La oficina de Shinya era blanca. Guren se sentía como la única mancha de suciedad que contrastaba en el lugar; el negro que impedía al blanco estar impecable.
Pensar en ello le provocó media sonrisa divertida; ¿eso significaba que volvía para desordenar la vida del prestigioso doctor?
Nadie en su sano juicio dejaría su celular en un lugar tan reducido con un desconocido. Nadie excepto Shinya. Eso le confirmaba que su disgusto por los aparatos seguía siendo el mismo de años atrás.
Guren se vio tentado a tomarlo para revisarlo.
Pero eso estaría muy mal. Esta casi un extraño para Shinya, al menos hasta que hablara con él y retomara temas del pasado. Pero hasta ese entonces, seguía siendo un desconocido.
«Los desconocidos roban celulares» Pensó.
Liberándose de la culpa, tomó el celular que ni siquiera tenía clave de contraseña ni patrón para bloquearse, y con un simple trazo de dedo la pantalla se mostró: El fondo era una imagen de un gato gordo durmiendo sobre una taza de té que tenía una flor rosa.
«Bien, al menos sigue sin ser heterosexual»
La galería de imágenes tenía dos carpetas únicamente. En una de ellas estaba la imagen del gato gordo y la otra recitaba que la cámara del celular tenía cinco imágenes.
No se esperaba encontrarse con fotografías de Shinya con otro hombre.
Inevitablemente, sintió el sabor agrio en su boca.
Seleccionó la primera fotografía para verla mejor; mostraba a Shinya sonriendo sentado sobre un sillón blanco. Guren se perdió unos segundos en el rostro del ojiazul, su sonrisa seguía intacta; tan sencilla y pura. Se veía parte de una alfombra color café oscuro y en la parte superior, estaba un chico sonriendo y mostrando dos dedos como saludo. Sostenía su cabello castaño en una coleta y estaba en pijama.
Las siguientes dos imágenes eran fotos fallidas, intentos de capturas del trasero de aquel tipo.
La siguiente era una foto más clara de su trasero en pijama.
Y la última foto era de Shinya riendo. Al parecer el tipo le había quitado su celular para sacarle la captura pues Shinya estaba medio recostado sobre el mismo sillón, sosteniendo su estómago y con su mano contraria se limpiaba una lágrima.
Guren se mandó esa misma imagen a su celular. La envió por mensaje a su número y borró cualquier evidencia.
Estaba revisando los mensajes que tenía cuando la puerta de abrió de un suave desliz.
―¿Qué crees que haces? ― La carpeta que llevaba entre sus manos quedó sobre el escritorio y Shinya tomó su lugar en el asiento giratorio que estaba detrás de él.
―Reviso tus cosas―Respondió Guren.
El ojiazul maldijo por lo bajo y le arrebató el celular.
―Idiota.
―¿Y bien? ¿Cómo está Sayuri? ―Ajeno a la ligera molestia del doctor, Guren bostezó.
―Bien. Solo fue una convulsión por la pérdida de sangre que tuvo. Ya está bien.
―Vaya, entonces la cosa estuvo seria ¿no?
Shinya contó hasta diez para no lanzar algo a la cabeza al azabache por sus preguntas tan a la ligera. A pesar de que su rostro mostraba a un treintañero bastante atractivo, Guren seguía teniendo esa actitud que siempre le sacó de quicio.
―Sí, lo estuvo― Inevitablemente bostezó y talló uno de sus ojos. Se sentía cansado, sus planes de irse a dormir a casa se fueron al caño con la repentina aparición de Guren. Tal vez era por el sueño que sentía, pero en esos momentos se cuestionaba si era mejor correrlo a que ambos hablaran. ―Bueno, te escucho.
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► Un Nuevo Comienzo
FanfictionYuichiro no podía ver el mundo. Mikaela decidió convertirse en su luz.