Scott Hunter

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-Entonces...- Intenta mi madre poner un tema de conversación -¿Van juntos en las mismas clases, no?

Scott parece disfrutar mucho la comida de mi mamá mientras que yo apenas he tocado mi plato. Mi querida madre lo invitó a pasar, y que mejor que darle las gracias al joven que salvó el celular de su hija, que invitándolo a almorzar.

Pudo haber sido un completo desconocido y aun así mi mamá lo hubiera invitado.

-Sí.- Respondimos al unísono y al siguiente segundo, nos invadió la cosa más incómoda del mundo.

El silencio.

-Creo que ya debes irte.- Le digo a Scott y mi madre me patea debajo de la mesa. -¡Auch!

-Sí, creo que ya fue demasiado abuso, Alice.- Se dirige a mi madre y me dan ganas de estampar su lindo rostro contra el piso.

-¡No seas tonto, jovencito! Puedes quedarte.- Le sonríe –Es más...

Mi madre estaba a punto de pedirle algo cuando su celular empieza a sonar y se levanta de la mesa para irse a la cocina y hablar tranquilamente.

-Largo.- Le susurro con una mirada asesina.

-Gracias, aunque ya sabía que lo tenía grande.

Mi cara se distorsiona en una mueca de asco y me dan ganas de vomitar.

-Si vuelves a decir algo como...- Le estaba apuntando con el tenedor cuando mi madre aparece de nuevo y finjo ser educada y buena como lo he estado haciendo durante todo el almuerzo.

- ¿Qué estaba diciendo?- Nos pregunta pero en realidad creo que se lo preguntaba así misma –Ah sí, jovencito, ¿Podrías ayudar a Taylor con los platos? ¿O es mucho pedir?

-¡No!

-Por supuesto.

Lo miro furiosa y él sonríe.

-Vaya, pero que chico más gentil y apuesto. Deberían ser como tú los novios de mi hija.- Miro a mi madre para que no continúe pero no funciona –De verdad, los novios que ha tenido han sido demasiado...

-¡Mamá!- Le grito.

-Disculpen.- Suelta una risita al darse cuenta de que estaba empezando a decir demás.

Toma su bolso y unas cosas de su trabajo.

-¿A dónde vas?

-Tienen una emergencia en el hospital, me tengo que ir. Volveré antes de las siete, si llega tu padre dile que le dejé comida en el microondas y... deja que tu amigo te ayude con los platos, parece un buen chico.

-¡No! ¡Yo lo haré sola!- Le digo y mi madre camina hacia la puerta.

-Un gusto en conocerte jovencito. Adiós, princesa.- Se despide y se va.

-¡Y no es mi amigo!- Le grito antes de que cierre la puerta.

Suspiro y cuando volteo el aún está terminando su comida.

-No voy a repetirlo de nuevo. Ya vete.- Suelto mientras recojo los platos de la mesa.

-¿Te traigo tu celular de vuelta y así me tratas?- Se queja. –Y deja de mirarme así, no es que me encante que me observen comer.

-No te estoy mirando, ni tampoco quiero hacerlo.

Dejo los platos en el fregadero y me apoyo ahí a pensar.

¿Cómo se le ocurre a mi madre dejarme a cargo de los platos con este tipo? Es decir, es posible que me secuestre, me suba en un auto y nadie aquí me vuelva a ver jamás. Y otra cosa más, ¿Por qué de la nada, Scott Hunter, se acercó a mí? Porque vamos al mismo instituto desde hace dos años y es la primera vez que hacemos contacto visual, que nos "chocamos" y que si quiera nos hablamos. ¿Qué rayos hace en mi casa?

-Sé lo que piensas.- Me sobresalto al escuchar su voz y cuando doy vuelta está de pie justo a mi lado.

-¡Fuera de mi casa!- Le ordeno pero me hace caso omiso y me hace a un lado para acercarse al fregadero.

Empieza a lavar los platos mientras lo observo cuidadosamente.

-¿Estás sordo?- Insisto –Dije que te...

-¿Puedes cerrar la boca?- Se voltea hasta quedar de perfil y trago saliva nerviosa.

El chico da miedo.

-No tienes derecho a hablarme así.- Lo desafío.

-Ya está.- Se seca las manos con una toalla pequeña de cocina y luego me mira. –Deja de mirarme así.

-¿A qué viniste a mi casa?- Pregunto autoritaria.

-¡Dios! ¿No te cansas de hablar?

-Responde.

Camina alrededor de la isla de la cocina y sale.

-No he terminado.- Le digo y se detiene.

-Yo sí.- Se acerca a mí despacio. –Si le dices a alguien sobre esto, vas a arrepentirte. ¿Entendido?

Mis ojos se desvían hacia sus labios y mi corazón empieza a acelerarse sin razón.

-Hasta pronto- Se dirige a la puerta y antes de salir vuelve a voltear –Taylor.

Me quedo quieta unos segundos más, analizando en mi mente los últimos minutos.

Pero, ¿Qué rayos pasó?

Sacudo mi cabeza intentando alejar mis pensamientos acerca de la reacción que tuve en cuánto su aliento golpeo mi rostro.

Agarro mi celular y en lo primero que pienso es en Thalía. ¡Debo contarle! La llamo enseguida y me responde al segundo tono.

-¿Taylor? ¿Sucede algo?

-Sí. Scott Hunter.- Mi corazón se vuelve a acelerar tan sólo con pronunciar su nombre.

-Ya te dije que no sé por qué...

-¡Thalía, escucha!

-Ya. Lo siento.

-Vino a mi casa.- Suelto de golpe y hay silencio durante un rato -¿Hola?

-¿Es broma? ¿Qué hacía ahí?

-No lo sé. Mi celular se extravió y según él, vino a entregármelo. Pero debiste ver a mi madre charlando con él. Lo invitó a almorzar y luego me dejó y se fue al trabajo.

-Y...

-¡Y me dejó sola con Scott!- Me golpeé la frente con una mano –Te cuento mañana lo que sucedió después. Aún me siento un poco... rara con todo esto.

-¡Taylor Lee no te atrevas a dejarme con la duda!

-Adiós, Thalía.- Cuelgo y tiro el celular al sofá.

Hay algo raro aquí. Un chico al que conocías ya bastante tiempo y sin embargo nunca te dirigió la palabra, ni siquiera una mirada, y que ahora viene a tu casa de la nada, almuerza contigo y tu madre, y luego te amenaza para que no cuentes a nadie lo que sucedió, no es normal. Definitivamente no lo es.

¿Qué es lo que está pasando?

NIGHTFALL (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora