―CAPITULO 7: EL ÚLTIMO PARPADEO.

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«Estúpido Guren» Cerró sus ojos y fingió dormir cuando escuchó que la puerta de su habitación se abrió.

Por el sonido de los pasos, supo que era Shinoa sin tener que mirarla. La niña simplemente asomó su cabeza y volvió a cerrar la puerta.

―¡No! ¡Sigue dormido! ― Gritó y se alejó de la habitación de su hermano.

Shinya suspiró y abrió sus ojos. Quería ir al baño. Pero ni bromeando se pondría de pie. Podría aguantar. Tenía qué.

La noche anterior le había parecido un infierno... al principio, después de eso la incomodidad pasó y pudo disfrutarlo. Pero no como lo esperaba. ¿Sería por ser su primera vez? Además, el estúpido de Guren había mentido con eso de controlarse.

«Controlarse mis tostadas» Gruñó el ojiazul aun sin poder moverse.

Seguramente a sus padres les parecería extraño que no estuviera despierto ya. Shinya solía ser bastante madrugador, y es porque su comida favorita era el desayuno. Le gustaba ayudarle a su madre a prepararlo, era realmente divertido cuando una de sus hermanas se unía para ayudar. Mahiru solía ser quien ayudaba, puesto que Shinoa era terrible para levantarse temprano y terrible para la cocina.
La niña podía despertar a la una de la tarde y se iba directo a comer cereal cuando todos se servían la comida.

Suspiró y se dio ánimos mentales para moverse. Su cuerpo protestaba por no hacerlo; la mente esta vez no podía ganarle.

Llevaba horas en la misma posición, sin contar con las horas que logró dormir, seguía sin moverse. Shinya creía que el dolor sería cosa de nada, algo que no importaría, que solo sería un malestar insignificante.

No la tortura que sentía.

Pero mientras maldecía mil veces a Guren por ser tan bruto, también se maldecía a él mismo por no haberlo detenido.

«Ah pero, ¿Quién era el que no dejaba de gemir ni de pedir más?»  Resopló.

Bien, ya era hora de levantarse. Quería aprender a sobrellevar ese dolor para la hora en que Guren llegara a cenar no terminara burlándose de él.
Con movimientos extremadamente lentos, se dio la vuelta y se arrastró hasta el borde de la cama.

¿Cómo carajos logró llegar a la cama, para empezar? Un misterio, tal vez la adrenalina que sintió, las hormonas y emociones sobre la noche anterior tuvieron que ver.

Sensaciones que ahora le vendrían bastante bien porque la emoción que sentía porque Guren llegaría a cenar no era suficiente.

―...voy a morir aquí― Gimió contra su almohada. Lo peor era que si no lograba contenerse o si no fingía bien, Shinoa sería la primera en darse cuenta.

«Me dio el condón, seguro que ya está casi convencida de lo que pasó.»

No iba a dejar que la pelimorada se saliera con la suya. Apretando sus dientes, Shinya se apoyó con su brazo y se empujó para sentarse.

Una descarga dolorosa fue enviada por cada nervio cerca de su cadera y espina dorsal. Básicamente, hacia todo su cuerpo. Al menos logró sentarse.

Y fue otro infierno.

Apoyarse en el punto donde...

―Maldición...― Gruñó apoyando su peso sobre sus piernas para levantarse. A penas logró elevarse, la gravedad lo regresó pero esta vez de boca justo hacia el suelo, sin siquiera lograr alcanzar su altura normal.

Tirado boca abajo sobre el suelo, maldijo una vez más a Guren y a su estúpida y cautivadora sonrisa.

Lo intentó una vez más. Dos, tres, cuatro veces fueron las suficientes para poder levantarse y mantenerse de pie en posición de viejito con bastón. Era un gran avance.

► Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora