Algo Más Por Descubrir

123 18 2
                                    

Es sábado, demasiado temprano diría yo. Son alrededor de las tres y media de la madrugada. No sé por qué no puedo dormir, no me siento tranquila.

Algo me molesta, igual que todas las noches de Luna llena.

Me siento al borde de la cama, me coloco las pantuflas y salgo al balcón. Cuando paso cerca de uno de los espejos de mi habitación, caigo en cuenta de que no estoy con pijama y me friego los ojos con confusión.

-Parece que estabas muy borracha, Taylor.

Me digo a mí misma y me echo a reír.

Estoy con un abrigo de color gris que se arrastra por el piso, es tan grande que ni siquiera se ve lo que llevo puesto debajo. No recuerdo haber comprado algo así jamás en una tienda de ropa o en cualquier lugar.

Salgo al balcón y veo la hermosa Luna brillando y siendo acompañada por las estrellas que brillan al igual que ella.

Siento como si mis ojos empezaran a arder en llamas y empiezo a gritar con fuerza mientras se me va nublando la vista, en tan solo segundos, el dolor se desvanece y mi vista se vuelve a aclarar.

Mi cabeza empieza a darme vueltas y una confusión inexplicable se adueña de mi mente. ¿Dónde rayos estoy?

Hace tan sólo segundos, estaba de pie en el balcón de mi habitación. Ahora, me encuentro en medio de un campo totalmente vacío; no se ve nada a lo lejos, no hay absolutamente nada. Mis piernas me empiezan a temblar y siento un miedo demasiado potente, tanto que empiezo a correr como si alguien estuviera persiguiéndome pero no tengo idea de quién o qué. Corro y corro hasta que de la nada todo se vuelve negro y empiezo a caminar intentando encontrar la luz.

¿Acaso es un chiste? ¿Me habrán drogado?

Se empieza a sentir calor, como si hubiera una fogata cerca.

-Taylor.

Un montón de vocecillas susurran mi nombre y empiezo a ponerme nerviosa.

-Recuerda que la Luna no puede esconderse de la obscuridad.

La voz se me hace tan familiar que incluso me asusta más. Es una voz grave, escalofriante, gruesa y varonil. Es un hombre.

-Apresúrate, Dea Luna.

Una voz más se une amablemente al montón de susurros que no dejo de escuchar.

Siento como si alguien me respirara por detrás.

-No voltees.

Escuché al igual que escuchaba lo contrario.

Cuando me giré, un chico alto vestido totalmente de negro, se encontraba de perfil sonriéndome. Por alguna razón, aquel hombre me causaba una inseguridad increíble, un miedo inexplicable, algo incomprensible. Sentía que lo conocía perfectamente pero no lo lograba reconocer, no podía simplemente.

-Ven aquí, Taylor.- Me dijo sin borrar su fría sonrisa y empecé a correr de nuevo en medio de la obscuridad.

Y ahí es cuando choco con alguien.

-Tranquila, Dea Lu, yo te protegeré, siempre lo he hecho.- Un hombre de al menos treinta y cinco años me pone detrás de él, como si fuera un escudo protector o algo parecido.

-¿Quién es usted?- Pregunté en un hilo de voz.

-Me está prohibido decirlo, pero necesito que recuerdes esto...

Es un hombre alto, muy simpático, cabello castaño claro, ojos verdes y de tez morena. Se nota que es una buena persona, se nota claramente o no sé si tal vez estoy loca.

NIGHTFALL (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora