dos días apenas era primavera.

Sus manos pálidas con ligeros tonos azulados, sostenían la hoja abierta de la carta de invierno.

El otoño, una estación donde las hojas de los árboles caían secas, donde el verde desaparecía y la vida de la naturaleza se secaba hasta caer. Y ahora iniciaba el invierno. Y él lo recibía en un columpio. Solo. Solo en el vecindario vacío.

Cuando estaba por volver a sentarse sobre el columpio, una ventisca lo empujó con fuerza hacia adelante y lo dejó estrellarse secamente contra la nieve helada que cubría el suelo. Pero la montaña blanca no fue suficiente para amortiguar una caída y su pecho llegó a tocar el suelo, se extendió el dolor y sus pulmones fallaron con su objetivo de retener aire.

El frío y el dolor iniciaron en su pecho, como si pasaran del exterior al interior y lo entumecieron

《Hace frío》Pensó.

―Mika...

《Podría dormir aquí》

Después de todo y si lo pensaba mejor... la montaña de nieve no era tan mala. Era suave y se acoplaba a su cuerpo.

―¿Mika?

《Es un buen lugar》Lo único que podía tener de malo era lo frío que era, pero estaba bien. Había sentido lo mismo al leer la carta.

"Las operaciones siempre son riesgosas..." Recitaba el papel de invierno.

Sus piernas se entumecieron y los copos de nieve siguieron su ruta, encontrándose un nuevo lugar para descansar al caer sobre el rubio.

"...No corría peligro, pero..."

Cerró sus ojos y apoyó su mejilla helada contra el suelo.

«Si me levanto podría volver a caer»

¿Qué era mejor? ¿Despedirse de alguien o no hacerlo? Sonaba mucho más fácil el no hacerlo, y si estaba esa opción era porque podía ser válido elegirla ¿cierto?

► Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora