Rachel levantó la cabeza todavía dando vueltas al café. La inconfundible voz del chico Lightwood dando órdenes había llamado su atención.
El pelinegro lanzó una rápida mirada a la rubia y luego la volvió para dirigirse a Jace. — ¿Qué os ha dicho el lobo?
— Nos ha dicho donde esta la Copa Mortal.
Rachel se levantó del sofá al instante. Por lo que todos fijaron su mirada sobre ella, principalmente porque llevaba la ropa de Alec.
— ¿Dónde esta? — la rubia se acercó al lado de Clary, sabía que la pelirroja sería mas abierta que el rubio.
— ¿Qué haces con eso puesto? — Isabelle miró con una sonrisa a Alec y luego cambió su mirada hacia Rachel.
— Necesitaba ropa. — contestó la rubia.
— ¿A sí? ¿Y por qué necesitabas ropa? ¿Dónde estaba la tuya?
La sonrisa divertida de la chica Lightwood parecía poner nervioso a Alec. O a lo mejor eran sus comentarios.
— Izzy, no es lo que estas pensando. — intervinó el pelinegro intentando evitar que la conversación siguiera.
— Si, además eso ahora no es lo importante. — siguió la rubia tras aparatar su mirada de Alec. — ¿Qué sabéis sobre La Copa?
Jace entrecerro los ojos, todavía seguía sin gustarle que fuera rubia. ¿Sería teñida?, pensó el rubio.
— Esta en la comisaría, solo tenemos que colarnos y coger la carta. — respondió Clary con una gran sonrisa en el rostro. — Luke no puede ayudarnos, esta lleno de heridas pero yo se como entrar. — siguió hablando para dar ánimos.
— ¿Una carta? — Rachel frunció el ceño.
— Si, es una carta de t-
Jace agarró del brazo a la pelirroja interrumpiéndola. — Se lo contaremos cuando la tengamos.
Alec y Rachel entraron en la comisaria quedandose a un lado de la puerta.
— ¿Por qué nos tiene que tocar esta parte a nosotros? — gruñó Rachel que había preferido el plan de Jace y Clary.
— A mi tampoco me gusta mucho. — Alec hizo una mueca mirando a su alrededor para comprobar el perímetro. — Bien.
— ¿Bien, qué?
Alec soltó un bufido. — Pues que te toca.
— ¿Estas de coña, verdad? — Alec se cruzo de brazos, era un claro gesto de que no lo estaba. — Yo no pienso ser la disctracción.
— Pues yo tampoco. — salió a la defensiva el ojiazul. — Izzy siempre es la distracción. — se quejó.
— Pues hoy te toca a tí.