s i e t e

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Alec no la contestó, tampoco sabía la respuesta. Y eso no le gustaba para nada. ¿Por qué de entre todas las personas se sinceraba con ella?

Frunció el ceño se levantó con agilidad y se acercó a la pelirroja y al rubio que salían de la comisaría. — ¿La tenéis?

Clary hizo una mueca

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Clary hizo una mueca. — Tecnicamente, si.

— ¿Cómo que tecnicamente? — esta vez habló Rachel con un tono molesto. Seguro que si yo hubiese ido a por la Copa ya estaría en mis manos, pensó la rubia. — O se tiene o no se tiene.

Los tres la miraron durante unos segundos sin contestarla. Ella era la única que no sabía como funcionaba esto.
Finalmente, Clary abrió la boca.

Si va a ser parte del equipo hay que mantenerla informada, pensó la pelirroja.— Está en una carta de tarot. La podré sacar en cuanto sepa como.

— ¿En una carta de tarot? — Rachel frunció el ceño, no se esperaba esa respuesta. Entonces supo lo que estaba pasando. — Brujería. — dijo por lo bajo. — Llevemoslo a Magnus Bane, él sabrá como sacarlo.

— No es brujería. — intervino Jace con aires de superioridad. — Es algo de los Fray. — el rubio miro hacia su acompañante para confirmar si lo había dicho bien, la chica asintió.

— Bien pues haz esa cosa Fairchild y sacala. — Rachel hizo algo parecido a los gestos de Magnus por lo que Jace rodó los ojos.

Que no es brujería, quiso repetir el rubio.

— No es una ciencia exacta. No se como lo hice la primera vez, no es tan fácil como sacarla y ya esta. — dijo Clary estresada.

— Seguir con vuestras teorías luego. Somos un blanco fácil y los demonios no tardaran en encontrarnos. — volvió a hablar el rubio pero esta vez comenzando a andar.

Los demás le siguieron por detrás, menos la chica Fray que se había despistado por un momento.

— Por no decir que acabamos de robar a la policía.

Rachel rodó los ojos. — Alec, no ayudas.

El pelinegro frunció el ceño. La chica lo había respondído con un tono de burla, sin embargo, sabía que lo hacía de buenas.
¿Desde cuando se comportaba Rachel de buenas con él?

Jace se paró de golpe echando un vistazo. — ¿Y Clary?

Giraron todos la vista para ver a la pelirroja disculpandose con una vieja. Rachel se pusó tensa. Sabía lo que era, lo notaba. — Es un demonio. — dijo por lo bajo.

Jace no dudó, se acercó con rapidez y en cuanto el demonio se giró para atacarle le clavó la espada en el pecho.

Rachel hizo una mueca y como acto involuntario ella también se agazapó, eso debía de doler.

Clary se acercó asustada. — Tenemos que irnos, nos estan rodeando. — avisó Alec.

La pelirroja les guió fuera de la comisaría por unas escaleras hasta llegar a unos túneles.

¿Por qué estamos siguiendo a la novata?, pensó Alec.

Cuando iban a seguir Jace se paró al ver a Alec colocarse en posición de ataque. — ¿Qué haces? — preguntó Jace preocupado.

— Iros yendo. Yo me quedo. — contestó Alec seguro.

— No voy a dejar a nadie atrás.

— Jace, no podemos dejar que se hagan con la Copa. — Alec miró hacia Clary que asintía, por una vez los dos estaban de acuerdo.

— No estará solo. Me quedo con él. Vosotros encargaros de la Copa Mortal. — Rachel quería pegarse un puñetazo en la cara.

¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué no simplemente le había dejado a su suerte? Es un maldito Lightwood.

Los demás ya habían salido corriendo hacía tiempo y ahora Alec y Rachel estaban solos frente a los demonios. Que no tardarían en entrar.

— ¿Por qué te has quedado? — preguntó el pelinegro confuso. Cada vez la entendía menos. Seguro que son cosas de chicas.

Rachel negó con la cebeza poniendo el dedo indice sobre sus labios. No era el momento para hablar. Además no sabía cual era la respuesta correcta.

Y por supuesto que no lo era. Cuatro demonios entraron por la puerta hacia los tuneles. Alec consiguió desacerse de uno nada mas cruzar la puerta. Era un buen tirador.

Rachel sin embargo luchaba cuerpo a cuerpo con uno. No podían ayudarse entre sí al estar Alec con dos sobre él.

La rubia sintió un corte en su pierna. El demonio la había atacado. Se puso de rodillas por el dolor palmeando los pantalones en busca de la daga. No estaba.

La había perdido en la pelea.

El demonio se vaporizó delante suyo tras recibir una flecha en la espalda por parte del pelinegro.
Rachel vió que algunos demonios seguían entrando por las puertas y conseguían colarse entre los túneles.

Alec lanzó un cuchillo sobre el suelo hacia Rachel. — Coje el mío y cuida tus espaldas. — me advirtió.

La rubia se quedó estática mirando hacia el mango del cuchillo que estaba en el suelo. La descubriría.
El cuchillo no saldría, ni siquiera se iluminaría al cogerlo.

Escuchó un alarido, un alarido proveniente de Alec. El pelinegro había podido con el demonio hasta que uno lo había atacado por la espalda.

Rachel cogió el mango y se acercó decidida hacia Alec. Sabía que no podía hacerles daño con la espada.
Así que arañó la espalda del demonio, de forma que sus garras abrieran una raja en su piel y metió el mango de la espada en él.
Si, el interior de las tripas era totalmente asqueroso.

Alec lo veía todo desde el suelo. Aunque estuviese herido estaba lo bastante cosciente para comprenderlo. Bueno, a lo mejor no comprendía todo.

La chica lo arrastró por el suelo y lo acercó al pelinegro obligandolo a meter la mano por la espalsa. En cuanto el shadowhunter tocó la espada el demonio se vaporizó.

— ¿Estás bien? — preguntó Rachel agachada.

Estaba preocupada, estaba preocupada por un maldito Lightwood.

Ya no había demonios a su alrededor. Había acabado con la mayoría, los demás había conseguido pasar.
Alec asintió todavía confundido. Había una cosa que estaba clara. Rachel no era una shadowhunter.
Entonces, ¿qué era?

Aún así no la preguntó. Dejó que le ayudara a levantarse. Era extraño pero lo que más le importaba en estos momentos no era el corte del demonio que hacía que todo comenzara a verse borroso ni tampoco el hecho de que la rubia no fuese una shadowhunter, sino ver la cara de ella. Estaba totalmente desorientada, respiraba agitadamente y mantenía su mirada sobre él. Y sabía porque era, se preocupaba por él.

Rachel pudó ver el corte en la espalda del pelinegro. No dudaría mucho cosciente y no tenía fuerzas para manternerse.

Antes de que el pelinegro pudiese quejarse Rachel con su pequeña altura lo cogió y lo cargó entre sus manos.

En las novelas románticas normalmente es la chica la que va en brazos del chico, pensó la rubia, ¿por qué esta situación me recuerda a novelas románticas?

Demon | Alec Lightwood |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora