Siempre

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Todos estamos desconcertados por como se dieron cuenta con tanta rapidez de nuestro plan pero no podemos detenernos demasiado a pensar en eso así que nos ponemos en marcha para intentar salvar nuestras vidas. Siguiendo a Julián empezamos a correr en dirección a un lugar donde escondernos para que quienes nos persiguen no nos encuentren. Corro y miro hacia atrás varias veces como sintiendo que en cualquier instante vendrán por nosotros. Si pudimos escucharlos no estaban tan lejos. Seguimos adelante y vemos a lo lejos una escalera que lleva a otro túnel por encima de este y Julián cree que saliendo del camino esperado podemos desconcertarlos así que decide que hacia ahí nos dirijamos. Adam sube las escaleras rápidamente y abre la puerta redonda que permite el acceso a la parte superior. Una vez arriba, empieza a extender su mano para que nos acerquemos de a uno y poder ayudarnos así a subir más rápido. Primero, Agnes después Ema y Olivia. Ahora Valentín y comienzo a escuchar los motores más y más cerca. Preparo mi arma y  emprendo mi camino detrás de él. Cuando está por llegar vemos a lo lejos una camioneta y escuchamos disparos. Julián comienza a devolver los disparos mientras espera que terminemos de subir y yo me freno en la mitad también para hacerlo. Apuro mi velocidad y él ya detrás mio. Seguimos disparando a medida que subimos. Ya casi estoy por llegar y por el apuro piso mal un escalón y resbalo pero Adam logra tomarme del brazo y ayudarme para que no me caiga. Cada vez más y más cerca, cada vez más y más disparos. Solo queda Julián que está por la mitad de la escalera y nos grita que no nos detengamos, que corramos que él vendrá detrás nuestro. Y eso hacemos, sin mirar atrás, lo dejamos mientras sigue disparándoles y subiendo los escalones despacio para darnos una ventaja de tiempo a los demás. Escucho cada vez más fuerte los estruendos, se están acercando. Corremos lo más rápido que nuestro cuerpo y, principalmente, nuestras piernas nos lo permiten. Estoy muy cansada pero no podemos parar ahora, hay que seguir.

Escucho a Julián gritarnos que doblemos a la derecha en el próximo túnel y que utilicemos la escalera para bajar. Hay que volver al camino principal por el que estábamos yendo antes porque es el que nos lleva a la salida. No hay escalones, solo un agujero así que tenemos que saltar, otra opción no nos queda. Lo hacemos uno a uno y seguimos corriendo sin parar. Ya no puedo casi respirar. No se escuchan más disparos ni motores pero nada asegura que los hayamos perdido por completo. Me detengo un segundo y miro atrás. Veo a Julián que se detuvo a mirar el mapa. Me grita que siga corriendo y al resto que doblen a la derecha y luego a la izquierda y que, a la mitad, en una de las paredes busquen un ducto de ventilación y se entren por ese lugar. Eso hacemos y una vez en el ahí llegamos a lo que parece ser una sala como las nuestras pero que no se usa hace muchos años o por lo menos la suciedad pareciera demostrar eso.

Estamos exhaustos. Las risas que habían existido horas atrás ya no están más. Solo veo miedo en todos. Tal vez acá podamos estar seguros al menos por un rato y recuperar un poco de energía para seguir escapando ahora más que nunca que saben cuales son nuestras intenciones. Todos en silencio empiezan a sacar sus provisiones. Me llama la atención Julián. Está callado y con la vista perdida. Me acerco y veo la manga de su buzo completamente empapada en sangre. Su pecho también está así. Algunas balas deben haberlo alcanzado en el escape, siguió adelante sin detenerse y ahora no puede más. Me desespero al verlo así. Siento que todo lo que aprendí en la facultad lo acabo de perder en un segundo. Quiero ayudarlo pero me vuelvo por completo insegura de lo que estoy haciendo, tengo miedo de lastimarlo más. Lo ayudo a sentarse. Está muy mareado probablemente por la gran pérdida de sangre. El resto se empiezan a acercar cuando ven la situación. Le cuesta mantener los ojos abiertos. Le insisto que por favor resista mientras le pido a Valentín que me de su remera. No tenemos nada más para ayudarlo. Así que corto la tela como puedo e intento hacerle un torniquete en el brazo. Creo que ya es demasiado tarde. Siento impotencia por no haberme dado cuenta antes y poder ayudarlo a tiempo. Decido sentarme al lado de él y abrazarlo con todas mis fuerzas como si de esa manera pudiera evitar dejarlo ir. Con la poca resistencia que le queda intenta hablarme pero lo silencio con mi mano. No quiero que se esfuerce más de lo necesario. Pero algo quiere decirme. Los demás se hacen a un lado para darnos estos últimos minutos solos. "Cami, perdón. Te juro que no quise nunca lastimarte. Cuando creas que todo fue mentira, que fue todo una farsa, quiero que sepas que mi amor por vos siempre fue real, siempre." Sin poder hablar y con lágrimas recorriendo todo mi rostro simplemente asiento con la cabeza y lo beso suavemente. Y así, Julián dejó de respirar. Le cierro los ojos y lo abrazo por ultima vez. Lo apoyo contra una pared y me voy a la otra punta de la sala. Este escape ya no va a ser solo por mi, sino por Julián y por todos los que quedaron en el camino. Nunca me voy a olvidar que murió para poder salvarnos. A pesar de todo, Julián va a estar conmigo siempre

SobrevivientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora