d i e c i s i e t e

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Los ojos ahora totalmente negros de la rubia se centraron en el seelie.

Habían quedado en aparentar todo lo que podían ser un demonio

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Habían quedado en aparentar todo lo que podían ser un demonio. Y Rachel se había ofrecido a hacer lo de los ojos a pesar de que Dante se hubiera negado. Cuando dejabas a la oscuridad salir costaba volverla a encerrar.

Cerró la puerta al entrar y jugó con las llaves que llevaba en sus dedos. — ¿Que forma es esta de tratar a un invitado? — dijo con una amplia sonrisa que hizo que el seelie echara su espalda contra el respaldo para alejarse.

Los dientes de la rubia estaban más afilados, todos en forma puntiaguda y los colmillos sobrepasaban el largo normal. Era espeluznante. Para nada bonito.

Rachel le quitó las esposas de las ambos y de los pies para dejar totalmente suelto al seelie.

El castaño de pelo largo no iba dejarse asustar. — ¿Soy un invitado? ¿Y se puede saber quién me ha invitado?

Rachel se tomó su tiempo para contestar. Se acercó hacia la otra silla que se encontraba en frente de él mientras arañaba con una de sus garras la mesa de metal produciendo un chirrido insoportable.

Valentine.

Se sentó en las silla y subió los pies en la mesa intentando buscar una postura cómoda.

Rachel sabía jugar a esto. Mentir era una de sus facilidades y uno de sus grandes hobbies. Había mentido durante casi toda su vida, para sobrevivir. El único que conseguía sacarla de su zona de confort era Alec. — No le ha gustado la poca información que los seelies le han dado.

— Neceistamos saber si tendremos protección antes de contar nada. — se mantuvo firme el seelie.

Rachel bajó los pies a gran velocidsd y se levantó dando un golpe a la mesa con la mano. — ¿Dudas de nuestra fuerza? ¿Dudas de nuestro poder?— alzó el tono de voz asustando al seelie. La que hablaba ahora era la oscuridad. Respiró profundo e intentó tranquilizarse. Sabía que no estaba bien dejarla salir. — Deberías replantearte tu bando, Meliorn.

El seelie levantó la cabeza sorprendido. No se esperaba que supiera su nombre. — Se que bando hay que coger. Y ese es el fuerte.

— ¿Entonces por qué pasas tanto tiempo con algunos shadowhunters? — Meliorn se quedó callado ante la acusación. Sabía cuando cerrar la boca. — Conocemos todas tus debilidades, seelie. Y no nos gusta que nos hagan esperar.

¿Qué queréis saber?

Un brillo apareció en los ojos de la rubia. Y no era un brillo que te diera comodidad, este aterraba. Como todo en ella ahora mismo. — ¿Como consigo la Copa?


















— ¡Lo perdistes! — Isabelle empujó a Jace haciendo que se tropezara con una de las barras que se utilizaban en los entrenamientos y cayéra al suelo de culo.

— ¡Se lo llevaron mientras Clary y yo no podiamos hacer nada! — se justificó el rubio poniendose en pie. Isabelle estaba a punto de atacarle de nuevo cuando este puso un brazo entre medias de los dos para tranquilizarla. — Pero tengo su cara. Solo hay que buscarle y le tendremos.

— ¿Y si para cuando le encontramos ya esta muerto? — la chica Lightwood se llevó las manos a la cara e intentó tranquilizar su respiración agitada. — Espera, Jace.

El rubio clavó los ojos sobre la pelinegra atento a lo que ella iba a decir. — ¿Si?

— ¿Por qué no podian hacer nada Clary y tu? — entrecerró los ojos y se formo una fina linea sobre sus labios.

— Nos dejó inconscientes. — dijo el rubio en voz baja. Tan baja que Isabelle no lo escuchó.

¿Qué?

— Que nos dejó incoscientes. — repitió de mala gana.

— ¿Un solo hombre os dejó inconscientes?

Jace rodó los ojos. No le gustaba nada que él no fuera el ganador, siempre. Ese no era un hombre normal.

— ¡Joder Jace tu tampocoe eres un hombre normal, eres un puto shadowhunter! — se quejó la otra empujándole de nuevo.

Pero Jace lo paró poniendo sus brazos sobre su pecho y devolviendoselo. Isabelle tuvo que dar un paso hacia atrás para mantener el equilibrio.

Y antes de que comenzaran una pelea unas manos en los pechos de cada uno hizo que pararan. — ¿Qué demonios estáis haciendo? — frunció el ceño el que acababa de aparecer.

Ninguno abrió la boca, ni siqueira se atrevieron a mirar al chico Lightwood.

— ¿Y en qué estabáis pensando? — ahora habló con furia y preocupación.

— Tampoco es para que exageres, Alec. Solo eran empujones. — rodó los ojos la pelinegra apartandose de su hermano.

— No me refería a vuestra estúpida pelea. Me refería a lo de ayer.

Isabelle apartó la mirada de su hermano. — ¿De qué hablas, Alec?

Nos vio ayer. le dijo el rubio a Isabelle en un susurro haciendo que esta soltara un bufido.

Alec puso los brazos sobre los hombros de su hermana e hizo que le mirara. — Solo quiero saber si te vio alguien. — la pelinegra negó con la cabeza. — Lydia esta buscando culpables. La perdida del seelie no le ha gustado.

Al parecer a ninguno nos ha gustado. — contestó Isabelle.

El chico Lightwood se veía sorprendido.— ¿Qué?

— Nosotros no lo tenemos, seguro que nos lo ha quitado la Clave y tu queridisima prometida no te lo ha dicho. — contraatacó la pelinegra.

— No, la Clave no lo tiene. Estoy seguro.

Jace intenvino.— Oh mierda.

— ¿Sabes quién ha podido ser? — hablaron los dos hermanos Lightwood con diferentes palabras diciendo el mismo mensaje.

— ¿Quién querría a los seelies? — antes de que nadie contestara Jace continuó hablando. — Valentine.

















Ben se cruzó de brazos negando con la cabeza pero sin apartar la mirada del seelie que comenzaba a mover la naturaleza moviendo solos su manos. — Yo sigo sin entenderlo. Si la Copa esta en esta dimensión ¿por qué vamos a otra dimensión?

— ¿Peró acaso has escuchado algo de lo que ha dicho? — le regañó James apoyado en uno de los troncos del bosque.

— Resulta que algunos necesitabamos una siesta. — se justificó el castaño.

— Callaos los dos. — intenvino la rubia. — No vamos a ir a ninguna dimensión, voy yo sola. Vosotros tenéis que encargaros de lo que pasa en esta dimensión. Además la Copa Mortal no esta allí lo que esta allí es la pista del lugar.

— ¿Pero no lo tenía Clary Fairchild? — preguntó Ben todavía confuso.

— Si, pero la ha sacado del Instituto. Por lo que tengo que averiguar donde esta. — gruñó Rachel. La verdad es que comenzaba a estresarse. El seelie tardaba demasiado. Y en toda dimension hay una pista de la otra.

Rachel frunció el ceño al ver al pelinegro frente a ella con un polo blanco y unas vermudas rojas. — ¿Alec? ¿Qué haces aquí?

El chico rió. — Se que estas nerviosa pero tu estate tranquila. — la sonrió y acarició su mejilla con suavidad. ¿Qué estaba pasando? — Vamos, mi familia te esta esperando. Ya veras como les encantas.

Demon | Alec Lightwood |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora