Alec abrió los ojos. Le dolía la cabeza, seguramente eran migrañas, no había conseguido dormir bien estos dias con los nervios que le metía Rachel por conocer a su familia.
Rachel.Entonces recordó todo, Rachel dentro de casa, Rachel confusa ante todo, Rachel comportandose demasiado extraño con su familia, Rachel largandose hacia la boca del lobo, Rachel pegandole en la nuez. Mierda eso dolió.
Parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la tenue luz del bar. Estaba sentado en una silla con las manos atadas en el resplado de la silla y los pies atados a las patas de la silla.
¿Qué coño estaba pasando?
Quiso preguntarlo en voz alta pero la imagen de su chica abriendo la garganta a uno con unas uñas enormes. ¿Es que acaso llevaba uñas postizas? Al parecer ya no me cuenta nada, pensó el pelinegro rodando los ojos. Al segundo se sintió estupido. Esto no era ninguna broma, Rachel, su adorada Rachel, estaba matando a un hombre con sus porpias manos y él tenía la oportunidad de ver como toda esa sangre salía a chorros por la garganta de la victima y manchaba esos zapatos puntiagudos negros que solo podía llevar con camisas blancas arregladas.
Alec miró a los lados intentando buscar una distracción para no ver esa escena. Se encontró con Magnus y Hunter atados a otras dos sillas al lado de el.
Alec no pudo contenerse. Y vomitó hacia el lado donde estaban los otros dos chicos manchando los pantalones de Hunter.
— ¿Qué coño te pasa, tio? — gruñó Hunter mientras clavaba una mirada furtiva sobre el chico Lightwood.
Esto atrajo la atención de la rubia que soltó a su victima y miró en la dirección de la acción con una pequeña sonrisa. — Genial, te has levantado. — dijo sarcástica.
— Rachel, ¿qué esta pasando? — preguntó el pelinegro con los ojos desorbitados. Estaba muy asustado.
La rubia hizo un gesto con la mano para que el pelinegro parara de hablar.— Lightwood, callate. Se me acaba el tiempo. — se acercó a la silla de Magnus y apoyó sus manos en los posamanos de la silla para quedar a centimetros de la cara del mago. — ¿Vas a hacerlo ahora?
— Mira rubia, te repito que no se de que me hablas. Hagas lo que hagas, ni siquiera matando a alguien que ni conozco. — contestó el mago intentando sonar firme pero sus temblores lo delataban.
— ¡Joder! — Rachel gritó. Estaba frustrada. ¿Es que eran todos estúpidos? — No me puedes mentir. Se que es uno de tus esbirros a los que llamas compañeros de magia.
Magnus mantuvo su ceño fruncifo.— ¿Qué te has fumado?
— Mierda, Rachel. ¿Es un castigo por no ir a tu estúpida cena? Porque ya basta. No hace gracia. — intenvino Hunter moviendose pata quitarse las ataduras, pero no lo conseguía.
— No me jodáis. — su boca formaba una fina linea y sus pupilas comenzaban a dilatarse. La oscuridad la estaba invadiendo. — Estamos un mago, un shadowhunter y dos demonios en una habitación ¿y os comportais como putos humanos? — soltó un bufido. La estaban exasperando.