— Me has mentido.
Isabelle frunció el ceño ante la acusación de su hermano. No le había visto en estos últimos dos días y no era muy normal que Alec actuara de esa manera de repente.
— ¿De qué hablas?— preguntó la chica Lightwood todavía confusa.
Eran las nueve de la mañana y todavía no estaba del todo despierta y con todo el lío de la Clave no podía pararse a descansar un rato.
Mierda, la Clave.
— Tu sabes de que hablo.
Izzy rechistó, ya tenía bastantes cosas en la cabeza para que se sumará el enfado de su hermano.— ¿Quién te lo ha contado?
Alec esperaba que a ella también la hubieran mentido y que tan solo le hubiera contado lo que creía que era verdad. Pero no era así.
Su hermana la había mentido. Sus padres le habían mentido. Ya no estaba seguro de confiar en la gente.Además, Rachel no había vuelto a pasar por el Instituto. La rubia no salía de su mente durante estos días.
¿Y si estaba en problemas?— Así que no ha venido porque papá y mamá fueran del círculo.— Isabelle asintió tras escuchar a su hermano.— He sido estúpido, la Clave ya sabía eso, fueron los que lo escondieron. Y encima yo me lo creí.
— Alec no quería que te culparás.
— Tienes razón me culpé en un principio hasta que encontré el centro del problema.— Alec hablaba con voz brusca y dio un paso hacia adelante para quedar más cerca de su hermana.— El problema eres tú.
Nunca habían tenido una discusión tan fuerte. Ni se habían echo daño el uno al otro. Siempre habían sido un equipo unido. De ahí el dolor que sintió Isabelle al escuchar a su hermano.
— Tu estúpido seelie nos ha metido en problemas. Y tú con tu mente enamoradiza has hecho que tomemos un rumbo que no es el de un shadowhunter. Pero tranquila Isabelle, ya me encargaré de arreglarlo todo. No voy a dejar que te cargues el legado Lightwood.
La chica Lightwood no tuvo tiempo de replicar antes de que Alec desapareciera por uno de los pasillos con grandes zancadas.
Y aunque hubiera querido replicar no lo hubiera podido hacer, tenía el corazón en la garganta de la sorpresa y la culpa.Su madre tenía razón nunca hacía nada bien.
— ¿Y esta repentina acción? ¿A que se debe?— preguntó Lydia mientras caminaban por el muelle rompiendo el silencio.
Se acercaban al Lobo de Jade.— ¿De qué hablas?— fingió Alec.
La rubia soltó una risa fuerte.— Se te da fatal mentir Alexander Gideon Lightwood. Ahora dime, ¿por qué tantas ansias de salir del Instituto? La investigación podía haberla hecho yo sola. ¿O es que quieres estar conmigo?— se burló en la última fase, consiguió que Alec se pusiera nervioso.
— No huyo de nada.— contestó el pelinegro con brusquedad.
Lydia levantó los brazos como gesto de inocencia. Se burlaba de la situación.— Tranquilo Lightwood, no tengo ningún problema con esto.
— Yo protejo a los míos y a mi ciudad y si no está a salvo. ¿Qué mejor que salvarla con un miembro de la Clave?
Lydia frunció el ceño. No esperaba esa contestación, esperaba algo como intento ayudar a mi hermana.
La rubia sonrió para sí misma con la mirada clavada en el frente.—Ahora entiendo porque las chicas de Idris quieren conocerte.
Alec la miró confuso. ¿Estaba escuchando bien? Era imposible que la gente hablara de el cuando estaba Jace de por medio.
Aún así no replicó.— ¿Y eso?
— Guapo y defensor. ¿Quién no querría a alguién así como marido?
Alec se asustó al escuchar la última palabra. ¿Marido? ¿Por qué van tan rápido? ¿Y cuándo hemos empezado?
Él pelinegro se había quedado atrás ante la sorpresa pero comenzó a caminar ágilmente para colocarse de nuevo al lado de la rubia.— ¿Marido?
— Si, se dice que quieres sentar cabeza.
Y por extraño que fuera se le vino a la cabeza Rachel. ¿Dónde estaría metida en estos momentos?
— Mierda.— musitó por lo bajo.
Lydia levantó la cabeza para mirarle, ahora era él el que tenía la vista al frente. Esto debía de ser un error.— ¿No es idea tuya?
— Ni por asomo.— Alec rodó los ojos. Ni siquiera se había parado a pensar en el matrimonio.—Debe de ser cosa de mis padres.
— A mi intentaron hacerme lo mismo.
— ¿En serio?— preguntó sorprendido. Parecía joven para estar casada. Podía ser un año o dos mayor que él.— ¿Y qué tal fue?
— Si, pues mal para ellos. No le hice caso y me casé con el amor de mi vida.— Alec la vio sonreír ante lo último.— Lo teníamos todo planeado, dirigir juntos el Instituto de Lisboa. Pero todo de desmoronó. Mataron a John y ahora voy por mi cuenta.
Alec se quedó callado al escuchar la historia. No esperaba que terminara así.
— Te daré un consejo. En este trabajo solo vale la pena enamorarse del propio trabajo.— la voz de Lydia sonaba dura. Como si le costará decir las palabras.
Y Alec lo entendió. Sabía lo difícil que era ser un shadowhunter. Por eso esperaba no enamorarse nunca.— Lydia, lo siento.
— Yo también.— terminó la conversación para entrar en el bar.
Alec la agarró del brazo antes de que pudiera atacar a Luke con miles de preguntas.— Ya no estás sola, Lydia.