Pedacitos de sueños
"A veces en el silencio de la noche, todos sus recuerdos le eran devueltos con la plenitud de una canción de infancia... En la soledad, nadie escapa a los recuerdos."
Antoine de Saint-Exupéry
MIAMI
AGOSTO DE 2016
Hay a una niña de 3 años con un vestido azul. Juega en un jardín verde al pilla-pilla con su padre. La madre les observa sonriente desde el porche bebiendo lo que parece un té con hielo. El padre corre detrás de la pequeña mientras ella ríe. Su pelo rubio refleja los rayos del sol haciendo que parezcan hilos de oro. El hombre alcanza a su niña y la levanta por los aires."Puedo volar, papi. Puedo volar". Las risas acompañan a la brisa y la felicidad se siente con claridad.
Esa imagen se va y vuelve a ver el mismo jardín pero en otra época del año. La niña ya no corre. Ahora está sentada en el porche con un libro; Alicia en el País de las Maravillas. El padre y la madre están dentro. Discuten y se escuchan los gritos por todo el vecindario. No corre ninguna brisa, y la felicidad y las risas están prófugas. "¡Cómo puedes hacerle esto a tu familia! ¿Es que no tienes vergüenza?¿Qué vamos a hacer cuando la gente empiece a hablar?". Gotas de salada tristeza hacen carreras en el rostro de la niña del jardín. Solo que la niña ya no es tan pequeña. Ahora tiene casi 8 años.
La escena se sustituye por otra. El padre coge las maletas del porche y las carga en un coche negro. La madre mira como lo hace desde la ventana del piso de arriba. Y la joven niña se despide con un abrazo y una súplica: "No te vayas. Por favor, papá, no te vayas" Pero cae en saco roto. El coche arranca. La joven del vestido azul corre detrás de él, intentando ganarle al destino. Pero como siempre que alguien emprende ese tipo de actos, pierde. Cae. Se golpea contra el asfalto que abrasa su pálida piel. Las risas abandonan Rose Street.
Kate despierta bañada en una cada de sudor. Reflejos de su sueño se cuelan en sus ojos. No es la primera vez que amanece así, ni tampoco es la primera vez que tiene esos sueños. Aunque ella está segura de que no lo son, sino que son recuerdos de su vida. Cosas que su mente intenta que sepa. Cosas que de otra forma no puede recordar. Y se aferra a ello.
Coge el cuaderno que tiene bajo la almohada y repasa la lista de detalles. Cada vez que uno de esos recuerdos la asalta en sus sueños, ella anota todo aquello que la puede servir para averiguar más cosas de su vida. Hace memoria antes de que se le olviden. La casa con el porche blanco, el jardín verde, Alicia en el País de las Maravillas, el vestido azul, el coche negro, el viejo cartel de Rose Street.
Rebobina y avanza miles de veces, analizando todo lo que puede. Pero nada, no encuentra nada nuevo. Nada que no haya anotado antes. Suelta el aire y se aparta el pelo de la cara. Lo tiene hecho un desastre. Mira sobre la coqueta de la habitación, donde tiene la caja con el tinte de pelo que tanto la ha costado comprar. Hoy debería teñirse antes de ir al trabajo y ya va tarde. Suspira otra vez y aparta la mirada. Un momento...
Vuelve a fijarse en la caja, y especialmente en lo que hay detrás. Los libros que Sue le ha pedido que devuelva la biblioteca camino al trabajo. Tienen una etiqueta con unas letras y un número en el lomo. Pude que...
Cierra los ojos y vuelve a su sueño, a esa niña en el porche. Vuelve a verse allí sentada. Casi puede sentir las tablas de la silla de madera clavándosele en las piernas. Los dedos le pican, como si estuviera rozando las hojas de ese libro. Intenta poner atención a las páginas, a las letras, pero los gritos de dentro no la dejan. De un golpe encierra la historia dentro de sus tapas y fugazmente ve una etiqueta blanca: LewCar 153 NL.

ESTÁS LEYENDO
Risk (PAUSADA)
Teen FictionMi nombre es Maider Ross. Yo era una niña buena. A mis 16 años aun no había dado mi primer beso. No me gustaba ir de fiesta hasta las tantas. No bebía más que media cerveza y no fumaba nada. No me metía en problemas, sacaba buenas notas, me portab...