Era la peor noche de toda mi vida y eso que no conté el día en el que me dijeron que tenía leucemia.
Sara estaba borracha bailando con quién sabe, cuando yo había quedado sentada en el patio con un vaso de jugo de naranja, y no sólo estaba enfadada por lo de Sara, si no también porque no era una fiesta con nuestros compañeros, era una fiesta en donde estaba todo California. Más o menos.
No me podía ir sin Sara, mucho menos si estaba borracha, así que decidí quedarme sentada en uno de los bancos que había en el patio trasero y de allí no saldría ni por casualidad a menos que Sara me necesite.
Mi celular sonó con el tono de mensaje, y sí, era Matt.
Matthew: ¿Todo bien?
Anna: Aparte de que estoy aburrida, sí, todo más que bien.
Mentira, me quería ir de esta porquería pero no quería preocupar a Matt.
Matthew: Bien. Si quieres que te recoja, sólo dime. Cuidate.
Suspiré, y levanté mi mirada hacía donde estaba bailando Sara y no sé encontraba allí. Me removí un poco de mi asiento para poder ver mejor para dentro cuando dos cuerpos de mujeres se pusieron en el medio de mi vista. Fruncí el ceño y me fijé de quiénes se trataban y no eran más que las putas que tenía de compañeras en la clase de biología.
- Hola Anastasia. - Habló Wanda, la más puta de todo el instituto, vaya que la odiaba, más de lo que era Megan. Cerré los ojos con paciencia, tratando de no descontrolarme y golpearla. - ¿Acaso en Texas no se divertían como lo hacen aquí o les gusta montar muchos caballos y bailar música country? - Okay, si no se callaba, su cabellera rubia no iba a existir.
- Primero, no me llamo Anastasia. Mi nombre es Anna. Segundo, en texas también teníamos las mismas fiestas y al parecer a ti te gustará montar otra clase de caballos, no como los que montan las personas en los campos. Ahora, si ya no tienes otra cosa que hacer, quítate de mi vista y hazle el favor al mundo de dejar de ser tan hueca. - Me levanté de mi asiento y la choqué con mi hombro al pasar.
- Como si a ti no te gustaría montar los mismos caballos que ella. - Candy, su amiga tenía menos cerebro que un animal, y estoy ofendiendo a todos los animales. - Te encantaría tener la misma accion que tenemos nosotras. O no es así, Annie bonita? - Paré en seco, me di media vuelta y estallé en carcajadas.
- Prefiero morirme de leucemia antes que de sida como ustedes. - Tomen eso. - Y por cierto, Wandita, te recuerdo que a Lawson no le gustaría estar con una perra como tú. - Di por concluida nuestra conversación, seguí mi camino con una sonrisa triunfante y entré a la casa.
Busqué a Sara en todos lados y no estaba. Agradecí a dios porque yo tenía las llaves de su camioneta y no se podría ir. Subí al primer piso y no había rastro de Sara, sólo unas cuantas parejas que parecían una sola persona. Abrí una puerta y deseé no haberla abierto porque lo que había visto era bastante asqueroso así que la cerré lo más rápido que pude. Dios, ahora estaría traumada de por vida.
No quise abrir las otras dos puertas porque se escuchaba hasta afuera lo que estaban haciendo y ninguna de esas voces era de Sara.
No sabía en donde se había metido y yo ya me sentía bastante mal, me sentía débil, necesitaba un caramelo urgente si no me desmayaría en cualquier momento. Fui al balcón que estaba al final del pasillo y me senté en el suelo tratando de respirar aire fresco y tranquilizarme un poco. Necesitaba volver a casa y estar allí, había sido una mala idea venir y más dejar que Sara se emborrachara de la manera en la que lo hizo.
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Living with hope.
RomanceUna sonrisa que deja hipnotizado a cualquiera, un cuerpo maravilloso, una personalidad deslumbrante, amante al ballet y a la música clásica, el mejor promedio en su Academia, una familia maravillosa, no le faltaba nada, tenía una "vida perfecta". A...