Incrédula

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Me levanté de la cama y crucé hasta el otro lado de la habitación, lo más lejos de Scott.

-E-eso, eso no es posible.- Tartamudeo.

Me niego a creerle. ¿Hombre lobo? Eso sólo existe en las películas, no son reales ¿no es así? Y si lo fuera, ya debió haberme comido o alguien ya debió haberlo descubierto.

Es imposible, no existen tales cosas.

-Yo ya lo he dicho –Se encoge de hombros –Si me quieres creer o no, es tu decisión.

Su indiferencia siempre está ahí, a pesar de su buena actitud temporal, a pesar de la cálida sonrisa que puede hacerte sentir segura, a pesar de esos brazos fuertes que cuando te abrazan te acarician el corazón. Siempre está ahí.

-Yo...- No sé qué decir, mi cuerpo está temblando del miedo que siento ahora y no puedo articular ni una palabra más.

-Déjame curarte eso.- Pide Scott cautelosamente mientras dirige su mirada hacia mis brazos y mi cara.

Automáticamente grito.

-¡No te acerques! ¡Aléjate, Scott!- Mis ojos se cristalizan y ahora no me siento segura en ningún lado.

-No, Taylor.- Se rehúsa –No te dejaré así.

Intenta acercarse pero doy pasos hacia atrás hasta que mi espalda se choca con la pared.

-Taylor cálmate, te lo pido.

No encuentro ninguna manera de apagar la voz en mi cabeza que me dice que lo haga, que me calme. Pero mi cuerpo me dice que no, que estoy en peligro.

-No estás en peligro.- Insiste como si estuviera leyendo mi mente y ahogo un grito. –Prometo no tocarte ni un pelo.

-Tú, yo, ¿Me vas a matar?- Balbuceo y el ríe.

¿Se ríe? ¿Acaso esto es un chiste? ¿Tengo cara de que me da risa?

-No, Taylor. Sólo déjame curarte y prometo irme.

Sin decir ni una palabra se sienta en la cama esperando que lo imite, supongo.

Camino hacia el baño lentamente, sin quitarle la mirada de encima, aunque sé que él ni siquiera me voltea a ver. Entro y tomo un botiquín.

-Siéntate.

Me acerco nerviosa y me siento en la cama. Apartada de él.

-No voy a tocarte ni un pelo.- Repite sólo que esta vez lo hace más despacio.

Abre el botiquín y empieza a sacar gasas y alcohol. Cuando tiene todo preparado veo que se acerca más a mí y se sienta a mi lado en el borde de la cama.

Me repito en la mente una y otra vez que debo calmarme, que debo confiar, de todos modos él me salvó la vida y si hubiera querido matarme, lo hubiera hecho ya.

Empieza a pasarme la gasa bañada en alcohol por mis heridas en el brazo y no puedo parar de quejarme. Siento como arde una herida debajo de la tela de mi blusa, justo cruzando el abdomen. Pero no pienso decirle nada, puedo curarme sola mañana.

-¿Duele?- Pregunta.

-Mucho.- Respondí.

Me mira detenidamente y luego de unos segundos habla:

-Sé que tienes preguntas.

-No pensé que querías que preguntara.

-Y no quiero.- Me corta y nos quedamos en silencio.

Ahora, dirige su mano a mi rostro. Empieza a limpiar una herida que tengo justo debajo del labio y un rasguño en la frente.

Lo miro y sin querer me relamo los labios, ocasionando que sus hermosos ojos azules ahora miren mi boca, mientras tanto, desvío la mirada hacia su abdomen y entonces recuerdo, cómo si no me hubiera fijado jamás, que está sin camisa. Los latidos de mi corazón se aceleran y siento como si el aire no entrara a mis pulmones.

-No lo hagas más.

Miro sus ojos concentrarse de nuevo en mis heridas y empiezo a recorrer con la mirada cada una de sus facciones. Su ceño fruncido a la perfección, sus labios entreabiertos, su mandíbula perfectamente definida, sus espesas pestañas, la manera en que su nariz se abre ligeramente al respirar y aquella diminuta gota de sudor resbalando justo a un lado en su frente.

-¿Hacer qué?- Le pregunto temiendo la respuesta.

-Mirarme de esa forma tan desagradable.

Siento como el calor empieza a recorrer mis mejillas y en un segundo estoy más roja que la manzana que Blanca Nieves mordió.

-No estaba mirándote.- Dije estúpidamente y me fue inevitable no mirar su cuerpo bien trabajado.

Y su abdomen bien marcado.

-Lo que digas.

Cuando terminó, me apegué al respaldo de la cama y encogí mis piernas hasta poder abrazarlas.

-Que tengas una linda noche.

Scott se levanta de la cama y se acerca al balcón de mi habitación.

-Tal vez mañana necesite una explicación.- Advertí.

-No sé si la consigas.- Agachó la cabeza.

No sé qué fue lo que me pasó en ese momento, pero mis piernas lo pedían, mis brazos lo reclamaban, mi cerebro lo pensaba y mi corazón lo sentía. Así que me puse de pie y me acerqué a él con los brazos abiertos. Me colgué de su cuello y esperé a que él me rodeara la cintura con sus manos.

Y así fue.

Me separé de él luego de unos segundos y mirándolo directamente a los ojos.

-Gracias.- Le dije sin saber exactamente por qué le agradecía.

-No hay de qué.- Parecía estar triste o deprimido. Su tono de voz se escuchaba diferente y aun así aquel sonido me gustaba.

-Quédate a dormir.

Las palabras salieron disparadas de mi boca y ni siquiera las pude frenar.

-¿Qué?- Sonrió.

-Yo...

-Lo lamento, Taylor. Yo no hago esas cosas.- Aclaró.

-Es que, me sentí segura en cuanto me di cuenta de que no querías matarme. Ya no me siento segura con nadie, Scott.

-No tiene sentido. Tus padres también están para cuidarte.

-No, no lo entiendes.- Le dije sin entenderlo ni yo –No quiero que te alejes por ahora.

Él se rio una vez más y plantó un beso en mi mejilla, un beso que no me esperaba.

-Después de todo no estamos tan lejos, Taylor. – Salió al balcón y no hice nada más que observarlo –Tú y yo vemos la misma luna, ¿cierto?

Me guiñó un ojo y desapareció.

Cuando me asomé, Scott ya estaba lejos. Caminando hacia el bosque.

¿Cómo lo hizo tan rápido? No tengo idea. ¿Cómo saltó a estas alturas? Tampoco lo sé.

Lo único que ahora tengo en mente, es que necesito respuestas a las miles de preguntas que le necesito hacer y que por alguna extraña razón, nada más con las últimas palabras que me dijo, me hizo sentir segura y convencida de que durante esta noche, nada malo iba a pasarme.

No al menos después de lo que sucedió.

Me quito la ropa que llevaba puesta y me pongo otra pijama. Me meto en la cama y me quedo observando la ventana durante un largo rato.

Espero que mañana, o más bien hoy pero más tarde, las cosas se presenten de una forma mejor.

Cerré mis ojos y me quedé dormida en tan sólo segundos.

NIGHTFALL (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora