Así es, tengo un cuarto nuevo. Todas las certezas que tenía sobre el lugar, que ya prácticamente me sabía de memoria, desaparecen y este panorama vuelve a complicarme. Tengo que estudiar la disposición de esta nueva sala si quiero sobrevivir. Lo que noto es que, el ducto de ventilación se encuentra en una de las paredes del costado y cercano al piso y no en el techo como en mi anterior habitación. Ahora entiendo el porqué del "no hoy" en el mensaje de mi encapuchado. No tenía sentido buscarle la vuelta al ducto si iban a rotarme de cuarto y lo iba a tener mucho más a mi alcance. Veo en una pared tallado el nombre de Valentín y me doy cuenta esta habitación era la suya antes que nos cambiaran. Empiezo a descubrir que la pasó peor de lo que creí, peor de lo que demostraba.
Empiezo a recorrer el cuarto mirando cada una de sus paredes. Marcas, sangre, mucha sangre. Se me congela el corazón de solo pensar el sufrimiento de Valentín. En una esquina veo una piedra chiquita con la punta un poco afilada. Un poco más arriba veo raspaduras en la pared prolijamente alineadas una al lado de la otra y me doy cuenta que fue contando los días de encierro que llevamos. Este es mi primer acercamiento a una noción de tiempo desde que estamos acá. Recuerdo que nos llevaron un 24 de marzo, y si Valentín calculó bien hoy es 10 de mayo. Para mi tan solo pasaron algunos días, pero no, el tiempo acá adentro parece sentirse más lento que la velocidad que tiene en la vida real. En 10 días es mi cumpleaños y en lo único que puedo pensar es en escapar para poder festejarlo lejos de esta pesadilla. Poder volver a empezar.
Decido acercarme al ducto e intento retirar la reja que cubre el túnel. Imagino que no es sencilla de sacar porque Valentín debe haberlo intentado ya. Lo confirmo y caigo en la cuenta de que ahora cuatro tornillos son la llave para nuestra libertad. Tengo que aprovechar esta ventaja cueste lo que cueste. En el próximo almuerzo tengo que robarme un cuchillo sea como sea. Mientras tanto, solo tengo que esperar, no hay demasiado que pueda hacer.
Escucho el zumbido de siempre y mi encapuchado ingresa a la sala. Me sorprende que esta vez no tarda nada. Cuando lo veo me doy cuenta que no es el mismo, es mucho más alto. Me agarra del brazo con violencia para que me levante del piso. Parece que el cambio de encapuchado viene asociado a la reasignación de cuartos.
Me dirige al baño y me deja en las duchas como siempre. Darme cuenta que esto ya se volvió rutinario me asusta. Ya estoy empezando a acostumbrarme y eso no me gusta. Al salir de la ducha y aprovechando que los encapuchados nos dejan algo de privacidad, pongo a Ema y Agnes al tanto de lo que planeo hacer en el almuerzo. No encontramos a Martina y no entendemos por qué. No hubo ninguna prueba que pudiera haber terminado con ella. Solo se nos cruza por la cabeza otra posibilidad, y siendo sinceras, a todas se nos ocurrió alguna vez estando acá. De este lugar solo salieron quienes perdieron ante la muerte. Nosotros inventamos la posibilidad de salir con vida para sentirnos con un propósito. Creamos esa opción, aunque todos sabemos que con sinceridad, solo existe una forma de salir de acá y es dejando de respirar.
Más tarde durante la comida, le cuento a Valentín sobre mi nuevo encapuchado y mi idea de robarme un cuchillo. Le parece una buena idea y vamos a intentarlo ahora cuando estén distraídos. Me comenta que cree que mi anterior encapuchado es ahora el suyo. Yo tengo el ducto, él tiene los minutos adicionales. Creo que es el momento en el que más ventaja tenemos y es hora de actuar.
Decidimos esconder el cuchillo de Valentín, el cual coloco en mi pantalón y lo oculto tapado con mi remera. Cuando su encapuchado se acerca a traerle un vaso él le pide un cuchillo nuevo argumentando que se habían olvidado de ponerle uno. De esta forma, logramos sin ninguna complicación lograr el objetivo.
Durante la comida y con la alegría de la pequeña victoria del cuchillo, le cuento a Valentín que había visto el conteo de días en su pared y que se acerca mi cumpleaños. Por un rato nos olvidamos de todos nuestros problemas, del encierro, de las pruebas, de los dolores, de las personas que extrañamos. Nos dedicamos simplemente a imaginar, a inventar mi fiesta perfecta, una gran gran fiesta de cumpleaños. Pensamos hacer una fiesta de disfraces en el salón de un importante hotel porque un cuarto de siglo es una ocasión que lo amerita. Él quiere ir de Batman y ser el único disfrazado así. Yo, por ser la cumpleañera, voy a tener un disfraz sorpresa. La música obviamente a cargo de Valentín y la torta por supuesto, con mucho pero mucho chocolate y decoración con golosinas. Los invitados, un tema clave, si no vienen disfrazados no entran, ese es el dress code. Y así deliramos un buen rato y nos reimos un poco también hasta que tuvimos que volver a las habitaciones.
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Sobrevivientes
Teen FictionCamila una chica que creía tener su vida resuelta y un futuro perfecto descubre que su vida cambió en un segundo. ¿Imaginás no saber como llegaste a un lugar del que no podés salir? ¿Estar encerrad@ en una habitación sin escapatoria? Únicamente podé...