d i e c i o c h o

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La rubia frunció el ceño mirando a su alrededor. Todo parecía normal, estaban en una de las calles del barrio rico con un monton de coches caros aparcados frente a las casa.

Lo único que no cuadraba ahí era lo que estaba pasando.

Rachel miraba hacia el pelinegro con el ceño fruncido. Todo era muy confuso. Sobre todo verlo arreglandose el cuello del polo y peilandose el pelo con los dedos para que quedara hacia un lado, como si se hubiera pasado un peine.

Alec terminó de arreglarse para acercarse a Rachel y bajar la mano por su cadera para coger su mano.

La rubia tuvo ganas de saltar en el sitio, había sido un movimiento que no se lo esperaba. Pero no se movió, el recuerdo de que estaba en un mundo paralelo le vino a la mente. Si tenía a Alec aquí, cerca de ella, no sería tan difícil encontrar a Clary.
Además de que no le importaba que Alec fuera el que la tocara.

Rachel se vió haciendo algo impensable en su verdadera dimensión, entrelazó los dedos con Alec y le apretó fuerte la mano.

El pelinegro se acercó a una casa y en vez de tocar el timbre sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta con cuidado. La rubia iba a entrar pero un tiron en su brazo se lo impidió. Era Alec.

— Por favor, no me odies. — dijo mordiendose el labio haciendo que la rubia se confundiera más.

Él entró y la rubia no tuvo más remedio que seguirlo. Se llevó una sorpresa al entrar a la gran sala, no solo por que la casa era enorme, sino por los invitados.

Ya suponía que los padres de Alec estarían allí, aún así no había tenido tanto tiempo para recapacitarlo para impedir que le producieran ese terror que sentía en el pecho. No podía impedir que los recuerdos llegaran a su mente.

Pero intentó que no la descontrolaran. Jace Wayland estaba allí dando la mano por encima de la mesa a una pelirroja que conocía, Clary Fairchild.

En frente de ellos, sentados al lado de los padres Lightwood estaban dos personas. Una de ellas hacía que Rachel se mantuviera quieta en el sitio con el corazón latiendole fuerte contra el pecho. Hasta el propio corazón queria salir de esa habitación.

Valentine se encontraba allí riendo con la mujer pelirroja, que por el parecido Rachel suponía que sería la madre de Clary.

— Lo siento. — Alec susurró en el oido de la rubia. — Se que no te cae bien, — por su mirada la rubia se dio cuenta de que hablaba de Clary — pero Jace la ha invitado y no podiamos negarnos.

Clary era el menor de los problemas de Rachel.

¿Y por qué han venido sus padres? — dijo que un tono molesto que la Rachel de la dimensión de shadowhunters no sentía.

— ¿No creías que invitariamos a tu familia y a la suya no, no? — la preguntó el pelinegro con una sonrisa divertida en su rostro.

La palabra familia hizo que Rachel recuperar el control sobre el cuerpo de esa dimensión.

Sus manos comenzaron a sudar por lo que deshizo el agarre que tenía con el pelinegro. ¿Había dicho familia? No, no podían invitar a mi famila, pensó Rachel. Todo menos eso.

Hacía tiempo que Rachel no les veía. Desde que tenía siete años para ser exactos. Asi que sí, había pasado bastante tiempo.

— ¡Rachel! — Maryse Lightwood se levantó de su sitio y se acercó a Rachel con sus brazos abiertos entrujandola entre ellos. Esto si que era extraño. Al separarse puso las manos sobre los hombros de la rubia y sonrió con ternura, si es que un Lightwood pudiera hacer eso, pensó Rachel. — Alec nos ha hablado mucho de ti.

Rachel hizo lo pudo y la sonrió de la misma manera. Era algo realmente dificil para Rachel, lo de controlar las ganas de matarla.

Quería despedazarla poco a poco, que sufriera como lo hizo ella.

Entonces la rubia sonrió como si se estuviera divirtiendo de verdad.Espero que no os halla dicho cosas malas. — contestó bromeando.

Rachel estaba perdiendo el control. Necesitaba buscar algo que fuera igual que su dimensión para mantenerse centrada pero los cariños de la familia Lightwood, la mirada de adoración de Alec y la tensión entre ella y la pelirroja no la ayudaba mucho. No había nada que la vinculara a su mundo.

Entonces ocurrió, Rachel no supo cuanto tiempo había pasado. Ni como había llegado a sentarse en la mesa. Solo se enteró de como un pequeño niño rubio abría la puerta de la casa y dejaba pasar a dos personas. Una mujer rubia y alta con una figura imponente y uns mirada dulzona y un hombre bajito con vermudas y calcetines hasta la rodilla.

Rachel buscó la mano de Alec para agarrarla y conseguir su apoyo ante la situación. Al menos en esta dimensión no podía estropearlo.

El pelinegro por el agarre desespersdo supo que algo iba mal. Aunque no era lo que la rubia pensaba de verdad. — ¿Y tú hermano? — preguntó Alec.

Rachel sonrió, esta vez si que tenia ganas de hacerlo, podía ver la vida de la Rachel de esta dimensión. Podía ver como había sido y sabía lo que estaba pasado pero ella estaba al mando.

Se levantó de la mesa como si fuera a saludar a su familia y cuando llegó hasta ellos los esquivó para salir de la casa. ¡No podía creerse que hubiera tantas coincidencias en esta dimensión!

— ¡Rachel, ¿qué haces? gritó Alec detrás de ella. Podía escuchar sus pisadas rápidas, estaba corriendo hacia ella.

— Necesito tu coche. — habló seria la rubia.

— No, se que quieres ir a buscarlo. Pero los dos sabemos que Magnus no es una buena compañía y no esta bien que nos juntemos con él. — Alec usó su respectivo tono mandón, este si que me recordaba al de mi dimensión, pensó Rachel.

— ¿Y está bien dejar a mi hermano con él? — dijo la rubia intentando meterse en el papel de esta dimensión.

Y por suerte el pelinegro se lo creyó.— No pero... — Alec soltó un bufido. — Te vas a arrempentir de esta noche si no cenas con mi familia. Ya te he contado como son.

Rachel soltó una pequeña carcajada. — Ni te imaginas lo que me voy a arrepentir.









El chico Lightwood se acercó al coche y se metió en la puerta del conductor.¿Pensabas que te iba a dejar ir sola?

La rubia entró en la puerta del copiloto y Alec arrancó en cuanto vió salir a su madre de casa.











— Hunter. — dijo la rubia en cuanto entraron en el local y vio la espalda de su hermano al descubierto.

Él se giró y clavó sus ojos chocolate sobre ella. Soltó una carcajada al ver a su acompañanate. — ¿Te has traido a tu principe a la casa del lobo?

Vi a Alec dar un paso hacia delante pero Rachel le impidió seguir poniendo una mano sobre su pecho.— ¡Oh venga ya! Cierra la puta boca, Hunter.

Hunter la miró sorprendido. Si, al parecer la Rachel de esta dimensión era una santurrona.

— ¿Dónde esta Magnus? — preguntó Rachel.

— Estoy aquí, amor. — el mago de ojos llenos de purpurina y ropa estravagante no estaba en frente de Rachel.

Se trataba de la misma persona. Pero con el pelo desordenado y el flequillo callendo sobre un lado de su frente. Sus ojos estaban sudorosos del calor que hacía en el bar y no había ningun rasgo de purpurina por su cuerpo.

— Oye solo venimos a...

Alec no pudo seguir hablando cuando Rachel le pegó un puñetazo en la parte de la nuez hasta la barbilla haciendo que callera incosciente.

— Bien, mago, necesito tu ayuda.

Magnus Bane frunció el ceño. — ¿Mago?

Demon | Alec Lightwood |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora