c a t o r c e

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— ¿Y cuándo empezamos? — preguntó Rachel emocionada. Sus ojos castaños brillaron dándola un toque más oscuro del que tenía.

— El plan B no se empieza hasta que el plan A no funcioné. — habló Jace con un tono autoritario.

— ¿Hay plan A? — frunció el ceño la rubia. ¿Por qué nadie se lo había contado?

Jace y Isabelle se dieron miradas de complicidad. Algo le decía a Rachel que el plan A no le iba a gustar. Esto no estaba funcionando bien si todavía el grupo seguía escondiéndola cosas.

— Tienes que convencer a Alec. — dijo Isabelle tranquila.

La rubia negó al segundo. — No va a funcionar.

Ni siquiera sabía si funcionaría o no pero se negaba a tener a Alec en su contra. No le quería en otro equipo que no fuera el de ella aunque no lo quisiera admitir en voz alta.

— Al menos tienes que intentarlo. — volvió a hablar Jace.

Izzy la agarró de los hombros e hizo que la mirara. La pelinegra tenía puesta una cara de cachorrito. — Te necesito, por favor. ¿No dijiste que eramos amigas?

En qué momento se me ocurrió decir eso, pensó la rubia. — Bien, lo intentaré.

La idea principal era destrozar a la Clave.

Isabelle dijo que Alec estaría entrenando y ahí estaba. Con una camiseta de tirantes negra ajustada pegando a un saco de boxeo.

A Rachel comenzaba a gustarle ir a verle a esta hora. No le importaba aceptar que el chico estaba bastante bien.

— Alec.

El pelinegro se paró en seco al escucharla. Dejó el saco y se acercó a ella. — ¿Qué pasa?

— ¿Tiene que pasar algo para que venga a verte?

Por un momento las mejillas de Alec se tornaron rosas pero luego volvió a su postura seria. — Normalmente sí.

— Tan solo venía a ayudarte en verdad. — Alec se sorprendió al escucharla. — ¿Estas seguro que quieres declarar la guerra a los seelies? Porque vas en ese camino.

— Tu también estás con eso. — rodó los ojos y se volvió a centrar en el saco de boxeo.

— ¿De qué hablas? — dijo Rachel haciéndose la inocente.

— Del asunto del seelie. ¿Acaso te ha convencido Izzy? — Alec soltó un bufido y negó con la cabeza. Parecía que hablaba para sí mismo. — ¿Sabes qué? Mejor no me contestes, no quiero saber la respuesta.

Rachel esperaba un poco de atención por parte del pelinegro pero Alec estaba más entusiasmado en pegar a un saco que en la presencia de la rubia.

Normalmente Rachel estaría agradecida por ello pero en este caso no lo estaba. Estaba molesta porque la persona que no la detectaba era Alec, y no sabía por qué la molestaba eso.

Las garras salieron de sus manos y se acercó con cautela hacia el pelinegro.
No quería hacerle daño y no lo iba a hacer.

Paró el saco de boxeo al verlo balancearse y clavó sus ojos sobre Alec. El chico Lightwood se asustó en un principio.
Parecía que la rubia iba a devorárselo en cualquier momento.

Rachel estiró el dedo índice de su mano izquierda y rasgó por un lado el saco haciendo que la arena cayera al suelo. Posó el mismo dedo en la garganta de Alec haciendo que éste se tensará por un segundo, sin embargo no se puso en estado de defensa. Si lo hacía sabía que acabaría golpeándola y algo en el no le dejaba hacerlo.

Demon | Alec Lightwood |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora