Capítulo 19

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Rachel aún está dormida. Esta frente a mí, de modo que veo cada pequeña característica de su rostro, y es muy guapa. Hace un movimiento con la cabeza y un mechón de cabello se pone frente a ella. Me recargo de mi brazo, y con la mano que tengo libre le quitó el pelo de enfrente, poniéndolo detrás de su oreja. Ese pequeño roce, poco profundo, produce un efecto en los dedos de mi mano. Un extraño efecto que contrae mi corazón al recordar a mi madre. Intento apartar el recuerdo, pero mi mente es insistente. Me lleva al pasado, a mí terrible pasado. Algo que se supone que jamás tocaría, cómo un baúl que no debía ser abierto.
Mi madre también fue de Cordialidad. No siempre fui como lo soy ahora, crecí con el amor de alguien. El único amor que conocí, el de una madre.
Se cambió a Erudición, donde conoció a mi padre. No es que no le gustará su antigua facción, pero los libros eran más lo suyo. Era una hermosa mujer, que se ponía a leer por las noches un libro nuevo. Me sentaba a su lado para oír lo que decía, porque eso me ponía a dormir. Cuando alcanzaba a ver que unos mechones le estorbaban para leer, yo se los apartaba. La llamaban a cada rato de la escuela, para darle la queja de que ya había conseguido lastimar a alguien. Nunca olvidaré su cara de decepción, aquella mirada que pronto se desvanecia para hacerse notar una enorme sonrisa. Se alegraba de que supiera defenderme, le gustaba verme luchar por algo que yo quería. Desde chico estoy en primer lugar en todo, es a lo que estoy acostumbrado, es lo que mi madre me enseñó. Nunca rendirse, o verse débil. En cambio mi papá no lo veía en todo el día, tenía que trabajar y cosas por el estilo, habían noches en las que ni siquiera llegaba. Carol (mi mamá) me ponía en cama a dormir todas las noches, o al menos eso es lo que ella creía, que yo dormía. Pero podía escucharla llorar desde su recámara. Mike (mi papá) se le hizo costumbre a mis ocho años llegar tomado, y golpear a mi mamá. De pronto nada le era suficiente, quería y ambiciaba más. Quería hacer algo, pero era demasiado débil para ayudar, no podía ni siquiera defender a Carol. Una noche ella no llegó para darme las buenas noches, le preguntaba desesperadamente a Mike que donde estaba ella. Su única respuesta por un largo tiempo era que ella decidió abandonarnos. A los doce años, después de enterarme que ella había sido asesinada por él, lo mate. Una y otra vez lo apuñale con un cuchillo de cocina, las lágrimas que caían de mis mejillas quemaban, pero era tanta la furia que no pare, hasta que unos guardias llegaron por mí. Estuve en un cuarto encerrado por mucho tiempo, con las manos y ropa manchadas de sangre. Me aislaron de la gente por un año completo, por seguridad de los demás. Jeanine respondió a mi auxilio, brindando su ayuda, cuidando de mí hasta que el momento de la ceremonia llegará. Jamás la pude ver como algo más que una simple amiga, una muy buena amiga que cuido de mí. La escuchaba hablar por teléfono en las noches, cosas que Carol alguna vez me dijo que estaban mal, cosas de las cuales yo no estaba de acuerdo, pero algo muy dentro de mí quería ayudar a su causa.
El gran día de la ceremonia escogí Osadía, porque quería ser importante, un líder como el que conocí un día en casa de Jeanine. Jamás dejaría de ser primero en algo, así que luche por conseguir un buen lugar. Conseguí enfrentar mis miedos, ya no hay algo a lo que realmente le tema. Muchas veces me siento mal pensando en que me parezco a mi papá, por ambicionar. No tengo piedad. Soy igual que él.
Me torturo a mí mismo una y otra vez con lo mismo, haciendo arder mi garganta.
-¿En qué piensas, Eric? -es Rachel que se recarga sobre su brazo, y me ve confundida.

Amor antes que facción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora