Capitulo 8

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- Niñas, recuerden que el viernes será un día para conmemorar a los santos de la iglesia. Cada salón tendrá en su puerta un papel con la imagen y el nombre del santo. Durante el día, revisaremos su vida y la nuestra, para que podamos seguir su ejemplo y así ser las personas que erradiquen el mal de nuestro mundo.

¿Y eso de qué me sirve?

- Ademas - continúa -, su asistencia y participación en este evento tiene calificación sobre la materia de religión, por supuesto - no me digas -. Si faltan, no podrán recuperar la nota, por lo tanto, su desempeño académico en la nota se verá afectado.

Increíble. El hecho de que asista a este evento, significa de que tengo que ir en contra de lo que he aprendido de la iglesia a la que me congrego. No puedo hacerlo.

Empiezo a mirar, sentada desde mi pupitre, a mis compañeras. Estudio sus reacciones, nada que me sorprenda. Todas tienen caras de cansancio, agotamiento; al igual que yo, todas nos queremos ir. Es un salón muy grande, con gran cantidad de estudiantes. Hay una en particular que llama mi atención. Preciso es de esas compañeras con las que nunca te hablas, porque sientes que es totalmente diferente a ti. Esa compañera que no muy a menudo le escuchas la voz, que por ser tan alta le toca al final del salón. Quizá sea por eso que nunca me he relacionado con ella, porque a mi me ubican en los primeros puestos, debido a mi miopía nivel Dios.

Isabel. Ese es su nombre. Tiene una expresión en su rostro diferente al de las demás, ¿por qué? Vuelvo a dirigir mi mirada a la profesora. Es una mujer muy alta, morena y un poco pasada de peso. Se me hace imposible no bajar la mirada a sus pies; si fuera ella, no usaría tacones que permitan que se vean los dedos. Me parece desagradable. Toda su excelente presentación personal se esfuma en ese punto. Es muy raro verla sonriendo, sólo lo hace cuando esta con los demás profesores de la escuela.

Lo acepto. Me cuesta no detallar a una persona de pies a cabeza.

Me causa intriga Isabel. Tengo que acercarme y hablarle. Gracias a Dios no es un hombre, moriría con tan solo pensar en la palabra "hombre"; será sencillo.

Suena el tan esperado timbre, y se desata el desorden dentro del salón. La profesora se va a su silla a acomodar sus materiales, mientras yo empiezo a empacar mis cuadernos en mi maleta de Hannah Montana. Por fin. Escucho cómo las chicas de las rutas salen corriendo por la puerta; son las primeras en tener todo listo cuando la ultima hora ni siquiera haya iniciado.

- Que bobada. Para eso mejor no vengo el viernes; así no tengo que levantarme temprano el viernes, sábado y domingo - dice Carolina mientras se acerca a mi, con la maleta puesta en su espalda y con su carpeta de Kiut en la mano.

- ¡Ay! deja de ser así. Por lo menos no tenemos que afanarnos por hacer las tareas de ese día - le contesta Luisa, como si Carolina se lo hubiera dicho a ella.

- Carolina tiene razón, es una bobada. Las directivas y las monjas de esta escuela no toman en cuenta de que aquí no todas son católicas - les hablo mientras me levanto de mi pupitre y acomodo mi maleta en mi espalda.

- No lo decía por eso - frunce el ceño Carolina -, lo dije porque vamos a perder un día de clases, hablando de gente muerta. Podría quedarme durmiendo mientras todas ustedes madrugan y asisten a esta bobada. Para colmo, siempre que hacen estas actividades, nos dividen y no vamos a estar en todo el día juntas, sino con otras niñas de cursos menores y mayores al nuestro.

- Hmm, eso es verdad. Que pereza, entonces - recapacita Luisa y cruza los brazos.

- Dado las desventajas, creo que no vendré - afirmo.

- Acabo de escuchar otra estupidez - se ríe Carolina -. Bueno, yo las dejo. Me quiero ir.

- Me voy contigo Caro - Luisa se agarra de la maleta de Carolina -. Vamos Caro ¡arre!

Infinitamente #PGP2016 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora