Rachel asintió para si misma y giró el folio de papel para enseñarselo a Dante.
— ¿Qué coño es eso, Rachel? ¿Es que no te han enseñado a dibujar?— preguntó el castaño alzando una ceja.
Realmente el dibujo era horroroso.
— ¡Pero si lo he dejado bien claro!— dijo la rubia soltando un bufido.— Estos somos tu y yo.— dijo señalando a dos lineas rectas.— Estamos entrado en la sala y dejando a todos incoscientes.— siguió moviendo el dedo para señalar lineas perpendiculares a las que era ellos. Esa debía de ser la gente incosciente.— Cojemos la carta y nos vamos.
— ¡Media hora para eso! ¿Llevamos media hora escondidos para que me enseñes un dibujo de mierda?— preguntó Dante histérico. Si alguien estuviera pasando cerca de esa habitación los hubiera escuchado y les hubieran pillado. Por suerte no había nadie.
— Esperaba que después de media hora ya hubieras pensado tu un plan.— se quejó Rachel arrugando el dibujo y tirándolo al suelo.
— Bien pues yo propongo que vallamos a ver la sala y dependiendo de cuanta seguridad haya planeamos nuestro ataque.— dijo el castaño serio.
— ¡Ves! Hacemos un buen equipo. Yo dibujo y tu piensas.
Dante prefirió ignorar el comentario y salir de la habitación. Rachel no tuvo más remedio que seguirle. A medida que caminaban por los pasillos se daban cuenta de que no había nadie por lo que dejaron de intentar ser sigilosos.
Al llegar a la sala de entrenamiento en la que estaba la Copa se sorprendieron. Ni un alma andaba por el Instituto.— Debe de ser una trampa. Saben que estamos aquí, ¡mierda!— gruñó el castaño para agarrar la manga de la camiseta de Rachel y tirar de ella.
Esta no se movió.— Mierda.
— Si eso ya lo he dicho, ahora larguémonos.— se quejó volviendo a tirar de su manga pero la rubia se resistió.
— Soy idiota.— volvió a hablar Rachel con la mirada perdida.
— Eso no lo he dicho pero lo estaba pensando.— Rachel giró su cabeza con el ceño fruncido y una mala mirada en dirección al castaño al escuchar lo que dijo.
— No es una trampa, Dante. No hay nadie porque están en la boda. Se me había olvidado que era hoy.— soltó un bufido a la vez que Dante apartaba la mano de la manga de Rachel.
— ¿Boda? ¿Qué boda?
— La de Alec con Lydia.— contestó Rachel brusca. Se la notaba molesta. Y lo estaba.
Por alguna razón Alec no había dejado de gustarla. Y sentirse así era la gran mierda del mundo.
— Eso significa que no va a haber nadie, ¿no?
La rubia negó con la cabeza. Dante y ella entraron en la sala de entrenamiento y se acercaron a una de las casillas del suelo, la que Rachel señalaba.— Aquí es donde estaba en la otra dimensión.
— Es un escondrijo de shadowhunter, necesitamos de su estela para abrirla. La estela del que puso la runa de protección aquí, claro. Es imposible que lo encontremos.
Rachel sabía que tenia que ser o Izzy o Alec o Jace o Lydia. Aunque ella estaría encantada de que fuera Lydia, así podría pegarla una paliza el día de su boda para conseguir la estela. A saber lo que diría Alec al verla.
Zarandeó su cabeza de un lado a otro y crujió su cuello. No debía de pensar así. No podía dejar que los sentimientos la afectaran.