XXV

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Este capítulo es un bonus porque me desaparecí dos siglos y los amo )?.

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Quería gritar, quería gritarle a Draco que parara. Que no traicionara a su familia, que no lo haga por mí. Pero no podía.

Cuando reuní el aire y la fuerza suficiente para abrir la boca sentí mi estómago encogerse, junto con todo mi cuerpo. Muy tarde. Dobby me había tomado la mano y el resto fue historia.

Caí de golpe en la acera del número doce de Grimmauld Place.

Caí de rodillas. Cuando intenté evitar mi completa caída apoyando las palmas de las manos en el suelo sentí un intenso dolor en la mano derecha, en la muñeca específicamente, com si mis huesos estuviesen partidos en trozos pequeños y rasparan la parte interna de mi piel.

Draco se apresuró en levantarme del suelo, y luego cargarme. En otras ocasiones habría estado encantada, pero ahora me estaba sintiendo completamente inútil.

—No dijiste que era el número doce? Solo hay diez y once. — preguntó. Una vez que entrabas por primera vez a la casa, recién ahí podías verla. Estaba bajo un poderoso hechizo realizado por Dumbledore.

Dobby se limitó a estironearle el pantalón y dirigirlo a la puerta principal.

Una vez adentro, Harry, Hermione y Molly Weasley nos esperaban. Después llegaron Ginny y Ron, seguidos de los gemelos.

—¡_____!— Hermione saltó del sillón donde se encontraba y dejó el libro que traía en la mano mientras prácticamente corría hacia mí. —¿Cómo te encuentras?
—Bien— fue más un susurro.

—Está muy débil, necesita comer y descansar.

El mundo pareció detenerse cuando Draco pronunció la primera palabra dentro del cuartel de la Orden del Fénix, todos guardaron silencio y me removí para que me dejara pararme en el suelo.

—Tu habitación está abajo, para que no tengas que subir escaleras— dijo Molly cortando la tensión — te daré algo de comer.

Harry no me hablaba. Fijé la mirada en él. Miró a otro lado.

— Creo que necesito una ducha.— intenté sonreír levemente, para ver si así desaparecían los gestos de preocupación mezclados con melancólicas sonrisas en los rostros de todos.

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Me miré al espejo y me veía horrible, estaba sucia y había perdido mucho peso. Alguien me hizo el favor de llenar la tina con agua caliente, así que intenté dejar que el agua se llevara todos mis pensamientos, pero pasó todo lo contrario. Estaba sumergida hasta los hombros, pero tenía las manos apoyadas en los bordes húmedos de cerámica.

Alguien tocó la puerta.

Hermione entró.

Nunca habíamos sido cercanas, pero ahora se estaba comportando conmigo como si hubiésemos sido siempre las mejores amigas. En mi cabeza lo agradecía, ya que debido al extraño comportamiento de Harry, me sentía como si me encontrara en una casa llena de desconocidos. El no haber hecho amigos en Hogwarts me estaba pasando la factura.

—¿Necesitas algo?— preguntó con una sonrisa.
—No... Si...—dudé— ¿dónde está Draco?
—¿Quieres que lo... llame? —asentí.

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—¿Como te encuentras?
—Esa parece ser la pregunta del día.—dije riendo levemente.
—Bien entonces.

Caminó hasta un extremo de la tina, en donde mi cabeza estaba apoyada, para luego sentarse en el suelo. Apoyó su torso por la pared.

Dejé de reír.

—La mano derecha. Me duele mucho.
—Va a sanar.
—Draco.
—¿Si?
—¿Cuánto tiempo?

Soltó un suspiro.

—Quince días. Pero no tenemos que hacer esto ahora.
—Me siento mal.
—Pues hace días que no te alimentas bien.

El sabía que no me refería a eso.

—Me siento triste. —me sentí estúpida e infantil al decirlo en voz alta— También un poco vacía.

El labio me temblaba y las lágrimas amenazaban por salir, pero los quince días que había estado encerrada lloré tanto que parecía que se acabaron. Giré la cabeza levemente para poder mirarlo y solo pude ver su rubio pelo ahora bastante despeinado. Tenía la cara entre las manos. Estaba...¿llorando?

Cuando por fin me miró tenia los ojos rojos.

—Yo borré tu memoria.
—¿Qué?
—Te saqué recuerdos, _____.
—¿Por qué lo hiciste?.—quería sonar enojada pero terminé sonando afligida, desesperada.
—Ahora solo recuerdas haber estado encerrada, la celda, la oscuridad. Pero hubo más. Más interrogatorios por parte de los mortífagos. Más torturas... —Empecé a llorar como si no hubiese mañana — Por eso estás tan débil, por eso tienes el hueso de la mano roto, con todos los hechizos que pude hacer no bastó.

Puso una mano en mi rostro, quitando con la otra mechones de pelo mojado y continuó.

—Fue mi culpa, no pude evitarlo, así que soy el único que tiene que cargar con eso. Están en mí ahora.

Vida mágica. (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora