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¿El aroma era diferente? ¿El día más luminoso? A Yuichiro le dejo de importar el dolor de espalda cuando bajo del autobús y salió de la central.

Estaba entusiasmado. No necesitaba un segundo motivo para ponerse a brincar; volvía a casa, a su pueblo natal.

No lo conocía. Cuando se fue con su madre, su padre y Guren habían permanecido un par de días más para arreglar la mudanza y para poner el letrero de venta a su casa. Nunca volvió atrás, no hasta ahora.

Espero a que Mikaela lo alcanzara para poder tomar su mano, justo como lo hacían de pequeños pero con el significado que adquiría en esos momentos. Porque no deseaba volver su mirada al pasado si no era con el chico que tenía a su lado. En cambio el rubio se veía bastante tranquilo, no dejaba de mirar a Yuu cada vez que tenía posibilidad mientras acomodaba su mochila sobre su espalda. Mitsuba soltó un profundo suspiro al llegar junto a los dos chicos.

—Creo que soy la única que necesita una mirada melancólica y nostálgica como ustedes, chicos. Me siento fuera de lugar— dijo Shinoa tras recuperar su mochila y al alcanzarlos.

—Yoichi y Kimizuki llegaran esta noche. ¿Les has mandado la dirección, Mikaela? — Mitsuba reviso su celular para checar la hora.

—Sí, lo hice — los chicos soltaron sus manos cuando comenzaron a caminar por la acera de una de las calles.

—Es taaaan pequeño— silbo Shinoa. La pelimorada contemplaba con asombro las calles con solo dos carriles, los comercios que se veían a lo lejos y dispersos. Unas cuantas personas caminaban, paseaban a sus mascotas o visitaban parques. Shinoa veía muchas zonas verdes.
Comparando la gran ciudad en donde los cuatro estudiaban; el lugar era pequeño a pesar de no conocerlo completo. En la gran ciudad los autos eran los protagonistas del ruido en las calles, siempre estaba el tráfico, los comercios estaban juntos y llenos a cualquier horario del día, donde antes existieron parques ahora tenían centros comerciales y grandes edificios. Un cambio así era agradable.

Recordaba haber vivido en el mismo lugar, pero solo eso podía decir. La prioridad de sus padres siempre fue darle lo mejor a sus hijos, incluso si eso significaba mandarlos lejos de ellos.
Shinoa había vivido en muchos sitios, la gran mayoría con su hermana Mahiru y los últimos con Shinya. Kureto seguía su camino en el ejército y era el que se encontraba más lejos.
Nunca se creó recuerdos de la pequeña ciudad por la que ahora caminaban, así que se sentía como un nuevo lugar por conocer.

— Mi padre debe estar trabajando, volverá al atardecer. Mamá dijo que nos esperaría en casa— Aviso el rubio con voz neutra, volviendo al semblante que portaba cuando no veía a Yuu. A pesar de ello se le notaba más relajado.

—Mis padres están en casa— Mitsuba acababa de leer un mensaje con las mismas palabras que recitaba —¿Podemos pasar con ellos antes?



La caminata fue corta. Para sorpresa de Shinoa no necesitaron usar ningún camión o taxi, las calles principales estaban pegadas a las calles que se ramificaban a fraccionamientos o calles cerradas. Una de ellas fue la que los llevo a la casa donde vivía Mitsuba.

Se dio lugar a una cálida bienvenida por la madre y padre de la rubia hacia los tres chicos. La mujer no paraba de halagar a Mikaela y a Yuichiro por lo altos que estaban, por lo mucho que crecieron, pero el tema principal y con gran sentimiento eran los ojos de Yuu.
Los padres de Mitsuba no paraban de preguntar al pelinegro, soltaban comentarios llenos de amabilidad mientras les servían el desayuno.

► Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora