c u a t r o

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Rachel se despertó de golpe, se había quedado dormida. Realmente lo necesitaba, no había podido dormir mucho estas últimas noches organizando su plan.

¿Cuánto había dormido?

Se levantó con rapidez del sofá y miro a su alrrededor. El cuello le crugió al hacerlo, no volvería a dormir en un sofá jamás.
El dolor de cuello no fue importante cuando miró a su alrededor y no encontró al grupo de la pelirroja.

Agarró a un chico que pasaba por ahí e hizo que se parara asustado. — ¿Dónde está Clary Fairchild?

El chico se deshizo del agarre con una mueca, se le veía incómodo. ¿Es qué no pensaba contestar?

No habló, tan solo se encogió de hombros y desapareció de la vista de la rubia.

Rachel frunció el ceño.
¿Qué clase de gente es esta? ¡Es la hija de Valentine y nadie se preocupa por buscarla!
Así claro que no ganan la guerra.

Se puso una chaqueta de cuero, a pensar de que no fuera suya y salió de la Iglesia con un andar de prepotencia. Ahora tendría que buscarla ella.
Pero no por ello iba a dejar de ser orgullosa.

Rachel corrió entre las calles de Brooking hasta llegar a la guarida de Magnus Bane, el gran brujo.
Ella no lo creía tan admirable como su nombre indicaba.

Cruzó los dedos esperando encontrar a la pelirroja allí. Ella era la única pista que Rachel tenía de la Copa Mortal y no pensaba perderla.

No podía tener tan mala suerte para equivocarse tres veces. Tener que correr desde el Instituto a la antigua casa de Clary y de ahí hasta el muelle para descubrir que ya no estaban allí no fue nada divertido para la rubia.

A la tercera va la vencida, ¿no?

El problema era que si Rachel no tenía dificultades para rastrear a la chica Fairchild, los demás tampoco tendrían.

Cuando la rubia entró se encontró con una escena bastante extraña.
Clary removía un cazo con manos temblorosas mientras Simon y Jace echaban ingredientes en él.

¿Quiénes se creen que son?
Deben de haber visto mucho Harry Potter y ahora piensan que son el Trio de Oro.

Tras pasar al lado del trio se encontró con Magnus y Alec agarrados de la mano mientras por la otra el brujo soltaba una especie de purpurina por el cuerpo de un hombre ensangrentado, tumbado encima del sofá.
Los tres parecían tener cara de sufrimiento.

¿Cuánto me he perdido? se preguntó confusa la rubia.

Se quedó parada mirando todavía confusa la escena. No podía inventarse una buena historia que fuera verosímil y que tuviera un final como este.
Enserio, ¿cómo habían llegado hasta aquí?

Clary obligó al hombre ensangrentado a tomarse un baso del liquido que removía antes.— ¿Qué ha pasado?— ya preguntó la rubia en voz alta.

Magnus terminó de hacer su purpurina y Alec lo ayudó a levantarse ya que estaba por perder el equilibrio.

— Secuestraron a Clary y un hombre lobo atacó a su— Jace se paró durante un instante. Seguramente recordando — padrastro, que también es un hombre lobo.

Esa no era la historia que se había inventado Rachel.
Esta parecía aún menos verosímil.

¿Cómo ayudaste tú en eso? — volvió a hablar Jace acusandola.
Resulta que el rubio era rencoroso.

Demon | Alec Lightwood |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora