Vida mágica. (Draco Malfoy)

XXXII

Friendly reminder que esto es un fanfiction, por lo tanto es producto de la imaginación de quien lo escribe; y existen obvias variaciones a la historia que todos conocemos (siendo ______ aka rayita, la principal). Personajes que murieron en la historia principal pueden ser mencionados aquí, lo cual significa, que siguen vivos. 

Gracias. 

··· 

Nos quedamos en el mismo pueblo muggle durante tres días, intentando trazar un plan, hurgando en nuestras cabezas por lo que habíamos aprendido todos estos años en Hogwarts. 

— No aprendimos suficiente sobre defendernos contra las artes obscuras después de todo. — dije, suspirando. 

— Deberíamos reforzar lo que sabemos que hacemos mejor. 

Estuve a punto de soltar un "nada se me da bien", pero no era cierto, siempre fui buena en pociones. Y me convencí de que era porque se trataba solamente de medir y poner cantidades correctas, nada que un muggle o una sangre sucia no pudiese hacer. Pero al ver como compañeros magos fracasaban en lo que a mí me parecían las tareas más sencillas durante las clases del profesor Snape, me di cuenta que tal vez, sólo tal vez, tenía algún tipo de talento. 

De hecho, la única vez que un brebaje me había salido horrible, fue la primera vez que Draco se sentó a mi lado en clase de pociones. 

— Creo que soy buena en pociones. 

— Sé que soy bueno en legeremancia. 

La verdad es que al estar aislados en un lugar lleno de muggles, sin noticias del mundo mágico, estábamos un poco atascados y perdidos. No sabíamos que hacer, a pesar de que lo intentábamos, no podíamos comunicarnos con Harry, así que no teníamos idea. 

Draco estaba sentado en el sofá y yo estaba tumbada, con mis piernas sobre las suyas. 

<Toc Toc> 

— ¿Qué fue eso?  — Se exaltó Draco. No pueden culparnos por estar un poco paranoicos.

— Creo que no fue aquí. — Volvió a recostarse. 

 <Toc Toc>

<Toc Toc>

Esta vez fue más fuerte. 

Nos levantamos y nos apresuramos a agarrar nuestras varitas. Me acerqué lentamente a la ventana. 

— _____ no. 

— Solo quiero mirar. 

— No lo hagas, yo voy a ir. 

Rodé los ojos. 

Él se acercó a la ventana, yo no alcanzaba a ver lo que había afuera. De repente suspiró aliviado, y abrió la ventana. 

Hedwig  entró a la pequeña habitación aleteando exagerada mente, soltando una que otra pluma durante el proceso. Dejó un pergamino en manos de Draco, para luego darle un inofensivo picotazo. 

— ¡AUCH! maldita lechuza de Potter. — solté una carcajada. 

— ¡HEDWIG! — No cabía tanta emoción en mi cuerpo por tener noticias de Harry. 

— Es una carta de Potter. 

— No shit Sherlock. 

— ¿Qué?

— No lo entenderías, es de los muggles. — Rodó los ojos. — ¡Claro que es de Harry! — dije hablando muy fuerte, sin percatarme — ¡es su lechuza! ¡Léela!

Desdobló el pergamino con cuidado mientras leía en voz alta. 

-

_____ ... y Draco. 

¿Dónde diablos andaban metidos? Nos costó muchísimo localizarlos, espero que sigan en el mismo lugar para cuando Hedwig llegue ahí. 

Lamento escribir para portar solo malas noticias, pero es mi deber informarles que la guerra está cerca. Luego de lo sucedido en el cuartel de la orden, nos dispersamos. Cada persona se refugió en donde pudo. Ahora, que los mortífagos piensan que la casa de Grimmauld Place es sólo escombros, le realizamos unos encantamientos y volvimos a reunirnos aquí. 

Vamos a luchar muy pronto, más de lo que todos nos imaginábamos. Por su seguridad, por favor vuelvan aquí. Juntaremos la información que tenemos y uniremos nuestras fuerzas. 

Draco, sé que estas leyendo esto. Tu ayuda es vital para mí en este momento, por favor...

Escríbanme antes de salir del lugar en dónde están, así sabemos que están a salvo. 

Tengan cuidado. 

Harry.

-

Draco tomó un pedazo de pastel de calabaza que había quedado del almuerzo y se lo dió a la lechuza. Estirando exageradamente el brazo, por temor a volver a ser víctima de un amistoso ataque. 

— Tenemos que ir. — me dijo, sin dudar. 

Tomé un pergamino y una pluma de la mesita de luz y escribí rápidamente. 

En camino.